Bezmiliana, la antigua localidad islámica en Rincón
● Esta zona arqueológica revela la influencia de las estructuras de la época medieval cristiana sobre las hispanomusulmanas del municipio
Bezmiliana, una zona arqueológica y antigua localidad islámica en el municipio de Rincón de la Victoria, revela la influencia de las estructuras de la época medieval cristiana sobre las hispanomusulmanas. La ciudad islámica en el cerro al oeste del arroyo Granadillas presenta una fortaleza con recinto murado y torres cuadradas, exhibiendo signos de desgaste pero preservando estructuras internas con restos de enlucidos pintados en almagra. Esta fortaleza, conocida como la Casa Fuerte Bezmiliana, representa un tesoro arqueológico que ha resistido el paso del tiempo.
La expansión de la ciudad se extiende por la ladera meridional del cerro, y las excavaciones realizadas entre 1979 y 1981 revelaron una ocupación continua desde la época emiral hasta la conquista cristiana. Según Federico Castellón, historiador y autor de Axarquía, patrimonio histórico-artístico, la ciudad experimentó su apogeo en el siglo XII, durante la época almorávide y almohade, siendo famosa por sus pesquerías. Sin embargo, su declive comenzó en el siglo XIV durante la época nazarí.
En las excavaciones se descubrió cerámica a torno lento y vajilla vidriada de color melado muy oscuro, indicando una ocupación durante la época emiral. Durante el califato, se encontraron restos de un alfar con espacios para almacenes y hornos cerámicos. La ciudad destacó por sus pesquerías en el siglo XII, pero en la época nazarí, las viviendas disminuyeron de tamaño, marcando el inicio de su decadencia.
De todos los restos, solo se ha conservado una zona defensiva de época cristiana en medio de la actual urbanización Gran Sol, construida sobre los restos de una mezquita, la Casa Fuerte de Bezmiliana. La adaptación del alminar como elemento defensivo y la preservación de un aljibe con canalización reflejan la transformación de la localidad a lo largo de los siglos.
En 1766, durante el reinado de Carlos III, la Casa Fuerte de Bezmiliana se construyó para modernizar la defensa costera frente a las innovaciones estratégicas, desplazando la atención de la piratería berberisca a incursiones norteafricanas. Ante la amenaza de la artillería inglesa, se necesitaban nuevas fortificaciones adaptadas a las técnicas militares contemporáneas.
La Casa Fuerte, detallada por Castellón, presenta una planta cuadrangular con muro de mampostería y esquinas reforzadas con sillares. Con aspilleras y torreones, un foso original, ahora cegado, complementaba la estructura. Restaurada en 1992, alberga exposiciones, preservando así su historia y permitiendo a las generaciones actuales explorar el pasado de esta ciudad islámica y su evolución a lo largo de los siglos.
La Torre de El Cantal, un imponente testigo del pasado, viene ligado con la Casa Fuerte Bezmiliana, de origen islámico, similar a otras estructuras que fueron restauradas a finales del siglo XIV y principios del XV. Las primeras menciones escritas de esta torre datan de 1492, cuando el bachiller Juan Alonso Serrano solicitó su reconstrucción, denominándola Torre del Peñón de Bezmiliana. Este monumento, con una altura de 10,65 metros, adopta una forma troncocónica.
La torre se encuentra estratégicamente situada en el promontorio de El Cantal, anclada sobre sólidas zapatas de mampostería y ladrillos. Hasta la entrada, que se destaca por un arco de medio punto de ladrillo a seis metros del suelo, la torre es maciza. El acceso al interior se lograba mediante una escalera plegable. La entrada, resguardada en el lado más protegido, se cerraba con una portezuela de madera. Un elemento defensivo adicional, el matacán, construido con ladrillos y sostenido por dos ménsulas de piedra, permitía arrojar piedras, agua o aceite hirviendo sobre los posibles invasores.
En su interior, la Torre de El Cantal alberga la estancia del vigía, la cual está cubierta por una bóveda de media naranja. En el lado oriental, una chimenea con un arco de ladrillo ligeramente apuntado “cumplía la función de realizar señales de humo, transmitiéndolas a la Casa Fuerte”, explicó el historiador en su trabajo.
Desde esta estancia, una escalera conduce a la terraza, construida con meticulosidad empleando pequeñas piedras y mortero, y revestida con ladrillos. La terraza culmina con una garita que no solo brinda resguardo contra la lluvia y el frío, sino que también añade un toque distintivo a la estructura.
La terraza, de planta irregular, está rodeada por un parapeto y cuenta con un vano de vigilancia orientado al sur, permitiendo una vista panorámica del mar. Además, presenta una gárgola para el desagüe y un hogar destinado a las señales nocturnas, destacando la versatilidad defensiva y comunicativa de la torre.
Por otro lado, la Torre de Benagalbón, notablemente similar a la anterior, se sitúa en un pequeño montículo y alcanza una altura de 10,50 metros. Desde el punto de vista funcional, la torre se organiza en dos espacios distintivos: una terraza-azotea y una cámara interior, que contribuyen a su versatilidad y destacan la funcionalidad de esta construcción histórica. Asimismo, al igual que la torre, desempeñaba la función de enviar señales de humo, alertando a la Casa Fuerte de un posible ataque.