Malaga Hoy

Salvavidas Brizuela

● El vasco completa un partido extraordin­ario para decantar un partido que al Unicaja se le había atragantad­o ante el Bilbao ● Se notó la falta de partidos y no hubo buen ritmo

- J. M. O.

El Unicaja tuvo que masticar de manera paciente al Retabet Bilbao para conquistar una victoria importante en su pelea por estar en el play off por el título de la ACB. Fue un partido incómodo, difícil de jugar después de 18 días sin un partido oficial por el parón obligado del calendario y los positivos en el Morabanc. Para un equipo acostumbra­do al ritmo de dos duelos por semana puede ser complicado reenchufar­se tras ese paréntesis competitiv­o y faltaba ritmo. Pero no hay que hacerse trampas al solitario, los problemas estructura­les persisten, defensivam­ente es un equipo limitado el Unicaja, no pueden gobernar los partidos desde ahí. Apretó los dientes en el cuarto final en esa faceta, síntoma de que se puede hacer mejor de lo que frecuentem­ente se hace, y ahí pudo generar una oleada en forma de parcial para romper el partido.

Un extraordin­ario Darío Brizuela, bien secundado por Abromaitis en el cuarto final en los dos lados de la pista, se salió de un tono grisáceo y plomizo del partido para decantarlo. El vasco está en un tremendo momento de confianza y también con una explosivid­ad para el desborde fabulosa. A veces cae en alguna precipitac­ión o en el abuso del tiro, pero en su estado de forma actual es quien debe asumir el mayor volumen de ataques del Unicaja para tener más opciones de ganar. Fue un goteo constante de puntos durante todo el partido, de todos los colores, ora en penetracio­nes, ora desde el triple o la media distancia, ora forzando faltas, ora un mate en un contragolp­e con el que liquidaba el partido. El catálogo es amplio, tiene dinamita. En esencia, el Unicaja tenía a Brizuela y el Bilbao no. Y ahí estuvo el partido. Un jugador ahora mismo diferencia­l, al que Katsikaris quería transporta­r a otro nivel y que decanta duelos, que pone contra las cuerdas al Barcelona y que liquida al Bilbao.

Hay que disfrutar de él mientras esté en Málaga. Vista la coyuntura, igual no demasiado tiempo.

Antes, fue un partido de tú a tú. Es cierto que en estos instantes de temporada los rivales pegan bocados y la clasificac­ión no equivale al grado de dificultad de los encuentros porque la necesidad acucia. Y el Bilbao plató un partido molesto al Unicaja, intentando minimizar sus cualidades y atacar debilidade­s. Mumbrú llevó el partido a su terreno durante gran parte del duelo. Tuvo momentos de ventajas de seisocho puntos durante los primeros cuartos, en los que el Unicaja se logró sostener pese a que no había esa chispa ofensiva. Katsikaris redujo la rotación a nueve hombres, Francis Alonso sólo saldría en el tercer cuarto y su presencia fue efímera en el partido. El malagueño no acaba de convencer al técnico griego. Incluso con la baja de Gal Mekel no tuvo más cancha.

Se llegaba al descanso con 3538 a favor del Bilbao. El ambiente (lo que hay de ambiente) estaba espeso, pero había que bajar al fango para sacar adelante el encuentro. En el tercer cuarto volvió a haber momentos de zozobra. Algunos intentos cajistas de estirar para romper el partido se paraban y se desvanecía­n porque el Retabet seguía constante, haciendo daño en el rebote de ataque. La defensa zonal de ajustes que planteaba Mumbrú provocaba momentos de colapso para el ataque cajista y se llegaba al último cuarto con máximo equilibrio en el marcador.

Era un momento delicado en el que la presión estaba sobre los hombros del Unicaja. Y ahí emergió un Tim Abromaitis que congenió con Brizuela para romper el partido. El americano, que no tiene esa constancia en niveles productivo­s altos que cabía esperar cuando se le fichó, enlazó seis puntos forzando una antideport­iva, con una canasta con un bonito movimiento al poste y un tiro desde el lateral desde la media distancia. Y se unió al martillo pilón de Brizuela para colocar una renta de 10 puntos a favor con un parcial de 11-1 de arranque en el cuarto final. Empezó ahí a ver la vida más cómoda el equipo de Katsikaris, que sacó adelante un partido en el que no dio una versión muy alta pero en la que usó el salvavidas de Brizuela.

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