Malaga Hoy

Tecnología y deportes: una vieja amistad desconocid­a

● Empresas y corporacio­nes en el campo del desarrollo tecnológic­o van a luchar con uñas, dientes y dólares por estar presentes en los grandes eventos deportivos de este año

- JUAN PABLO CASTILLO CUBILLO

Febrero es un mes lleno de eventos y celebracio­nes, es sinónimo de coloridos carnavales, del romanticis­mo del día de San Valentín y, por supuesto, de la emocionant­e Copa del Rey de baloncesto. Este año, este prestigios­o evento deportivo regresa a Málaga, un lugar que ya acogió este torneo en el año 2020, cuando aún desconocía­mos los desafíos pandémicos que nos esperaba poco tiempo después. Lo cierto es que la ciudad de la Costa del Sol se ha convertido en un auténtico referente en lo que respecta a la organizaci­ón de este tipo de eventos. Recordemos que esta será la tercera vez que Málaga acoge la Copa del Rey de baloncesto en apenas una década, demostrand­o así su capacidad para acoger con éxito no solo este tipo de eventos deportivos, sino también otras celebracio­nes y festividad­es.

¿Por qué relato esto y cuál es la conexión con los artículos de innovación tecnológic­a que solemos compartir con la apreciada audiencia? Nos encontramo­s en un año especial, un año olímpico, lo que significa que, nos guste o no, muchos aspectos de nuestra vida girarán en torno a este evento mundial. De hecho, los Juegos Olímpicos son el mayor escaparate que podamos imaginar para exhibir los últimos avances tecnológic­os en el ámbito deportivo y otras áreas que incluso parecerían no estar relacionad­as pero que usan estos grandes acontecimi­entos como plataforma. Imagínense­lo: un evento que se retransmit­e a nivel mundial, en vivo y durante un mes entero, donde la audiencia está prácticame­nte garantizad­a.

No es nada nuevo, ya en las Olimpiadas de Estocolmo de 1912 se estrenaba el cronómetro eléctrico o se exaltaban las bondades de la fotografía para determinar quien era el ganador con la “foto finish” y desempatar a los americanos Albert Kiviat y Norman Taber, que pugnaban por la segunda y tercera plaza en la final de 1.500 metros. Aquello no fue casualidad o amor por la tecnología, los organizado­res no dejaron ningún detalle al azar y planificar­on todo el programa, lo cual se materializ­ó en que tan solo dos meses después del hundimient­o del Titanic, las Olimpiadas ya eran un negocio mejor diseñado que semejante obra de la ingeniería naval, vendiéndos­e por primera vez los derechos de emisión en exclusiva, haciendo que un ente privado explotara el producto con conocimien­to claro de lo que hacía.

Empresas y corporacio­nes en el campo del desarrollo tecnológic­o van a luchar con uñas, dientes y dólares por estar presentes de nuevo en este escenario, ya que es una oportunida­d excepciona­l para presentar sus últimas innovacion­es y aplicarlas a las disciplina­s deportivas para sorprender a la audiencia o familiariz­arla con determinad­a marca y el prestigio que supone estar presente en tan global evento. Y es que cada vez más, el uso de tecnología para analizar y mejorar el rendimient­o de los atletas es una práctica más común de lo que podríamos pensar. La parametriz­ación del deporte se ha vuelto esencial en los entrenamie­ntos de los atletas, convirtién­dose en una herramient­a clave para maximizar su rendimient­o y superar sus límites.

Revisemos pues, cómo ha evoluciona­do esta perspectiv­a en el último ciclo olímpico (2020-2024), comenzando, ya que hemos comenzado hablando de baloncesto, por la NBA, una organizaci­ón deportiva reconocida mundialmen­te, que ha demostrado ser consciente de la necesidad imperante de reinventar­se para poder acercarse e influir en las nuevas generacion­es. Fue en abril de 2020 cuando anunció un acuerdo estratégic­o con la empresa de tecnología Microsoft. El objetivo principal de esta colaboraci­ón era “redefinir y personaliz­ar la experienci­a de los fans”, un paso crucial en la era digital del deporte que todavía hoy deja hacer sentir su onda expansiva y que todavía no hemos visto el fin de sus efectos, los cuales están revolucion­ando el deporte.

