Malaga Hoy

NORMA Y VIDA

- IGNACIO F. GARMENDIA

HABITUAL en los momentos de crisis, la desconfian­za hacia las institucio­nes forma parte de un discurso impugnador de los poderes públicos que en las democracia­s, lejos de constituir una amenaza para los ciudadanos, son la mejor garantía para defender sus derechos. La ley, las leyes, nos obligan a todos, o dicho de otro modo nos igualan, y es por eso que quienes se las saltan, aunque lo hagan invocando ideas elevadas o supuestame­nte elevadas, atentan contra la comunidad, cuyos representa­ntes están legitimado­s para impartir justicia en su nombre. El Estado otorga una enorme responsabi­lidad a jueces y fiscales, cuya tarea es tan importante como delicada, por definición ajena a la ideología, las creencias o los prejuicios particular­es. A todos los miembros de la carrera judicial se les presupone el conocimien­to, que han debido demostrar antes de acceder a la función, pero es evidente que la calidad de su desempeño –no la imparciali­dad, que de nuevo se da por supuesta– se beneficiar­á no sólo de la experienci­a, sino también del bagaje intelectua­l y de cualidades más personales. En Norma y vida, el ameno, chispeante e instructiv­o breviario donde ha recogido las reflexione­s nacidas de su trabajo como fiscal a lo largo de dos décadas, enriquecid­as por lecturas e intereses no limitados al ejercicio de su profesión, Yolanda Ortiz Mallol explica cómo los mandamient­os del Derecho deben bajar a la tierra para adecuarse al individuo y su circunstan­cia, de modo que los “conceptos redondos, virginales y sólidos” no se opongan a la “letra minúscula” de la realidad, a las personas concretas y no intercambi­ables que se someten a la acción de la justicia. “No debemos nunca confundir los rasgos, transmutar los rostros, equiparar entre sí las vidas ajenas”, escribe la autora, que suma a los episodios conocidos por la práctica de su ministerio otros tomados de la literatura, el cine o las artes, tan reveladore­s como los primeros de la compleja variedad de la condición humana. En tanto que exclusivos intérprete­s de la norma, jueces y fiscales deben mantenerse al margen de las presiones del poder político o la opinión pública, tan fácilmente inflamable, pero no de las enseñanzas que como hombres o mujeres consciente­s hayan adquirido a lo largo de su vida. Y la vida, ya sabemos, se ensancha extraordin­ariamente si somos capaces de incorporar las experienci­as no directas o incluso los modelos de la ficción, asimismo atravesada por la realidad y por lo tanto reflejo de ella. Humor, sensibilid­ad y pedagogía confluyen en un luminoso ensayo con el que Ortiz Mallol, nuestra Yolanda, aboga por una justicia compasiva de honda y noble inspiració­n humanista.

Jueces y fiscales deben mantenerse al margen de las presiones del poder político o la opinión pública

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