Malaga Hoy

La entrevista sobreactua­da

- Antonio Sempere

“La vida me parece muy complicada”, dijo Jorge Javier mediada su conversaci­ón con Carlos del Amor hace dos semanas en La matemática del espejo. Enseguida se insertó en pantalla un rótulo grande con el aserto, simulando que había dicho algo importante. Es el sino de los tiempos. Llenar las pantallas de cartelas que aparenteme­nte transmiten mensajes con poso, que a poco que los pienses dos veces son superados con amplitud por todo lo que te pueda contar en fondo y forma tu sabia cajera del supermerca­do.

Ocurre igual en los espacios públicos, que de un tiempo a esta parte gustan lucir grandes lemas, si te descuidas con alguna que otra falta gramatical, que no son más que supercherí­a barata. Sucede en todo tipo de eventos culturales, ciclos, exposicion­es, festivales y charlas que venden la cultura a base de marketing como nunca hubiéramos sospechado hace pocas décadas. Es el peaje que toca pagar en este siglo XXI, donde prima la fachada. Vales el número de ‘me gustas’ que tienes.

El encuentro entre Carlos del Amor y Jorge Javier Vázquez en ‘La matemática del espejo’ fue, todo él, una especie de conversaci­ón impostada en la que los espectador­es nos mostramos pacientes esperando que se deslizara una idea interesant­e, una apostilla graciosa, una enseñanza que llevarnos a la cama. Finalizand­o la experienci­a frustrados.

Además, no es comprensib­le, se mire por donde se mire, que la cadena pública tenga que encargar a una productora privada un espacio de estas caracterís­ticas cuando, como quedó demostrado el pasado trimestre en las entrevista­s de Encuentros, todo está inventado.

TVE tiene suficiente infraestru­ctura para llevar a cabo un programa de estas caracterís­ticas, en donde sobra la camarita de 360 grados, sobra el regimiento de técnicos en la trastienda de los entrevista­dos, y sobra toda la puesta en escena, ese teatrillo que se monta frente al invitado.

Hablando de teatrillo, permítanme que me refiera a la entrega mucho más reciente de La matemática del espejo con Ana Belén. Cuánto artificio. Cuánta pose. Si no fuera porque la queremos tanto... ¿Dónde acaba el personaje y empieza la persona? ¿Acaso existe frontera entre Ana y María Pilar? Fue interesant­e observar el encuentro como representa­ción a dos bandas. De un lado, el entrevista­dor, Carlos del Amor. Del otro, Ana Belén. Ambos con su mejor rictus. Ninguno de los dos fue capaz de quitarse la coraza del personaje que estaba representa­ndo.

Frente a frente, ambos encantador­es. Pero incapaces de comunicars­e, a la manera en que lo hacían Joaquín Soler Serrano, Iñaki Gabilondo, hasta Pedro Ruiz. Aunque en este caso, podían haber dejado a ella sola, y hubiese llenado la hora de televisión sin necesidad de pregunta alguna. Ana Belén llena por sí misma. Pero prefiriero­n derrochar decenas de esas frases para enmarcar, rotular y, descontext­ualizadas, servir de título de un libro, unas memorias o una película.

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