El ZAS del olvido
El último miércoles de abril es considerado como el Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido, un día para recordar los efectos adversos para el bienestar y la salud de la personas, efectos que van más allá de la perturbación del sueño, del descanso y estrés. La situación que nos ocupa este año es muy diferente al anterior, donde en entornos tan habitualmente castigados y saturados de contaminación acústica, como puedan ser el Romeral y el Centro, fue posible escuchar el propio silencio ante la falta de vida en las calles. Poco a poco la situación va volviendo a una nueva normalidad, exactamente igual a la anterior, donde el ruido ambiente empieza a enmascarar los sonidos del quehacer diario, donde poco a poco las calles y plazas se saturan de público alrededor de uno u otro local de hostelería, los músicos callejeros vuelven a ocupar los sitios más transitados, locales de hostelería que apresuran su apertura ante el aumento de la movilidad en una zona considerada como saturada, mientras que otros están a la espera de poder en su interior ofrecer conciertos de pequeño formato. ¿ Es ésta la nueva normalidad en lo que al ruido se refiere? Considero oportuno recordar en este día, al que este ayuntamiento prefiere pasar por alto un año más , que tras un largo proceso administrativo hace ya un año y medio se llevó a cabo la aprobación del ZAS (Zonas Acústicamente Saturadas), algo tan esperado y soñado por los residentes del Centro y Romeral, con el objetivo mejorar sus condiciones de vida, de reducir la contaminación acústica con una serie de medidas que brillan por su ausencia. Nada de ello se sabe, salvo que se formó una mesa de trabajo que nunca se reunió; mientras tanto, la percepción que se tiene en la calle es muy diferente: locales que se siguen reconvirtiendo, ocupaciones que superan los límites establecidos, espectáculos a pie de calle y, para colmo, lo que nos espera con los conciertos de pequeño formato a los que el área competente les abre las puertas. Es como si ese documento aprobado y tan deseado por todos los residentes, y en especial los que bajo sus viviendas se ubica un bar, discoteca o similar, ha terminado en el fondo de un cajón, o ha caído en el olvido tras el año de silencio por el Covid. La actividad económica poco a poco se va regularizando, en breve empezarán a llegar más turistas, los horarios se irán flexibilizando y las mascarillas quedarán como un mal recuerdo, ¿será entonces cuando vuelva la normalidad? Pero con la preocupación por parte de residentes de que si lo que va a venir va a ser aún peor y si serán otra vez ellos los que hagan ver a terceros los excesos, abusos y saturaciones que dieron lugar a ese ZAS que ha caído en el olvido. Óscar Agudo Ruiz (Málaga)