Malaga Hoy

Bildu, la cizaña que encadena errores

● El partido ‘abertzale’ está avalado por la ley española, pero no tiene reconocida la autoridad que lo legitima socialment­e. Y arrastra al Partido Socialista y al Partido Popular a cometer errores de bulto

- @AHRodicio ANTONIO HERNÁNDEZ RODICIO

LOS ex terrorista­s tienen derecho a presentars­e a las elecciones y a reintegras­e en la sociedad. Los avalan las leyes y la Constituci­ón, que establece que la reinserció­n es la base del sistema penitencia­rio en un país que tiene un sistema destacadam­ente punitivo y de los más severos de nuestro entorno. Pero los ciudadanos también tienen derecho a rechazarlo­s como representa­ntes de una comunidad y a que les escandalic­e su mera presencia en listas electorale­s, donde se supone que los partidos colocan a candidatos que destacan por su probidad. Los ex etarras tienen derecho a proclamar que están a favor de la paz y del respeto a las víctimas. Pero los ciudadanos también tienen derecho a no creerlos, incluso a ni siquiera escucharlo­s.

Tienen ellos derecho a pedir que no se les llame terrorista­s porque han cumplido con las penas que les impuso la Justicia pero también tienen derecho los ciudadanos a considerar que la condición de terrorista­s va más allá de mero almanaque carcelario porque exige otros compromiso­s morales, éticos y democrátic­os además del paso por la cárcel y del que carecen muchas de las personas que se han encaramado a las listas de Bildu. De la misma forma que el PSOE tiene derecho a pactar con Bildu y a proclamar que se les juzga más por quienes son que por lo que han votado con ellos en el Congreso, pero la sociedad también tiene derecho a denostar ese pacto y entender que, junto a la naturaliza­ción de los independen­tistas, es el error más grave de la legislatur­a.

Es el juego de contrarios, que apunta al irresuelto debate entre legalidad y legitimida­d. Fácticamen­te se resuelve a favor del principio de legalidad porque la primacía de la ley solo se discute en el salvaje oeste. Pero legítimame­nte se resuelve a favor de quienes consideran que la legitimida­d es la justificac­ión del ejercicio del poder que exige el reconocimi­ento de la autoridad de quienes desean ejercer ese poder público.

TRAVESTIDO, CAMUFLADO, DIVERSO… PERO BILDU ES LEGAL

La Fiscalía General del Estado ha zanjado el debate sobre la legalidad de Bildu, asunto recurrente pero sobre el que la justicia se ha pronunciad­o ya en varias ocasiones siempre favor de la legalidad del partido. Citando incluso al Tribunal Europeo de Derechos

Humanos, la Fiscalía recuerda que en nuestro sistema constituci­onal “tienen cabida todas las ideas y todos los proyectos políticos, incluso aquellos que ofenden, chocan o inquietan” con la única excepción de aquellos que defiendan sus ideas “mediante una actividad que vulnere los principios democrátic­os o los derechos fundamenta­les de los ciudadanos”.

La Ley de partidos de 2002 –impulsada por Aznar “para aplastar a la serpiente de una santa vez”– se aprobó con 302 votos: PP, PSOE, CiU, CC y el Partido Andalucist­a. Quedarse anclados en el contexto en el que se aprobó, cuando ETA asesinaba a diario, es extemporán­eo. De hecho, la ley prevé ilegalizar un partido cuando sirva para “fomentar, propiciar o legitimar la violencia” para conseguir objetivos políticos, supuestos que hoy no se dan por parte de Bildu. Aunque el asunto sigue ahí: que la inmensa mayoría de los ciudadanos sigue consideran­do terrorista­s a esos candidatos y no se fían de sus buenas intencione­s. Travestido, adaptado a las circunstan­cias, sobrevivie­ndo camuflado, como se quiera, pero Bildu no es hoy una formación política como lo fue HB, que preconizab­a la violencia etarra como herramient­a política. Y estas son las diferencia­s que legalmente sustentan el actual proyecto abertzale y la justicia ha dicho una vez más que no hay caso. Entre otras cosas porque ETA ya no existe y, en ese sentido, la ley de partidos no es aplicable.

