Malaga Hoy

“Preferiría a Espinete antes que a Ayuso”

- Juan de la Huerga

–Tecleo su nombre en Google y no me sale una mísera entrada de Wikipedia. ¿Usted quién es?

–Uno que pasaba por aquí y decidió ponerse a hacer cosas. A ver si consigo una entrada, ¿no? ¿Siendo periodista no puede empujar? –Una crítica de su libro Yo, adicto lo califica como “divertidís­imo”. ¿Cómo se consigue conservar el humor profundiza­ndo en un asunto tan tenebroso?

–El humor, negro, fue una herramient­a vital. Conseguí resignific­ar mi dolor a través del humor. Contrario a lo que se piensa, el humor no resta un ápice de seriedad a aquello que se trata, pero, a menudo, sí ayuda a que pese menos y a hacerlo más respirable. En una clínica hay mucho dolor y oscuridad, pero también mucha alegría. Sería irreal y falso si no lo hubiese contado así. –Emborracha­rse o colocarse mantienen intacto su prestigio social en España. ¿Cómo es de delgada la línea que separa el arte de vivir de la autodestru­cción? –Ciertos consumos y adicciones están más que normalizad­os no sólo en nuestro país, sino en el mundo. Pero no me atrevo a generaliza­r. La autodestru­cción es algo muy personal e íntimo. Cada hoyo tiene una profundida­d diferente. Esa línea la debe situar cada uno. No hay reglas ni fórmulas. –¿Es incoherent­e que el mismo actor que boicotea una marca por experiment­ar con ratas se meta en el camerino medio gramo de cocaína comprado a un traficante que ha estrangula­do a una familia?

–Usted ve mucha ficción, ¿no? Si algo me sorprendió de mi ingreso es que nadie pertenecía a la farándula. Unir la droga al mundo de la fama es irreal. Quizá existe esa leyenda por los medios, pero hay mucho más drama de adicción en personas anónimas que en el mundo de los focos. Comencemos a romper estos estereotip­os. No ayudan a nadie. –¿Cómo se ve el siniestro mundo de la droga desde la barrera? ¿Se consume más, menos, igual?

–Me sorprende lo mucho que se consume. Ahora soy muchísimo más consciente. Pero las drogas y el alcohol han existido y existirán siempre. En el libro hablo extensamen­te de esto. El problema no son las drogas ni el alcohol, somos nosotros; cómo las utilizamos y qué tapamos o evitamos afrontar al usarlas. Ésa es la verdadera enfermedad. –Se cumplen 25 años de Trainspott­ing. ¿Ha sido la película que más fielmente ha mostrado a los yonkis? ¿Se vio reflejado? –No. En Trainspott­ing se habla de una adicción concreta, la de la heroína, y no he sido heroinóman­o. Hay películas que me interesan mucho más. Le recomiendo Drugstore cowboy, Réquiem por un sueño, El pico, Arrebato, Martín Hache...

–El libro es su “segunda salida del armario”. Quizás sea más difícil admitir que no bebe que apuntar su orientació­n sexual. –Probableme­nte. Gracias a la evolución social hoy la orientació­n sexual es un tema menos tabú. Menos mal. Pero, ojo, no caigamos en triunfalis­mos. Queda mucho por hacer. Este año ha habido muchas agresiones homófobas y tránsfobas. En general, mostrar cualquier caracterís­tica que te aleja de la “masa respetable y biempensan­te” sigue siendo un trago y un paso muy difícil de dar. La culpa y la vergüenza no han desapareci­do aún de nuestra sociedad.

–¿A su madre no le inquietaba que con 12 años viera Lo que el viento se llevó? –No, pero la primera vez que la vi lo hice acompañado de mis padres y me dijeron: “La vemos juntos y lo que no entiendas, nos preguntas y te lo explicamos”. Siempre he sido muy peliculero. –Trabaja con Penélope Cruz. ¿Qué nos perdemos de la mujer los que sólo conocemos a la actriz? –Muchas cosas y le diré que todas muy bonitas.

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–¿Qué puede contar de Madres paralelas, el nuevo proyecto de Almodóvar? –Va a ser una preciosida­d y no le puedo decir más. Pero gracias por intentarlo. –Odia Moulin Rouge y Amélie al nivel de “querer prenderse fuego”. ¿Es alérgico al romanticis­mo? –Al baboso, sí. Me causa urticaria. El romanticis­mo per se me gusta, pero las ficciones que parecen frases de autoayuda de tazas del Tiger, con tanto amor tóxico en la ecuación… Eso de “no puedo vivir sin ti”. Ese mundo me saca de quicio. Ya es hora de poner sobre la mesa que Amélie no es buena persona, sino una psicópata. –¿Qué hay en Fellini que lo deja absorto?

–Magia. Fellini es magia y poesía en estado puro. Construyó un universo personal, único, atrevido, emocionant­ísimo. Es uno de los grandes maestros del cine. Alguien decía que si existe el cielo, tiene que sonar la banda sonora de Amarcord en él. No puedo estar más de acuerdo.

–Si en 2012 pensaba que la ironía se ha perdido y que somos menos berlanguia­nos. En 2021...

–En 2021 me quedo callado. La realidad nos ha dejado a todos sin argumentos. Ahora me preocupa cuándo terminará todo esto. ¿Hay final? ¿O vamos a vivir un descalabro interminab­le? –Estudió Cine en Los Ángeles. ¿No le tentó quedarse? –Me llamó Pedro [Almodóvar] y lo dejé todo por él. Volvería a hacerlo sin pensarlo un segundo.

–Estuvo dos años en la Metro Goldwyn Mayer. ¿Para cuándo una leona en vez del melenudo macho?

–Ya va siendo hora, ¿no? ¿Sabe que las leonas son las que hacen la mayor parte de la caza para la manada? Es hora de bajar de su pedestal al león, creo yo. –Tiene un perro que se llama Paco. ¿Por Martínez Soria, Umbral o Porras? –Por ninguno. Si tuviese que elegir, sería Paco España, que tiene un pasodoble, La Tomate, que pongo mucho en casa para hacer la flamenca cuando no me ve nadie.

–No esconde su simpatía por Mónica García, la lideresa de Más Madrid. Usted también prefiere a Ayuso antes que a Iglesias... –Mónica es lo más. ¿Cuándo vamos a tener la oportunida­d de tener como presidenta a una mujer tan comprometi­da y curranta? Quiero ver a todos los partidos de izquierdas pactar tras las elecciones y conseguir la Comunidad de Madrid. A Ayuso no la quiero ni en pintura. Preferiría a Espinete antes que a ella.

El problema somos nosotros, no las drogas; cómo las utilizamos y qué tapamos o evitamos afrontar”

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ANTONIO NAVARRO WIJKMARK

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