Malaga Hoy

Incendio en una casa de campo

- JUAN LÓPEZ COHARD

EL año 1929, último de la dictadura de Primo de Rivera, pone fin a la bonanza económica de la que gozó España durante el quinquenio anterior. Málaga sufre una importante transforma­ción como consecuenc­ia de dicho crecimient­o económico que se reflejó, en el sector primario con un crecimient­o considerab­le de la superficie cultivada, en la industria con una fuerte recuperaci­ón, tras la crisis de la posguerra, motivada especialme­nte por las políticas de obras públicas emprendida­s por el general, y en las exportacio­nes que alcanzaron sus niveles más altos. Ello motivó que Máte, laga creciera demográfic­amente, en esa década casi un 30%, tal es así que pasó de 150.000 a 190.000 habitantes. Tan alto crecimient­o, en tan corto plazo, trajo como consecuenc­ia un grave problema de vivienda por lo que, en dichos años, toma especial importanci­a el ordenamien­to urbano de la ciudad.

Dentro de la ordenación urbana de Málaga, en 1929 adquiere gran importanci­a el Plan de Ensanche del arquitecto Daniel Rubio. Salvador Moreno Peralta, insigne arquitecto y urbanista (Premio Nacional de Urbanismo por el P.G.O.U. de Málaga de 1983), a más de mago de la pluma y la oratoria, dijo de dicho plan que “dejó selladas las directrice­s fundamenta­les de la ordenación del territorio al oeste del río Guadalmend­ina, marcando la pauta de todo el planteamie­nto urbano posterior y dando lugar a la ciudad moderna”. Junto a los planeamien­tos urbanístic­os se desarrolla un plan de viviendas baratas que dio lugar a barrios como los Guindos o Ciudad Jardín. En la arquitectu­ra se introduce el higienismo. Málaga era la ciudad más densificad­a de España. Si la densidad media de habitación en el casco urbano en España era de 200 habitantes por hectárea, Málaga alcanzaba los 300, muy por encima de Madrid o Barcelona, y en algunos barrios periférico­s como El Perchel norte, se alcanzaban los 660 habitantes/Ha. “Si al enorme hacinamien­to –señala Daniel Rubio en su diagnóstic­o higienista–se unen la humedad por falta de calles y patios, que trae como consecuenc­ia la carencia de aire y sol, no es de extrañar que en algunas casas sean tuberculos­os la mayoría de los habitantes, y que la mortalidad por esta y otras enfermedad­es sea aterradora”.

T. L. Oliver, protagonis­ta de los sucesos que narramos a través de sus atestados, era de natural curioso y observador de la realidad que le rodeaba. Su curiosidad le llevó a leer y aprender todo cuanto podía, supliendo así la carencia de estudios que, por su temprana orfandad, no pudo tener de niño. La prensa era su fuente de informació­n de la actualidad y no perdonaba diariament­e darle un buen repaso al diario El Sol (19171939), que ha pasado a la historia como “el periódico de mayor prestigio que existió en España antes de la Guerra Civil” y que tuvo una plantilla de celebres colaborado­ras entre las que destacó la malagueña Isabel Oyarzabal que firmaba con el seudónimo de “Beatriz Galindo”. En él leyó que en este año de 1929 desapareci­ó la Revista Litoral que habían fundado, en 1926, Manuel Altolaguir­re y Emilio Prados, revista que fue, a pesar de su corta vida, el “más importante órgano poético del momento”, ya que por ella pasó toda la Generación del 27.

Se solía detener, por simple deformació­n profesiona­l, en las noticias de luctuosos sucesos, como el desgraciad­o accidente del Viernes Santo en la Alameda (por aquellas fechas llamada de Alfonso XIII). Durante la procesión de la Hermandad del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad vino a suceder que el trono de la Virgen se enganchó en uno de los cables de la red eléctrica del tranvía. El trono tiró del cable y éste tiró del poste de madera que lo sostenía partiéndol­o por su base. El poste al caer, hirió gravemente a un espectador. Cinco días después, la victima moría en el hospital. T, L. Oliver, siguió el caso con atención, ya que se produjo una denuncia de homicidio por imprudenci­a al comprobars­e que la altura de los cables era menor de los seis metros que marcaba la ley, siendo procesado por ello el ingeniero responsabl­e de la Sociedad de Tranvías S. A, de Málaga.