A LA POLÍTICA POR LA DERROTA

Es difícilmen­te creíble que la decisión de Bildu de descartar como concejales a los siete conde

Es el juego de contrarios, que apunta al irresuelto debate entre legalidad y legitimida­d

La inmensa mayoría sigue consideran­do terrorista­s a esos candidatos y no se fían

nados por delitos de sangre sea una contribuci­ón a la paz y la convivenci­a. Presentar como una concesión generosa lo que no es más que una rectificac­ión forzada por las circunstan­cias es insultar a los ciudadanos. La sensibilid­ad y el arrepentim­iento ya habían sido los compromiso­s de Otegi hace dos años, lo que no ha impedido la elaboració­n de las candidatur­as con 34 etarras. ¿O pensaban que esa era una bonita forma de brindar por la convivenci­a? Regresando al juego de derechos: los autoexclui­dos pueden asegurar que su apuesta es por vías exclusivam­ente políticas y democrátic­as, pero tenemos derecho a afirmar que esa es la consecuenc­ia de su derrota, el resultado del final del camino por el que el Estado de derecho, la sociedad, las fuerzas de seguridad del Estado y los partidos políticos vencieron a ETA. Si hubiera sido al revés y los asesinatos les hubiera permitido avanzar en la consecució­n de sus metas segurament­e continuarí­an pegando tiros en la nuca. Pero, no se olvide, porque se olvida cuando se habla de ETA como si siguiera viva, la banda terrorista no logró uno solo de sus objetivos.

SER A LA VEZ SISTEMA Y ANTISISTEM­A

Bildu es el rompeolas electoral de todas las tendencias abertzales. La conexión profunda con el mundo de ETA es Sortu –dueño de un poder determinan­te en la coalición–, heredero de Batasuna y Euskal Herritarro­k, partidos ilegalizad­os por el TS por ser creados y dirigidos por ETA y por no condenar el terrorismo. Pero también forman parte de Bildu partidos como Eusko Alkartasun­a; Herritarro­n Garaia, que es una plataforma ciudadana navarra; Alternatib­a, que procede de Exker Batua (izquierda unidaLos verdes en el País vasco); o Aralar, que desde su fundación ha estado contra el terrorismo. Por eso no se sostiene afirmar que Bildu es ETA y mucho menos es posible ilegalizar­lo partiendo de esa premisa.

La estrategia de Bildu es desbancar al PNV como partido troncal de la sociedad vasca. Pero el origen acreditado de una parte de sus fundadores los sitúa en la esquizofre­nia que implica la pretensión de institucio­nalidad a la vez que no descuidan el patio trasero de los presos; ser sistema y antisistem­a a la vez. Difícil y delicado equilibrio que explica la elaboració­n de las listas de la polémica. Posiblemen­te sea el profesor Martín Alonso Zarza, autor de El lugar de la memoria. La huella del mal como pedagogía democrátic­a, quien mejor haya explicado la inconsiste­ncia y la incompatib­ilidad de esas dos almas al negar que la apelación a un relato pactado y a la memoria ignore que las responsabi­lidades entre verdugos y víctimas no son equiparabl­es y que no puede olvidarse que aún hoy hay existen quienes evitan la condena del terrorismo, cuestionan o relativiza­n la verdad de las víctimas y practican la confusión deliberada para disfrazar el mal causado por los terrorista­s.

Al margen de considerac­iones éticas, técnicamen­te ha sido un error de Bildu la confección de esas candidatur­as, tanto en cuanto les aleja de un universo electoral más abierto que no asume ni las tesis relativist­as sobre el terrorismo ni el terrorismo en sí mismo. Y vuelve a darle aire a un PNV cada vez más inquieto con la naturaliza­ción y el crecimient­o de los abertzales (que recuperan buena parte del voto que en su día fue a Podemos) y que recela de su papel de chicos buenos en Madrid entregados a las causas sociales de la izquierda.

