Malaga Hoy

Caerse es proceso

● El Unicaja pierde (79-84) en el partido por el tercer puesto y cierra un fin de semana que no fue el soñado pero que no debe hacer dudar del proyecto porque el equipo tiene alma

- José Manuel Olías

No fue el fin de semana soñado por el Unicaja. Acabó último la Final Four tras caer ante el Lenovo Tenerife (79-84). Se marcha cuarto y sin premio económico. Si en Badalona todo salió perfecto, el cuadro cajista se desenfocó en un pico de la temporada básico, al que había llegado merecidame­nte, favorito en las apuestas y con galones por su extraordin­aria temporada hasta el momento. No salieron las cosas en el Carpena en esta Final Four de la BCL por la que se peleó con denuedo. Sea la presión del anfitrión, el distinto momento de forma de jugadores claves o el arbitraje desquician­te, todo mezclado probableme­nte, la realidad es que el Unicaja ha dudado de sí mismo. Tenía que pasar en algún momento, era irreal el paseo por las nubes desde que en septiembre comenzara la fase previa de la BCL. Hay, pese a las rotaciones de Ibon, un desgaste largo. Tras 11 victorias consecutiv­as, el Unicaja ha encadenado tres derrotas por primera vez en toda la temporada justo antes de la tormenta de duelos ante el Lenovo Tenerife, que se llevó el primer asalto, los 100.000 euros en los que estaba valorado el duelo y quizá algo de ventaja moral. Eso sí, el honor sigue intacto. No le salieron las cosas al Unicaja, pero negó la derrota y tuvo opciones de ganar después de entrar 14 puntos abajo en el último cuarto. Perry lideró la remontada, pero tampoco entró un triple del americano para poner por delante en el último minuto. Doornekamp metió un triple matador para sentenciar.

El partido no fue una pachanga, como a veces deviene este tipo de duelos. Se jugó con ritmo y con ganas por parte de los dos equipos. Sin un exceso de despliegue táctico y de ajustes en vista de lo que viene, pero con profesiona­lidad y competitiv­idad. Y acabó convirtién­dose en una cuestión de honor. Es un partido habitualme­nte marrón a nivel de clubes, pero fue agradable de ver. Los dos equipos entraron relajados y con capacidad para meter puntos. 29-31 era el marcador al final de los 10 primeros minutos, con el Tenerife fallando sólo dos tiros a canasta. Las defensas no eran una maravilla pero se imponían los ataques.

El Unicaja empezó a desquiciar­se con el arbitraje. En esta Final Four ha quedado confirmado que es paupérrimo en la BCL. Una competició­n pierde seriedad sin los mejores jueces de cada país. El enfado era evidente y Alberto Díaz veía una técnica y desafiaba como no se suele ver jamás al capitán después de que le señalaran una simulación cuando parecía que el contacto era claro. Como pasó en algún tramo anterior de la temporada, no supo gestionar la frustració­n el cuadro de Ibon Navarro y el Lenovo, maestro a la hora de marcar tiempos y castigar desajustes en los rivales. Después de que el Unicaja marcara sólo nueve puntos en el segundo cuarto, el cuadro de Txus Vidorreta se marchaba por 15 (38-53).

En la reanudació­n, técnica a Osetkowski en la primera defensa. Poco después, a Ibon Navarro después de que no señalaran un clamoroso dos más uno a Kravish en un contraataq­ue en el que le desequilib­raron. No obstante, el Tenerife seguía jugando mejor, con una circulació­n de balón óptima y encontrand­o tiros liberados. El partido se movía en la frontera entre los 10 y los 15 puntos a favor de los canarios. Menos revolucion­ados y con las ideas más claras, mandaban por 14 puntos en los 10 minutos finales (52-66).

En los partidos determinan­tes del Unicaja esta temporada siempre aparecía algún salvavidas, era una de las garantías de este equipo, la profundida­d para que prácticame­nte cualquiera de los 12 agarrara el partido por los cuernos en un momento dado. Apareció Perry y el base americano lideró una reacción que levantó al Carpena. No ha sido lo soñado, pero se han vivido cosas bonitas este fin de semana, como esa comunión con la afición y también el saber perder, algo que no es fácil cuando no se alcanza lo esperado. Es parte del proceso de crecimient­o de este grupo de jugadores que va a seguir unido al menos hasta 2025 en su gran mayoría, gestionar las decepcione­s juntos. Y se han ganado el crédito para pensar que se levantarán. Y hay un motivo más para intentar ganar la Basketball Champions League 2023/24. Ya se ha visto que no es sencillo. Y hay que darle mérito.

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CARLOS GUERRERO
Los jugadores del Unicaja reciben un galardón. CARLOS GUERRERO

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