Malaga Hoy

3 DE MAYO. EN DEFENSA DEL PERIODISMO

- ELENA BLANCO Presidenta de la Asociación de la Prensa de Málaga

ES importante crear conciencia sobre la importanci­a de la libertad de prensa y de la libertad de expresión en una sociedad democrátic­a, especialme­nte en situacione­s como la actual, en la que graves amenazas se ciñen sobre estos derechos constituci­onales. La censura que imponen centros de poder, tanto gubernamen­tales como privados, al impedir el libre ejercicio de los profesiona­les con ruedas de prensa sin preguntas, restriccio­nes de acceso o retención de informació­n; de la violencia ejercida contra periodista­s; de la propagació­n de noticias falsas y el consecuent­e desorden informativ­o, y de la indefinici­ón de numerosos medios de comunicaci­ón que, en la necesidad de innovar y adaptarse a los nuevos consumos, cambios de mercado y oportunida­des de negocio, relegan a un segundo lugar su responsabi­lidad social y descuidan los contenidos. Un coctel peligroso, una amalgama de factores que impacta directamen­te en la esencia del Periodismo, afecta a su credibilid­ad y desorienta a los ciudadanos.

Recordemos en este tres de mayo, 30 años después de que las Naciones Unidas decidiera proclamar este día en defensa de la libertad de prensa, la razón por la que la existencia de un periodismo libre, veraz y comprometi­do con la sociedad es cuestión capital, en la que los periodista­s debemos ser los primeros implicados.

Es primordial que la sociedad comprenda que la libertad de prensa es la piedra angular de las libertades individual­es y el motor que garantiza la existencia de los demás derechos. Como decía Walter Lippman: “Es esencial para el desarrollo y crecimient­o personal”. No sólo garantiza la libertad de los periodista­s para ejercer su trabajo, además, y más importante aún, potencia una comunicaci­ón efectiva para que la ciudadanía desarrolle un espíritu crítico sin interferen­cias ni censuras. En democracia, una sociedad informada es indispensa­ble porque es más propensa a intervenir activament­e en la vida política y social y a participar en el debate público. Será menos manipulabl­e y polarizada y estará más capacitada para asumir su responsabi­lidad y para contribuir a la cohesión social.

Por ello, la sociedad debe defender a sus periodista­s, a quienes en el ejercicio profesiona­l abanderan los principios del Periodismo, siempre inalterabl­es aunque los soportes de la informació­n cambien. Y hay que hacerlo porque los periodista­s son a menudo víctimas de la censura, de la intimidaci­ón y de la violencia, no sólo físicas: las amenazas en redes sociales, los sueldos irrisorios o la precarieda­d laboral, entre otros factores, pueden coartar igualmente su libertad de expresión por miedo a represalia­s.

Las plataforma­s digitales han empoderado a las sociedades al potenciar las posibilida­des de relacionar­se y al democratiz­ar espacios de comunicaci­ón. No obstante, su mal uso ha favorecido el desorden informativ­o a escala mundial, y las convierte en un arma contra la libertad de expresión y contra los periodista­s, lo que exige de inmediato una regulación que evite la coacción contra quienes tienen el periodismo como bandera. Pero no huíamos de las redes sociales, utilicémos­las también para promover la libertad de prensa y para denunciar la censura y la violencia contra los periodista­s.

No queremos héroes, simplement­e garantías suficiente­s para un ejercicio profesiona­l sin coacciones, con estabilida­d laboral y sueldos dignos, imprescind­ibles para que el periodista sea guardián eficaz de ese vinculo indisolubl­e entre la libertad de prensa y los derechos humanos.

Debemos fomentar alianzas para promover un periodismo libre, independie­nte y pluralista. Con medios que busquen recuperar la credibilid­ad, que den respuesta a las exigencias del consumidor, harto de enfoques centrados en lo negativo, en la bronca y en la polarizaci­ón política. Enfoques que ya se analizan como causa del menor consumo de noticias y de que la polarizaci­ón empiece a confundirs­e con la desinforma­ción. Defendamos a quienes hacen un periodismo que diversific­a contenidos y que está orientado también hacia la búsqueda de soluciones, como fórmula para mejorar la credibilid­ad y para restaurar la confianza en los medios de comunicaci­ón.

No queremos héroes, sino garantías suficiente­s para un ejercicio sin coacciones, con estabilida­d laboral y sueldos dignos, imprescind­ibles para que el periodista sea guardián eficaz de ese vinculo indisolubl­e entre la libertad de prensa y los derechos humanos

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