“Un arte que se explica a sí mismo nace muerto sin remedio”
● El autor malagueño acaba de publicar ‘Ficción fatal’, un ensayo cinéfilo en el que brinda una renovada lectura de ‘Vértigo’, el clásico de Alfred Hitchcock, con especial atención a su vigencia y contemporaneidad
Catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Málaga, columnista y escritor, Manuel Arias Maldonado (Málaga, 1974) es una referencia decisiva en el ensayo contemporáneo, con títulos ya fundamentales como La democracia sentimental (2016), Antropoceno (2018) y Desde las ruinas del futuro (2020), en los que aborda con lucidez camusiana los retos sociopolíticos y medioambientales más urgentes. Ahora, su brújula se asoma a otras latitudes (sin abandonar las acostumbradas) con Ficción fatal (Taurus), un libro en el que explora a conciencia todas y cada una de las claves de Vértigo, el film dirigido por Alfred Hitchcock en 1958, con conclusiones reveladoras como obra de su tiempo y, a la vez, clásico de sonora vigencia.
–En ensayos como La democracia sentimental abordaba usted la introducción de elementos de ficción en el debate político. Ahora, escribe directamente sobre ficción a través de una obra cinematográfica que, en gran medida, cuestionó en su estreno la ficción tal y como la conocíamos. ¿Cómo se va de lo uno a lo otro? –-De entrada, soy cinéfilo y amante de la literatura antes que teórico político. En este ensayo, eso sí, utilizo herramientas propias del ensayo académico, entre otras cosas porque me parece deshonesto no citar en un trabajo así nada de lo que se ha hecho hasta ahora y dedicarme en exclusiva a expresar mis opiniones. Por otra parte, hablamos de una película a la que se puede volver una y otra vez y en la que resulta esencial el desvelamiento de la ficción que el personaje padece, que es una ficción manufacturada por el mal, lo que puede entenderse de manera literal o como algo más abstracto. En cuanto a las ficciones políticas que he abordado en mi trabajo, la analogía es algo más complicada. A ver, los hechos sociales, por ejemplo,
Vértigo’ tiene una puesta en escena casi postmoderna, que en su momento no fue comprendida”
tienen mucho de constructo. ¿Qué es una nación? ¿Qué es una ideología? No es fácil responder a esto. Pero si algo nos revela Vértigo es que los seres humanos estamos particularmente necesitados de ficciones, lo que puede tener que ver con el hecho de que una determinada ideología nos resulte atractiva. En la película de Hitchcock, el reconocimiento de una ficción como ficción entraña algo lúgubre, ya que lo que hay detrás es una destrucción, por más que el final trágico parezca la única salida consecuente a la trama. Para un ciudadano común, la cuestión estaría en cómo abrazar ficciones necesarias dándote cuenta de que en todas ellas hay, precisamente, un elemento ficcional; es decir, sin convertirte en un fanático pero, al mismo tiempo, manteniendo la ilusión de que podemos construir cosas juntos. Y esta perspectiva nos aporta algo de mesura a la hora de ejercer el diálogo político o la defensa de nuestros ideales. Cuando se abrazan ideales de manera fanática, el resultado es siempre fatal. El siglo XX fue particularmente aleccionador en esto.
–La ficción se afirma en un pacto entre el espectador y el narrador: el espectador se deja manipular y el narrador acota los términos de la manipulación. Pero en Vértigo sospechas todo el rato que Hitchcock termina manipulando más de lo pactado. ¿Quizá esto explica la fría acogida que tuvo la película en su tiempo y su consagración posterior como obra maestra?
–Podríamos concederle a Vértigo que estuvo adelantada a su tiempo sino fuera porque el modernismo literario ya venía profundizando en estas cuestiones narrativas desde mucho antes, con Joyce y compañía. Pero también es verdad que el cine es un arte de masas cuya didáctica, a priori, era otra. Hitchcock, de hecho, tuvo siempre mucho cuidado a la hora de introducir innovaciones formales. No quería ir muy por delante del público, sino educarlo de manera acompasada a su tiempo. Pensaba, y con razón, que si un artista se adelantaba mucho a su tiempo, el público lo abandonaba. También se puede argüir que Vértigo no incluye buena parte de los tropos de Hitchcock, como sí hacía por ejemplo Con la muerte en los talones, para explicar por qué no triunfó en su momento. Se trata de una película muy pesimista, con el final más triste del director y un planteamiento muy nihilista. Pero sí, tu pregunta es pertinente. No en vano, Hitchcock ha sido acusado a menudo de tramposo. Aunque sea por decisiones que, en el fondo, entrañan una marca de estilo. –Aunque en su libro no lo aborda de manera directa, Ficción fatal invita a reflexionar sobre el creciente analfabetismo social en torno a la ficción y sus consecuencias en forma de cultura woke y pasión por la cancelación. ¿Sería conveniente una educación sobre la ficción y sus mecanismos?
–Todo indica que esa educación hace falta. Lo que no sé es si las escuelas pueden hacer tanto por nosotros. Ya les pedimos demasiadas cosas, que si el medio ambiente,
El cine ha perdido el protagonismo que tenía en el debate cultural de hace cuarenta o cincuenta años”