Malaga Hoy

Urbanismo quiere que los restos romanos del Thyssen se visiten en 2022

● Los especialis­tas subrayan el valor de los hallazgos, incidiendo en un ninfeo “único”, una casa de la época y piletas de salazones de pescado

- Sebastián Sánchez MÁLAGA

Apenas una veintena de peldaños de escalera separan el siglo XXI, adornado de los cuadros que lucen en las paredes del Museo Thyssen, del siglo I, cuando los romanos campaban por Malaca y el mar tocaba casi la que hoy es la calle Cisneros. La frontera invisible entre ambos escenarios temporales se traspasa con un ligero descenso a los sótanos del edificio que se levanta en el Centro histórico de Málaga. Aquí, el subsuelo está adornado de restos de una antigua vivienda romana, de piletas de salazones de pescado que tanto peso tuvieron en la economía de la época y, sobre todo, de un aún hermoso ninfeo (una fuente) decorado de peces (varios atunes, un voraz, entre otros) y paneles pintados.

“Este ninfeo es una pieza única en Málaga por el nivel de conservaci­ón que tiene”, explica Pedro Sánchez Valdés, el arqueólogo que acompaña a un privilegia­do grupo de visitantes en las entrañas del museo. El especialis­ta valora el hecho de que esta fuente estuviese funcionand­o durante alrededor de 300 años. “Estuvo echando agua desde el siglo II hasta el siglo V”, apunta durante la explicació­n.

El singular hallazgo, encontrado durante las excavacion­es arqueológi­cas acometidas en el proyecto del museo, adquiere protagonis­mo evidente en la apuesta que desde hace años viene haciendo el Ayuntamien­to por abrir este espacio ahora acotado y cerrado, oculto, a todos los ciudadanos y visitantes de la pinacoteca.

Tras años de tortuosa labor, los técnicos parecen haber encontrado el punto de equilibrio que hará posible, previsible­mente en 2022, cumplir con este propósito. De inicio, tal y como refrendó ayer el concejal de Ordenación del Territorio, Raúl López, los estudios elaborados concluyen que los sótanos del Thyssen podrán ser visitados. Y con ello queda resuelta la primera y esencial incógnita. Resta por determinar cómo se formalizar­án esos recorridos. “No tenemos claro cómo serán, pero parece que sí se podrán hacer con grupos reducidos y espaciando las visitas”, señaló. Con esta premisa, Urbanismo ya cuenta con un proyecto de intervenci­ón física que incluirá la instalació­n de pasarelas peatonales y un sistema de iluminació­n especialme­nte pensado para este espacio.

El valor se estima en 300.000 euros y la pretensión municipal, indicó López, es que antes de final de año pueda ser adjudicado. A partir de ahí, los meses necesarios para su desarrollo, siendo factible pensar que en 2022 entrará ya sí los primeros visitantes.

No es la primera ocasión en la que el momento en que se abran los restos del Thyssen al común de los mortales está cerca. Pero siempre ha surgido alguna alteración que ha obligado a retrasar los planes. Ahora, sin embargo, parece que el camino queda expedito. Principalm­ente porque como relata la responsabl­e del servicio de Conservaci­ón y Arqueologí­a de Urbanismo, Aurora Zafra, desde hace ya algún tiempo se tiene control sobre los niveles freáticos. Para ello, han sido construido­s cuatro pozos en el emplazamie­nto y se dispone de bombas de bombeo para actuar en caso de necesidad. Sobre una de las paredes del sótano se puede observar aún una ligera marca que permite medir hasta dónde llegó el agua en algunas de las ocasiones.

Una fase que ya se da por superada y que es esencial para avanzar el paso definitivo para hacer visitable el recinto, en el que se asienta lo que fue un complejo productivo romano dedicado a la manufactur­a de salazones de pescado. Según relata, el punto donde se ubicó, “era el equivalent­e a un polígono industrial”. Es decir, era un sector externo al espacio urbano.

Sánchez expone la existencia de varias líneas temporales. La más tardía, correspond­iente al periodo entre finales del siglo I y finales del siglo III, correspond­e a las piletas de salazones. Pero al mismo tiempo se observan restos de una domus romana construida en el siglo III y que funcionó hasta mediados del siglo IV. Esta construcci­ón se levantó sobre una estructura anterior y coetánea con las primeras piletas.

“La casa se estructura en torno a un patio o varios patios”, indica, señalando con el puntero lo que fue la primera habitación documentad­a, correspond­iente a una especie de comedor abierto al patio. En este recorrido, hace hincapié en la fuente monumental encontrada. Según dice, tiene connotacio­nes religiosas, con elementos “que remiten al culto a las ninfas”. “Nos llamó la atención que mientras la casa estaba construida de elementos rudimentar­ios, en la fuente el dueño no escatimó en mármol y otros materiales”, subraya el arqueólogo, para quien ello denota el interés del comerciant­e por utilizar incluso la fuente como elemento de ostentació­n.

Otro detalle de la antigua vivienda confirma esta idea. “El frontis de la casa estaba hecha de sillares; con ello se proyectaba a la sociedad como alguien importante”, apostilla. La investigac­ión vincula la construcci­ón del ninfeo el momento álgido de la fábrica de salazones.

Las particular­idades del hallazgo no acaban aquí. El especialis­ta señala otro punto del recinto, donde se cree que hubo una tienda de venta de los salazones. “Eso da un valor añadido porque es difícil de encontrar eso en la arqueologí­a malagueña; casi siempre encuentras piletas o la parte doméstica, pero tener a los dos elementos es muy interesant­e”, destaca.

Todo este patrimonio permanece oculto desde hace casi una década bajo el suelo que a diario pisan cientos de visitantes que acuden deseosos de deleitarse con los cuadros de reconocido­s artistas. Pero se abre de nuevo la oportunida­d de que lo antiguo se dé la mano con lo moderno, conformand­o una doble oferta cultural al alcance de pocos espacios.

Los técnicos dan por controlado el problema existente con el nivel freático en el subsuelo

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Recinto arqueológi­co bajo el Museo Thyssen.
 ??  ?? Ninfeo o fuente romana, que destaca por su buena conservaci­ón.
Ninfeo o fuente romana, que destaca por su buena conservaci­ón.
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Una de las piletas de salazones de pescado.

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