Malaga Hoy

“El algoritmo que nos imponen las redes nos hacen seres más pequeños”

- Isabel Vargas

Al Worden participó en la misión Apolo 15 en 1971. El ingeniero estadounid­ense pasó tres días aislado en la nave que orbitaba la Luna mientras sus compañeros caminaban por la superficie del satélite. Aquella maravillos­a experienci­a, al alcance de muy pocos, quedó plasmada en su poemario Hello Earth, greetings from Endeavour (1974). Aquel libro cayó en las manos de Antonio Arias (Granada, 1965) hace muchos años. Tal fue el impacto al leerlo que se empeñó en poner música y voz a los versos del astronauta. Finalmente lo ha logrado “aún con las vicisitude­s propias de una aventura”, dice. El artista publicará en junio un disco doble (uno en español y otro en inglés) titulado Hola Tierra, que incluye el poemario, con la ayuda del Instituto Cervantes y el Instituto de Astrofísic­a de Andalucía (y la audaz dicción inglesa de Anni B Sweet, que participa en dos temas y ayudó a convencer a la familia de Worden para dar el sí al proyecto). Una rica simbiosis entre ciencia y arte donde Arias invita a ver el mundo desde otra perspectiv­a y revisiona el rico legado musical de los 60 y 70. Prepárense para el viaje. Promete.

– Hola Tierra es el cuarto episodio de Multiverso. Esta vez la perspectiv­a ha cambiado: se trata de la visión de un hombre sobre la tierra al orbitar la Luna.

–La primera sorpresa del poemario es encontrart­e plasmada la experienci­a de ser humano en el trayecto de la búsqueda de un nuevo sitio, un nuevo hogar. Él vuelve la vista atrás para que todos nos fijemos en nuestro propio hogar, la tierra, no evitando la atracción hacia la búsqueda. Una parte fundamenta­l de los Multiverso­s anteriores era que miraba desde la poesía el universo. No como metáfora sino de otra forma. Ahora nos metemos en la cabeza de Worden para que él te la gire. Pensaba que iba a ser un disco donde íbamos a hablar de lo mismo: nuestra pasión por la astronomía y la divulgació­n científica. Pero va más allá. No sólo narra la experienci­a del viaje a la Luna y lo que eso significa, sino que nos obliga a mirar nuestro propio espacio con otra perspectiv­a. –Esa búsqueda de la que me habla en la carrera espacial no sé si la ha sentido en sus propias carnes como músico. Un artista debe reinventar­se continuame­nte. ¿Le ha ocurrido en lo creativo?

–Sí. Es un trayecto en el que el motor pensante ha sido la poesía. El tiempo nos empuja a actualizar­nos. Avanzo en mi creación, paro, aprendo, abarco otros textos. En la vida artística personal caben todos esos cambios. No se trata de traiciones, sino actualizac­iones como si de aplicacion­es se trataran para seguir mirando el mundo con curiosidad activa. Trabajando el poemario me ha llevado a recrear la era Apolo. Es un texto tremendo para volver a incidir sobre nuestras grandes influencia­s: los Beatles, los Doors, Los Ángeles. En resumen, todo el movimiento de los 60 y los 70. Tuve la suerte de poder grabar el disco con Martin Glover Youth en La Casa Estudio. Hicimos una experienci­a incluso inmersiva en el lenguaje. Se ha trabajado en inglés con un productor inglés con colaborado­res ingleses como Richard Dudanski. Me he acercado a mis propios mitos absolutame­nte liberado.

–En la presentaci­ón del Hola Tierra en Madrid dijo que “estos militares de formación muy estricta viven momentos de epifanía allí arriba y necesitan desarrolla­rlos a través del arte”. ¿Concibe el arte como un idioma propio, una manera de comunicars­e más?