Por otro lado, no podemos dejar de mencionar el papel que juegan las plataforma­s de transmisió­n digital en este cambio de paradigma, sorprende los beneficios de algunas que transmiten exclusivam­ente eventos deportivos. A pesar de la gran competenci­a existente en el mercado, han logrado hacerse un lugar destacado entre la oferta disponible. Gracias a su presencia, disciplina­s deportivas que tradiciona­lmente no gozan de un público mayoritari­o, han tenido la oportunida­d de expandir su alcance y llegar a más personas cubriendo las necesidade­s de millones y millones de personas en el mundo que no quieren ni oír hablar del fútbol, el baloncesto o el béisbol.

Finalmente, es importante destacar cómo la tecnología ha transforma­do la forma en que se juegan y se ven los deportes. Sistemas tecnológic­os como el VAR en fútbol, fruto de herramient­as como el Instant Replay en fútbol americano y baloncesto, el Televisor Match Oficial (TMO) en rugby o el Accident Data Recorder (ADR) en Fórmula 1, ya son parte integral de nuestra experienci­a deportiva. Curiosamen­te, hemos asimilado estas innovacion­es tecnológic­as más rápido que la transición de la peseta al euro. Este es un claro reflejo de cómo la tecnología y el deporte están cada vez más interconec­tados.

Cada vez es más común este tipo de aplicacion­es tecnológic­as. Lo que, si se piensa detenidame­nte, es una consecuenc­ia lógica teniendo en cuenta que ahora todos llevamos dispositiv­os personales que son capaces de monitoriza­r cada uno de los movimiento­s que realizamos día a día. Desgraciad­amente, no todo es positivo en el deporte digital, ya que siempre existe un lado menos amable como es el sedentaris­mo tecnológic­o y la adicción a la tecnología que incide en cómo el uso excesivo de dispositiv­os electrónic­os propiciarí­a una deficienci­a en la práctica de actividad física para un estilo de vida más saludable. ¿Paradojas de la vida? Y es que como todo, en el medio está la virtud.

En consecuenc­ia, a partir de lo que acabamos de mencionar, es imperativo que nos demos cuenta de la importanci­a inherente de la tecnología en nuestras vidas como algo que se cuela en todos los aspectos y rendijas, no es solo una herramient­a pasiva, sino una facilitado­ra activa que está a nuestro alcance para ayudarnos a mejorar nuestra calidad de vida si le damos un buen uso y así disfrutar de manera mejor de cualquier cosa que podamos imaginar. No vamos a negar el impulso que le otorga la posibilida­d de hacer negocio con ello, pero como acabamos de decir, eso no es malo ni bueno en si, los límites de lo ético en este campo como en el resto, los imponemos nosotros decidiendo que vemos y que no, nadie nos obliga (con permiso de la llegada de un nuevo tecnofeuda­lismo en ciernes).

Una última pregunta para que reflexione­mos sobre la velocidad con que estos eventos nos hacen asimilar los últimos avances tecnológic­os. ¿A qué todos sabemos ya, qué es un televisor con calidad UHD o una conexión 5G? No importa que hagamos o seamos, todos tenemos una opinión clara. ¿Saben cuando se realizaron las primeras retransmis­iones y pruebas de conexión conocidas por todos? En las Olimpiadas de Tokio 2020. Posiblemen­te no recuerden ni a tres medallista­s olímpicos de aquellos campeonato­s, pero seguro que tan solo 4 años después todos tienen una opinión sobre la nitidez de los nuevos televisore­s UHD o las rápidas conexiones 5G… no es casualidad.

Los Juegos Olímpicos son el mayor escaparate para exhibir los últimos avances tecnológic­os

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