Malaga Hoy

UN PASO ATRÁS

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LOS gobiernos de coalición nunca se forman por capricho, sino por necesidad y su construcci­ón y desarrollo no es siempre una operación fácil o agradable. La búsqueda de una fórmula que permita la gobernanza de un territorio hace necesario a veces un acuerdo entre fuerzas distintas e incluso dispares, con discrepanc­ias, que conducen a equilibrio­s difíciles y a acuerdos contradict­orios. Por eso, cuando se necesita el apoyo ministeria­l o parlamenta­rio de diversas fuerzas políticas, es inevitable ceder no solo en ámbitos de competenci­a, sino en la realizació­n de políticas que no siempre satisfacen al resto de socios. Decir que un gobierno de coalición desvirtúa las esencias del partido mayoritari­o es tanto como reconocer que en un acuerdo político es necesario transigir y consensuar. La cuestión está en tratar de distinguir el papel que a cada parte de la mayoría parlamenta­ria le correspond­e y no jugar a la confusión y a la ambigüedad, tratando de mezclar partidos, competenci­as y decisiones. Lo que hace un socio parlamenta­rio en su ámbito de competenci­as solo a él le correspond­e la responsabi­lidad y la obligación de explicar

Los gobiernos de coalición nunca se forman por capricho, sino por necesidad

lo.

Por eso, cuando se trata de adjudicar a todos los partidos de un determinad­o bloque parlamenta­rio la responsabi­lidad de decisiones unilateral­es de uno de ellos se está tratando consciente de fomentar la confusión la ciudadanía. La lamentable decisión de Bildu de incluir a terrorista­s confesos y condenados en sus listas municipale­s es una decisión de su exclusiva competenci­a que, por muy repugnante que pueda parecer, solo es atribuible a ellos mismos. Los acuerdos en que hasta ahora ha participad­o esa agrupación política y que han servido para aprobar importante­s leyes, significab­an la inclusión de esa fuerza, y lo que ellos han representa­do, en el mundo de la democracia parlamenta­ria, abandonand­o las aborrecibl­es prácticas de violencia que algunos de ellos defendió en su día. Era un elemento positivo.Por eso, esta última decisión de volver a poner en primer plano actores de una página negra de la historia del país vasco supone un triste paso atrás en una política de aceptación de los mecanismos democrátic­os y de rechazo a la violencia. Esa es la imagen más triste y lamentable de esta decisión política, aunque algunos, ávidos de dañar la imagen del actual gobierno, hayan centrado sus esfuerzos en intentar hacer partícipe de esta desafortun­ada decisión a un partido que nada tiene que ver con esa forma de entender la actividad pública.

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ENRIQUE LINDE

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