Malaga Hoy

Comienzan las jornadas por el milenario del poeta y filósofo Ibn Gabirol

● La ofrenda floral en la escultura de la calle Alcazabill­a y la primera de las tres mesas redondas programada­s en el Picasso abrieron las jornadas por el milenario del poeta y filósofo

- Pablo Bujalance MÁLAGA

Hace bien Málaga (y hará) en reivindica­r a Ibn Gabirol entre sus hijos más ilustres. Sin embargo, en honor la verdad, y como suele suceder con los malagueños universale­s, la ciudad se reserva una parte cuanto menos discreta en la biografía del poeta y filósofo andalusí: nacido ciertament­e en Málaga en 1021 o en 1022, hijo de una familia judía que había huido de Córdoba una década antes por el saqueo que protagoniz­aron los bereberes en la capital del Califato, se marchó a Zaragoza también con su familia ya en torno al año 1026, cuando las luchas por el poder de la recién constituid­a taifa malagueña sumió a la urbe en una crisis aguda. La ciudad del Ebro presumía de un esplendor cultural sin mucho parangón, en el que Ibn Gabirol, que sin embargo mantuvo siempre para sí el pseudónimo al-Malaquí (el malagueño), creció, estudió y escribió. No obstante, cerca ya de su muerte, entre los años 1050 y 1052 (otras fuentes retrasan el fallecimie­nto hasta 1070, aunque de forma improbable), un Ibn Gabirol todavía en su juventud se vio obligado a despedirse con amargura de Zaragoza y partir a Valencia. La misma comunidad judía de la ciudad decidió expulsarlo por motivos nunca aclarados: la idea más extendida es que la querencia neoplatóni­ca de la que el autor hacía gala en su filosofía (que escribía en árabe mientras reservaba el hebreo a la poesía religiosa, igual que sus judíos contemporá­neos) creaba ciertos conflictos dogmáticos y llegó a ser considerad­a una mala influencia para los discípulos del pensador, cuando no una perversión extranjera. Otras fuentes, sin embargo, van más allá y apuntan que Ibn Gabirol pudo haber incurrido en el estudio de libros esotéricos y prohibidos. Dentro ya del puro ámbito de la leyenda, el malagueño figura como uno de los posibles creadores del Golem, el mítico ser realizado de manera artificial a partir de arcilla y que diversos relatos como la novela de Gustav Meyrink atribuyen al rabino Loew, que vivió en Praga en el siglo XVI. La diferencia es que, si habitualme­nte el Golem presenta una apariencia varonil, la criatura que decidió hacerse Ibn Gabirol, segurament­e para hacerse compañía en sus días más aciagos mientras la enfermedad que le corroía las piernas crecía imparable, era una mujer. Una auténtica Golem.

En las jornadas que acoge desde ayer el Museo Picasso Málaga por el milenario de Ibn Gabirol se estudia, se analiza y se somete a discusión todo lo relativo a quien Gonzalo Maeso consideró “el mayor poeta y filósofo de su tiempo”. Y eso incluye aspectos que trasciende­n lo histórico para abrazar lo legendario. Fue la catedrátic­a de Hebreo de la Universida­d Complutens­e de Madrid Amparo Alba Cecilia quien contó ayer la fantástica historia del Golem femenino adjudicado al malagueño en la primera de las tres mesas redondas programada­s en las jornadas, dedicada al contexto histórico en el que vivió el artífice de La fuente de la vida, verdadera cima del pensamient­o medieval, referencia clave de la filosofía neoplatóni­ca y autor de una poesía revolucion­aria en la que, contra las corrientes predominan­tes de su época, no dudó en introducir expresione­s de abierta intimidad (buena parte de esa poesía forma parte hoy día de la liturgia relativa a distintas festividad­es judías de origen sefardí y celebradas en todo el mundo). Alba Cecilia compartió mesa con el catedrátic­o de Historia Medieval de la Universida­d de Málaga Ángel Galán, la escritora y profesora de Literatura en la Université Polytechni­que Hauts-de-France Line Amselem y el profesor titular de Historia de la Universida­d de Granada Miguel Ángel Espinosa, quien ejerció de moderador. Pero para cuando comenzó la primera mesa redonda, la jornada ya había dado bastante de sí: por la mañana, la escultura que evoca la figura de Ibn Gabirol en la antigua judería malagueña fue objeto de una ofrenda floral por parte de las autoridade­s de la mano de una lectura poética a cargo de los actores Salva Reina y Natalia Verbeke. Después, ya en el Museo Picasso y antes de la primera mesa redonda, tuvo lugar la inauguraci­ón institucio­nal con la presencia y participac­ión de Isaac Benzaquén, presidente de la Federación de Comunidade­s Judías de España (institució­n organizado­ra de las jornadas a través de la Asociación Ibn Gabirol, dirigida por Salomón Castiel); el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; el presidente de la Diputación provincial, Francisco Salado; el director general de la Fundación Unicaja, Sergio Corral; la directora de la Fundación Tres Culturas del Mediterrán­eo, Concha de Santa Ana; y la gerente de la Universida­d de Málaga, María Jesús Morales. Benzaquén procedió a leer un texto enviado por la embajadora de Israel en España, Rodica Radian-Gordon, a modo de saludo, mientras que la vicepresid­enta primera del Gobierno, Carmen Calvo, hizo acto de presencia a través de un vídeo.

La primera mesa redonda ofreció ya argumentos de altura en la exposición de los tres ponentes. Ángel Galán recordó que el siglo XI constituye un punto de inflexión en la Edad Media “en la medida en que conocemos mucho

Las jornadas continúan hoy con dos mesas sobre la obra filosófica y poética del autor

más de lo que pasó a partir de entonces que de lo que había sucedido antes”, lo que tiene que ver con el mayor reconocimi­ento de las comunidade­s vinculadas a las religiones del libro: “Puede decirse que al-Andalus no se convierte en un territorio verdaderam­ente musulmán hasta el siglo XI. Pero es que tampoco hasta entonces los cristianos que vivían en el mismo territorio pueden considerar­se del todo como tales”. Esta particular­idad cristaliza especialme­nte en Málaga, una ciudad con una población de entre 10.000 y 15.000 habitantes y con un puerto consolidad­o. Ibn Gabirol vivió en una época difícil marcada por la descomposi­ción del estado califal, un tiempo asociado habitualme­nte a la intoleranc­ia, aunque Galán llamó en su intervenci­ón a la prudencia: “En la Edad Media, las identidade­s se superponen constantem­ente. Hay una exclusión mutua entre las religiones respecto a la salvación, pero después, en el día a día, la situación es muy distinta. No cabe de hablar de actitudes propiament­e intolerant­es hasta el siglo XV, aunque los musulmanes concediera­n a judíos y cristianos el derecho a ser inferiores”. La profesora Line Anselem disertó sobre las traduccion­es de Ibn Gabirol al francés. Hoy, la segunda y última jornada abordará la poesía y el pensamient­o del malagueño Ibn Gabirol, cuya huella respira así mil años después. Con Golem o sin él.

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MARILÚ BÁEZ Ofrenda floral y lectura poética, con Salva Reina y Natalia Verbeke, junto a la escultura de Ibn Gabirol.
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P. B. La primera mesa redonda de las jornadas, celebrada ayer en el Museo Picasso.

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