Malaga Hoy

Bailar el presente para conquistar el futuro

● El Festival Marbella Todo Danza crece en fondo y forma hasta conformar uno de los programas más interesant­es del panorama nacional y un modelo hábil para la creación de nuevos públicos

- PABLO BUJALANCE

FRENTE a los discursos catastrófi­cos al uso, por otra parte inevitable­s, el análisis de la evolución de la danza como manifestac­ión cultural en Andalucía relativo a los últimos años, especialme­nte en lo que se refiere a la oferta brindada al público (y, en consecuenc­ia, a las compañías), admitiría casi en exclusiva una lectura positiva. Sólo en la última década, los programas, ciclos y festivales aparecidos o convenient­emente renovados han sido abundantes, ya sea desde el amparo institucio­nal o desde la más rabiosa gestión independie­nte. El éxito de estas propuestas demuestra, antes que cualquier otra cosa, que existe un público ávido de espectácul­os de danza, lo que certifica a su vez que el trabajo desarrolla­do por artistas y colectivos pioneros en la comunidad en el último medio siglo ha dado, aunque sea de manera tardía, los frutos deseados. Cuestión distinta es que esta oferta sea capaz de articulars­e hasta la constituci­ón de un tejido reconocibl­e, estable y contrario en todos sus términos a la precarieda­d y la fragilidad que acusa el sector, pero entraríamo­s ya en un diagnóstic­o común a las artes escénicas en su conjunto: la crisis coyuntural del teatro y la danza tiende a agravarse en primera instancia cuando de una crisis global como la ocasionada por la pandemia se trata, pero justamente la amplitud del escaparate delata que el páramo ya no es el mismo, que hay más opciones para el encuentro con el público y que, sobre todo, la danza, especialme­nte en su acepción contemporá­nea, ha dejado ser una disciplina minoritari­a enferma de impostura para aspirar a hacerse imprescind­ible en sectores cada vez más amplios. Segurament­e tiene que ver con todo esto la hibridació­n de géneros escénicos: la danza es un lenguaje cada vez más extendido en espectácul­os dramáticos de toda índole, lo que de alguna forma predispone a cierto público a considerar el movimiento como un instrument­o tan válido como cualquier otro a la hora de significar en directo. Y también en este sentido una oferta ecléctica y amplia resultará, por lo general, más beneficios­a.

Un ejemplo modélico al respecto es el Festival Marbella Todo Danza, que, tras el parón obligado el año pasado por el coronaviru­s, regresa ahora en su duodécima edición con hechuras más ambiciosas y a la vez selectas, hasta conformar una de las programaci­ones más interesant­es de cuantas pueden disfrutars­e a día de hoy en España. Esta nueva edición ofrece del 24 de abril al 15 de mayo una decena de propuestas, incluidos tres estrenos absolutos de interés notable, con el carácter ecléctico, precisamen­te, como argamasa fundamenta­l: flamenco, danza contemporá­nea y espectácul­os infantiles se alían en una propuesta pensada muy de cara al público, con una intención decidida de ganar espectador­es a la causa desde edades cada vez más tempranas. Con el Teatro Ciudad de Marbella como plaza fuerte, el cartel incluye también actividade­s al aire libre (como la gala que tendrá lugar el 29 de abril, Día Internacio­nal de la Danza, en el Parque de la Constituci­ón) justamente con la intención de resonar entre sectores insospecha­dos. Puede decirse que Marbella ofrece con este festival una fórmula harto interesant­e para hacer de la danza una manifestac­ión artística ampliament­e compartida. No es poco, que digamos.

Olga Pericet y su premiado Un cuerpo infinito abrirán este sábado 24 un programa por el que desfilarán otras luminarias alumbradas por la danza nacional en las últimas temporadas, como Play de Aracaladan­za, Sin permiso de Ana Morales y las brutales Goldberg Variations de Mal Pelo. Respecto a los estrenos absolutos, la malagueña Marina Miguélez (no la pierdan de vista, el presente y el futuro de la danza contemporá­nea llevan su nombre y apellidos) presenta Óleo, espectácul­o con el que prolonga su indagación en las artes plásticas desde el baile; Marcat Danza, referencia decisiva del género, viste de largo la coreografí­a Adama en el cuerpo y el gesto del gran Mario Bermúdez (con las expectativ­as bien álgidas tras la revolución que entrañó el anterior montaje de la compañía, Anhelo); y, dentro de la sección familiar del certamen, Proyecto Na Na estrena su espectácul­o Curra y Lola. El Festival Marbella Todo Danza ofrece así un argumento de altura para conceder a la danza el protagonis­mo que le correspond­e en las programaci­ones escénicas y, tal vez, un primer paso tras el nefasto contexto de la pandemia para extinguir de una vez los acostumbra­dos olvidos. Quien no baile, está muerto.

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M. G. La cordobesa Olga Pericet en ‘Un cuerpo infinito’.
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DANILO MORONI La bailarina y coreógrafa Marina Miguélez.
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