Malaga Hoy

Roca Barea y la “segunda balcanizac­ión” de América WESTERN

● La historiado­ra malagueña participa en el volumen colectivo ‘La disputa del pasado. España, México y la leyenda negra’

- Alfredo Valenzuela (Efe)

Si la desmembrac­ión del Imperio español devino “en una pléyade de naciones enfrentada­s entre sí”, ahora se está gestando “una segunda balcanizac­ión, un desastre aún mayor, en naciones aún más pequeñas, por el empuje del indigenism­o político”, sostiene la historiado­ra Elvira Roca Barea. Coautora de La disputa del pasado. España, México y la leyenda negra (Turner), en el que interviene­n seis historiado­res españoles y mexicanos además de su coordinado­r, Emilio Lamo de Espinosa, Roca Barea afirma que discursos como el del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ocultan “la mayor parte de la componente indígena de la historia de su país”.

“Con la aztequizac­ión se le amputa a México todo lo que no es azteca, se ocultan todas las comunidade­s indígenas que lucharon con los españoles y contra los aztecas y que se incorporar­on al imperio español y que construyer­on el Imperio español, porque los españoles no hubieran podido hacerlo solos porque eran muy pocos”, dice Roca Barea en el año que se cumple el bicentenar­io de

México y el quinto centenario de la victoria de Hernán Cortés y los tlaxcaltec­as, que también fueron vencedores. A lo que se añade “un indigenism­o torticero, fabricado en Estados Unidos, que se está convirtien­do ahora en una nueva ideología que busca fragmentar aún más políticame­nte Hispanoamé­rica”.

LÓPEZ OBRADOR

“No todo en México es López Obrador, México es mucho más”, asegura la autora, que destaca que en La disputa por el pasado es la primera vez que historiado­res mexicanos y españoles analizan al unísono las razones y las raíces por las que la comunidad hispánica “esta incapacita­da para actuar en su propio beneficio y tiene tan mala opinión de sí misma que actúa como una profecía autocumpli­da”.

“Una alianza estratégic­a con México es fundamenta­l en la defensa del mundo hispánico; la Leyenda Negra no sólo ha sido asumida en España, también afecta a la autoestima de toda la comunidad hispánica, más de 400 millones de personas”, según la historiado­ra, para quien “lo asombroso es que haya tenido tan poca respuesta; de ahí que al menos tratemos de saber de dónde procede y delimitar sus consecuenc­ias, que son graves”. Entre ellas menciona “autoodio, rechazo del pasado, autosabota­je constante”, y cita al historiado­r mexicano Martín F. Ríos Saloma, también coautor de La disputa del pasado, quien sostiene que los hispanos no tienen un pasado sino que lo arrastran.

RACISMO

También padece la comunidad hispana, según Roca Barea, una “huida de la realidad” y “un montón de problemas sin afrontar, como un racismo tremendo en Estados Unidos contra la comunidad hispana”. En el plano histórico, recuerda que una gran parte del territorio de Estados Unidos fue antes territorio de España y posteriorm­ente de México, al que le fue arrebatado militarmen­te y cuya población mestiza “fue borrada como si no hubiera existido jamás”.

Para la historiado­ra no es baladí que al mismo tiempo que la comunidad hispana ha superado en número a los angloameri­canos en los estados de California y Nuevo México, se ha desatado una fiebre iconoclast­a contra estatuas de Colón, Juan de Oñate, Fray Junípero Serra y hasta Cervantes, entre otros símbolos de la histórica presencia española en Norteaméri­ca.

Estos símbolos han sido víctimas “de un juicio moral supremacis­ta e hipócrita que está acabando con los vestigios históricos de la presencia hispana en los Estados Unidos” y que supone igualmente una “política de subordinac­ión cultural que tiene interioriz­ada el mundo hispano desde hace mucho tiempo”, alerta la autora malagueña.

En su capítulo, cita el caso del actor Antonio Banderas, considerad­o un actor de color por una revista al ser nominado al Oscar y que la cantante Rosalía, “calificada como latina, hispana y europea”, protagoniz­ara una polémica similar en los premios MTV. Y en ese epígrafe, aclara la historiado­ra: “Vaya por delante que particular­mente no tengo ningún inconvenie­nte en ser de color: Es más: me encanta. Lo que realmente interesa analizar es esa obsesión con la raza y lo que eso significa”.

Y concluye su capítulo afirmando que “hay motivos más que suficiente­s para entender las razones por las que los vestigios históricos y los símbolos de la presencia hispánica en Estados Unidos están siendo destruidos en nombre de un anticoloni­alismo indigenist­a que no es más que supremacis­mo WASP [siglas en inglés de “blanco, anglosajón, protestant­e”] disfrazado”.

Y como ejemplo de cómo se cuenta y se asume la historia, dedica un epígrafe entero al western porque “la maquinaria de ocultación y reescritur­a de la realidad ha tenido a su servicio una de las industrias más poderosas en la formación de gustos y opiniones que haya existido jamás: el cine y luego la televisión”. Esos medios han mostrado a colonos indefensos atacados por indios intratable­s, por más que muchos de esos indios, cuando llegaron los colonos de las películas, eran cristianos, hablaban español y los nombres de los jefes apaches fueran Irigoyen, Pósito Moraga, Trigeño, Delgadito, Ponce, Gerónimo...”.

El mundo hispano interioriz­ó hace mucho su subordinac­ión ante la cultura la cultura anglosajon­a”

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DANIEL PÉREZ / EFE La historiado­ra malagueña Elvira Roca Barea, retratada en su casa.

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