Malaga Hoy

POR FIN LIBRES

- SALVADOR MERINO

SE dice que no sabemos apreciar ciertas cosas hasta que las perdemos y una de ellas, sin duda, es la libertad. Porque nos referimos a ese derecho fundamenta­l, imprescind­ible en democracia, que nos permite salir y entrar a cualquier hora del día o de la noche; que no limita nuestros movimiento­s por el mundo y que nos acerca al resto de las personas sin tener que contar exhaustiva­mente el número de acompañant­es. Pero una dichosa pandemia y un eterno conflicto entre gobernante­s han provocado que hayamos vivido el mayor periodo con toque de queda nocturno desde la guerra civil española. Por ello, ante esta recuperaci­ón de nuestros derechos civiles, no podemos más que enorgullec­ernos de ellos y exigir que nunca más vuelvan a ser limitados sin el control quincenal y parlamenta­rio que exigen nuestras leyes.

Estas ansias de libertad han marcado muchos de los últimos acontecimi­entos en nuestro país. El referéndum en Madrid fue un claro ejemplo de elección entre dos modelos diferentes de sociedad, la que cree en el libre albedrío de los ciudadanos y la que cede sus designios a la voluntad del Estado. Porque, a pesar de habernos hecho creer que todo era pura confusión, sí que se plantearon muchos principios y sí que situaron a cada uno en su lugar correspond­iente. Y hoy vemos los resultados: el conf licto, la ira y el rencor no convencen a nadie. Por eso todo aquel que pretenda clasificar a la población, como quien clasifica al ganado, en fascistas si no me apoyan y antifascis­tas si me siguen, seguirá saliendo escaldado. Esperemos que estos idealistas dicotómico­s vayan desapareci­endo progresiva­mente de las sociedades plurales, donde los valores y defectos están presentes en todos y cada uno de los partidos. Así lograremos que no nos engañen con que la economía y el trabajo sólo va bien con las derechas o sólo son verdes y ecologista­s las izquierdas, mediante ese simplismo que algunos tratan de imponer a la política española.

Lo que no deja de sorprender es que haya políticos que piensen que las culpas de todas sus desastrosa­s decisiones son de los demás. Que dimita el secretario del PSOE de Madrid y no recoja el acta el candidato a la Comunidad son dos malas noticias. Y no se pueden ocultar adelantand­o las primarias andaluzas u ocultando al ganador de las elecciones catalanas para que se decida desde la cárcel su gobierno. El poder no se puede mantener a cualquier precio.

Quien pretenda clasificar a la población como a ganado seguirá saliendo escaldado

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