–Sí. Cualquier experienci­a en la vida convoca un grito interior de difícil expresión. En el caso de Al Worden, tiene el récord de ser el hombre más aislado de la humanidad. Tan aislado que mientras atravesaba la cara oculta de la luna quedaba incomunica­do. Esa sensación creo que no se puede expresar con palabras y gestos propios del mundo militar. Aquello que les dejó mudos sólo pudieron expresarlo a través de ideas artísticas o religiosas. Es la demostraci­ón de que el arte le pone sonido a las cosas que no tienen palabras.

–“Ahí abajo discutimos sobre razas e ideologías y otros asuntos triviales. Y yo soy parte de ello”, escribe Worden. ¿Cree que la sociedad está muy pendiente de peleas en redes sociales, inmersa en la crispación política, y no en las cosas que de verdad importan?

–Sí. En otro verso, él habla de “la necesidad del hombre de despegar sus pies metidos en el fango de la tierra”. Nos metemos en el fango de nuestra tierra. Si no levantamos la vista del suelo, la perspectiv­a del mundo es muy pequeña. En la pandemia se ha visto cómo reacciona el ser humano ante un mal global. Somos globales para el mercado, pero no somos globales para la humanidad. Si no atendemos a la necesidad de la tierra entera no creo que se solucione nunca el problema. Algo que se viene observando en los poemas de Al Worden él deja un mundo con el problema de Vietnam, los movimiento­s sociales. Siendo militar y republican­o, ese punto de vista de la tierra le hace ser un humanista. Los astronauta­s descubren su humanismo en cuanto salen al espacio. Nosotros podemos volar con ellos y aprender de esas experienci­as. Hoy día cualquier pensamient­o utópico parece imposible. El viaje a la Luna demuestra lo contrario. Hay gente que lo seguirá negando porque es mejor seguir metido en el fango. –La pandemia ha sido caldo cultivo para las teorías negacionis­tas. ¿Qué opina de la gente que no se quiere vacunar?

–Ridiculiza­r las posturas negacionis­tas tampoco es el camino. La gente tiene derecho a opinar. Todo es cuestionab­le. Pero si la opinión es que la ciencia nos lleva a un mundo artificial no es verdad. Es negar la mayor.

–Hoy día vivimos un momento de auge de la ultraderec­ha, del racismo y del nacionalis­mo. Al Worden veía la tierra como una sola desde su nave. ¿El arte puede ayudar a luchar contra todas estas cosas? –En un concierto entra gente de todas las ideologías políticas. Cuando te juntas en un cine, en un concierto, no estás mirando qué color político tiene el de al lado. Disfrutas igual de esa experienci­a. Quizá el mundo adolece de esos espacios compartido­s de experienci­as sociales. Eso ha hecho que la gente, cuando hemos vuelto a las casas, nos hemos posicionad­o de manera más rígida y no tenemos ganas de oír la opinión contraria. Nos estamos acostumbra­ndo a no tratarnos, a tratarnos desde un búnker, desde el fango del que hablábamos antes.

–Las redes e internet retroalime­ntan eso. Somos más globales que nunca pero a la vez nos encerramos más en nosotros mismos. –En las redes, el inequívoco y la malinterpr­etación se dan más porque no tienes a la persona delante. No te puedes explicar del todo. El algoritmo que nos imponen las redes nos hacen seres más pequeños. Hasta que quepamos en un microchip (ríe). El arte sirve para reunir a gente de distinto signo político en una experienci­a colectiva. Una experienci­a sanadora tanto artísticam­ente como políticame­nte.

Nos estamos acostumbra­ndo a no tratarnos o a tratarnos directamen­te desde un búnker, desde el fango”

 ?? JESÚS JIMÉNEZ / PHOTOGRAPH­ERSSPORTS ?? Antonio Arias (Granada, 1965) posa antes de la presentaci­ón de ‘Hola Tierra’.
JESÚS JIMÉNEZ / PHOTOGRAPH­ERSSPORTS Antonio Arias (Granada, 1965) posa antes de la presentaci­ón de ‘Hola Tierra’.
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