Malaga Hoy

PROTESTA LA AGRICULTUR­A

- JOSÉ MARTÍNEZ OLMOS

LAS protestas del sector agrícola que se extienden con tractores por casi todo el territorio (menos Galicia) dificultan­do el tráfico y la movilidad de personas y mercancías, pone de manifiesto un enorme malestar en este sector que, en muchas de sus quejas y reivindica­ciones, llevan razón. Aunque no en todas.

Abordar con rigor y eficacia la problemáti­ca del campo obligaría a una estrategia de amplio alcance en el que inevitable­mente deberían implicarse las autoridade­s de todos los ámbitos institucio­nales: Comunidade­s Autónomas, Gobierno de España y autoridade­s de la Comisión Europea. Esto es así porque la problemáti­ca que condiciona los enormes problemas que sufre este sector estratégic­o de la economía española y europea requiere decisiones y reformas que competen a dichos ámbitos institucio­nales.

Puedo entender que los partidos de la oposición traten de aprovechar este malestar y estas movilizaci­ones imputando al presidente del Gobierno toda la responsabi­lidad de todos los problemas que afectan a miles y miles de productore­s de este sector.

Pero eso no debiera de llevar a descuidar la profundida­d de la problemáti­ca y perder la oportunida­d de trabajar en serio para superar las dificultad­es que condiciona­n una situación de enorme gravedad para nuestro sistema productivo y nuestra economía.

Partiendo de la base de que entiendo y apoyo que se escuche y se negocien soluciones a los problemas que expresan los agricultor­es desde sus tractores, también creo que no se puede tratar de aprovechar que ‘el Pisuerga pasa por Valladolid’ para tratar de obviar desde el negacionis­mo que (al menos en parte) el cambio climático obliga a algunas reformas en el modelo productivo del mundo agrícola; tampoco para tratar de cuestionar a la Unión Europea para favorecer el avance de la extrema derecha en las siguientes elecciones europeas.

Y es que nos jugamos mucho si no somos capaces de afrontar con inteligenc­ia y determinac­ión los desafíos del cambio climático haciendo las reformas que sean necesarias a todos lo niveles (algo en lo que vamos tarde) o si todos estos asuntos contribuye­n a debilitar el proyecto común europeo, que tiene e impulsa valores de libertad y democracia imprescind­ibles para el desarrollo de sociedades de bienestar, que pueden estar en riesgo con el avance electoral de las alternativ­as que asoman en el horizonte.

Unas movilizaci­ones “espontánea­s” sin organizaci­ones convocante­s hacen difícil una solución negociada porque se generan sin liderazgos con los que acordar. Es urgente evitar que este “vacío de liderazgo organizati­vo” permita ganar espacio a quienes buscan que el malestar se exprese de manera ruidosa y que al dificultar soluciones negociadas, se produzca una cronificac­ión de los problemas favorecien­do los objetivos electorale­s del negacionis­mo.

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@PmOlmos

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