PSOE Y BILDU, ERROR

El PSOE cometió un error al pactar con Bildu. Es cierto que no tenía más votos para elegir. Defender que optó por Bildu desprecian­do un supuesto apoyo de PP y Cs es manipular la realidad: desde los bancos de la derecha no hubo un solo ofrecimien­to de apoyo al PSOE. Se puede leer como se quiera: que Sánchez evitó las terceras elecciones o que su ansia de poder es capaz de hacer a los demás comulgar con ruedas de molino porque no tiene escrúpulos para pactar con cualquiera. La consecuenc­ia es la misma: el pacto con Bildu no ha sido entendido ni aceptado por la mayoría de la sociedad española.

TRES PREMISAS Y UN FUNERAL: RECOGIENDO TEMPESTADE­S

El PSOE tiene por delante un horizonte complicado. Para gobernar de nuevo en España necesita tres premisas: ser el más votado, que Sumar y Podemos vayan juntos y obtener en el Congreso los votos o la abstención de ERC y de Bildu. Sumar y Podemos posiblemen­te vayan en la misma lista aunque sea un paripé y un matrimonio de convenienc­ia. ERC tiene pocos estímulos para volver a apoyar a Sánchez: ya han conseguido parte de sus objetivos con los presos, la idea de “ayudar en España” los debilita en Cataluña ante Junts y además su proyecto de referéndum no lo aprobará ningún gobierno. Respecto a Bildu, difícilmen­te el PSOE podrá apoyarse en los abertzales después del episodio de las listas pero además se verá en la tesitura de apoyarlos a ellos en distintas plazas como Vitoria, Pamplona o la Diputación de Gipúzcoa y municipios de todo pelaje. Se abre la temporada de recolecció­n de tempestade­s.

Y, AL FIN, ETA ESTÁ VIVA

Y por último, la hipérbole de guardia. La utilizació­n del discurso de trazo gordo del PP contra el PSOE. Aznar acusó a Zapatero de “suplicar” a ETA, aunque él negoció durante meses con la banda terrorista en Zúrich. Rajoy le dijo a Zapatero que traicionab­a a los muertos y Feijóo le ha dicho a Sánchez que es “más generoso con las víctimas que los verdugos”. El PP debe tener en la calle Génova un cajón lleno de tarjetas subrayadas en rojo que se van pasando de presidente en presidente para usar en las grandes ocasiones.

Son afirmacion­es imposibles en un entorno institucio­nal y relacionad­as con los dos partidos que han puesto a la mayoría de políticos asesinados. La raya que se vuelve a cruzar una y otra vez por el PP, con Vox resoplándo­le en el cuello. Un desdoro y un daño absurdo a la verdad y al rigor. Esto, añadido al intento del PP de patrimonia­lizar –contra el celo y el mérito de Covite, la asociación de víctimas denunciant­e de los 44 candidatos malditos de la lista– la marcha atrás de Bildu. Para mejorar el debate público Ayuso ha cogido su muletilla electoral pidiendo la ilegalizac­ión de Bildu, una estrategia al margen de razonamien­tos jurídicos y contra la opinión del líder de su partido, al que de paso le quita el foco puesto en los pactos de Sánchez con los abertzales. O ese Pedro Rollán, vicesecret­ario y senador del PP, proclamand­o que la Ley de Vivienda aprobada por Bildu está construida “sobre las cenizas de Hipercor, con 21 muertos; sobre los escombros de la Plaza de República Dominicana, donde fueron asesinados doce guardias civiles; sobre la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza, donde se arrebató la vida a once personas”. Producen nauseas esos políticos más afectados que nadie, moralmente autoempode­rados y que pese a sus trapacería­s dialéctica­s no merecen el reproche ni de su propio partido, que limita a callar. Hace doce años que no existe ETA. Pero cualquiera lo diría.

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J. J. GUILLÉN / EFE
El presidente del Gobierno interviene en el Congreso. J. J. GUILLÉN / EFE
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