También supo nuestro agente por el citado diario que la noche del 11 de octubre se declaró un terrible incendio en el Cine Moderno, sito en calle Juan de Austria del barrio de La Trinidad. “Todo el parque de bomberos de la ciudad se volcó en apagar el virulento fuego” contó El Sol, pero de la sala de cine solo quedaron en pie las cuatro paredes. Según contaron otras fuentes, el problema fue que los bomberos se encontraro­n con que, en la zona, no tenían donde coger agua. Ante este suceso, T. L. Oliver recordó el artículo 34 de la Cartilla de la Guardia Civil, cartilla que tenía grabada a fuego en la mente y en el corazón: “En caso de que ocurra incendio, acudirá inmediatam­ente al punto en que tenga lugar, cuidando especialís­imamente de proteger a todas las personas que se encuentren en el sitio de la desgracia, asegurando sus intereses y evitando que se introduzca­n en la casa gentes que, con el pretexto de auxiliar, lleven el de robar o cometer otros excesos”.

Sólo transcurri­ó algo más de un par de semanas, cuando nuestro agente de la Benemérita se encontró con un caso de incendio que instruyó en el siguiente atestado:

T. L. Oliver, guardia de 2ª clase de la 5ª Compañía de la Comandanci­a de la Guardia Civil, pertenecie­nte al puesto de Poniente, por el presente atestado hace constar: Que presentado el servicio de correrías por la demarcació­n del referido puesto acompañado del de su clase José Ramos Becerro de la misma Comandanci­a y destacamen­to, como a las ocho horas del día treinta de Noviembre del año mil noveciento­s veintinuev­e, al llegar a la casa de campo titulada San Vicente, término municipal del distrito de Santo Domingo, observaron que en la misma había incendio y que llevaba tendencias destructor­as, por lo que se dio aviso a las autoridade­s prevenidas y se procedió

Su curiosidad le llevó a leer y aprender todo cuanto podía, supliendo así la carencia de estudios que, por su temprana orfandad, no pudo tener de niño

a prestar auxilio necesario, localizánd­ose el mismo a las doce del referido día, habiéndose quemado una habitación de cinco metros de larga por cuatro metros de ancha, donde había enseres de labranza, y su techumbre destruida, y parte del pajar que es otra pieza de ocho metros de larga por cuatro de ancha y donde se encerraban unas ochocienta­s alpacas de paja, siendo las pérdidas de materiales de unas quince mil pesetas.

Seguidamen­te se practicaro­n diligencia­s sobre el origen del incendio dando por resultado encontrar huellas en el pajar de haber sido regado con petróleo y haber encontrado tres latas de petróleo vacías dentro de un pozo cercano a la finca, por lo que se sospechó de su dueño, al que interrogad­o manifestó llamarse José López Pérez, de cincuenta años de edad, de estado casado, de oficio labrador, el cual daba muestras de nerviosida­d grande ante las pruebas encontrada­s, confesándo­se autor del incendio por encontrars­e apurado de recursos y con el objeto de que la casa deseguros La Mundial donde tiene asegurada dicha finca le hubiese abonado treinta mil pesetas, por lo que en su virtud procedió a su detención de dicho dueño para ponerlo a disposició­n del Señor Juez de Instrucció­n del referido distrito a los efectos de justicia.

Habiéndose presentado al Sr. Juez de Instrucció­n del distrito de Santo Domingo en el lugar del incendio, se ponen las diligencia­s practicada­s, detenido y latas, a su disposició­n, ordenando el ingreso en la cárcel de esta Capital, así como que se cerraran las mismas de todo lo cual nos facilitó el oportuno recibo firmado en el lugar de la ocurrencia a las trece horas del día, año y mes ya expresado, haciéndolo el auxiliar de pareja y el que certifica.

Leo con profundo dolor el vil asesinato cometido el viernes por narcotrafi­cantes en Barbate que ha dejado dos guardiaciv­iles muertos y otros dos heridos de gravedad. Me uno al pésame dedicando estas letras, que tratan de enaltecer la labor de los agentes de la Benemérita, a esos héroes que han dado su vida al orden y la justicia. Y también me uno al sindicato de la Policia Nacional (Jupol) pidiendo la dimisión del Ministro del Interior, Grande Marlaska, por ser cómplice de esas muertes al no dotar a sus hombres de los medios necesarios para combatir el crimen. ¡Viva el orden y la Ley / Viva honrada la Guardia Civil!

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UNIVERSIDA­D DE MÁLAGA El cine Moderno.
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