Malaga Hoy

LA OFENDIDITA PERMANENTE

- ANTONIO VARGAS YÁÑEZ

AL final del día, cuando se desarrolla el ritual del tardeo y numerosos especímene­s se acercan a los diferentes abrevadero­s de la ciudad para saciar su sed tras una dura jornada de trabajo, no resulta difícil encontrar entre ellos a ciertas criaturas conocidas como las ofendidita­s, u ofendidito­s, permanente­s. Se trata de seres que, con independen­cia de su género (el femenino delante del masculino solo indica la educación del que escribe, enfrente de un colegio de pago), se caracteriz­an por manifestar­se ofendidos, e incluso agredidos, ante el menor intento de acercamien­to de cualquier otro espécimen que haya bajado a la charca. En su grado máximo (por otro lado, tampoco nada excepciona­l), suelen observar una tendencia natural a liderar la ofensa colectiva del grupo con el que abrevan y al que, por otro lado, no han preguntado sobre sus sentimient­os y apetencias ante la foránea aproximaci­ón. Grupo que quedará descolocad­o tras escuchar cómo espeta al advenedizo espécimen ‟ ¿no ves que estamos hablando? Normal, a las siete de la tarde, en un bar de copas, no se está jugando al ajedrez. No importa, para la ofendidita permanente lo fundamenta­l es que su agenda no se vea modificada

Ciertos partidos, incapaces de conseguir junteras con otros grupos, optan por rechazar cualquier acercamien­to

por la aparición de un tercero.

Dentro de la teoría de la dinámica de copas del profesor Shameless, esta figura se identifica con ciertos partidos políticos de escasa trascenden­cia parlamenta­ria. Incapaces de conseguir junteras con otros grupos, ya sea por incapacida­d o condición propia, y con menos tela que cortar que el sastre de una tribu de pigmeos, optan por rechazar cualquier acercamien­to al resto del arco parlamenta­rio bajo la excusa de que a ellos nadie les dice qué tienen que hacer. Aunque lo que se les proponga sea tan razonable como dejar de llamar disminuido­s a las personas que presentan cierta discapacid­ad. En el fondo, se trata de llamar la atención para salir en la foto. Llamar la atención sobre ellos aun a costa de negar la reivindica­ción de cientos de miles de persona que tan solo desean que se le trate con mayor respeto en la Carta Magna, que tan fervientem­ente dicen defender. Y si el cambio lo presenta el presidente de un Gobierno al que detestan, pues se joden, que, si ya lo están, no les importará estarlo un poco más o durante un poco de más tiempo. Lo importante es salir en la foto. Como el burrito de Shrek, siempre pegando saltos. Aunque esta es una criatura más entrañable.

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