LUCHA DESIGUAL
MÁLAGA, tierra de sol y esperanza, enfrenta una batalla desigual que sacude sus cimientos y pone a prueba su resistencia. No se trata de un enfrentamiento militar, sino de una guerra contra un enemigo invisible y, a la vez, demasiado palpable: el crimen organizado. La reciente pérdida de dos guardias civiles, Miguel Ángel Gómez y David Pérez,
ha dejado al descubierto la desigualdad de fuerzas entre los defensores de la ley y los narcotraficantes. Un duelo desproporcionado donde el valor y la dedicación se encuentran, a menudo, con la insuficiencia de medios. Esta realidad no es solo un reflejo de la situación en Málaga, sino también un espejo de la sociedad actual, donde las brechas entre el deber y la capacidad se hacen cada vez más evidentes. La comunidad malagueña, unida en el duelo, ha rendido homenaje a sus héroes, pero queda la pregunta latente: ¿Es suficiente con minutos de silencio?
La diferencia entre los medios disponibles para los narcotraficantes y los que posee la Guardia Civil es abismal. Mientras unos operan con recursos casi ilimitados, los otros se ven forzados a hacer más con menos. Esta lucha desigual no solo pone en riesgo a los que juraron protegernos, sino que también amenaza la seguridad y la tranquilidad de toda la provincia.
No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras quienes nos protegen se enfrentan a gigantes con piedras. Es imperativo que desde las instituciones se provea a nuestras fuerzas de seguridad con los recursos necesarios para enfrentar esta amenaza. La tecnología, el entrenamiento y el apoyo logístico no deben escatimarse cuando lo que está en juego es la vida de nuestros ciudadanos y la integridad de nuestro territorio.
Este no es solo un llamado a la acción para los gobernantes, sino también un recordatorio para la sociedad de que la seguridad es un esfuerzo conjunto. La colaboración ciudadana, la conciencia social y el apoyo incondicional a nuestras fuerzas del orden son fundamentales en esta lucha.
Málaga tiene el coraje, la determinación y el corazón para enfrentar este desafío, pero necesita de herramientas que estén a la altura de su valentía. Solo así podremos esperar que la balanza se incline hacia el lado de la justicia, la paz y la seguridad para todos.
La batalla es dura, y el camino, largo. Pero la historia de Málaga está escrita por aquellos que no se dieron por vencidos. En memoria de Miguel Ángel y David, y en honor a todos los que arriesgan su vida por nuestra seguridad, es momento de equiparar la lucha. Porque en esta guerra desigual, cada avance, por pequeño que sea, es un paso hacia la victoria. Ante esta realidad, la respuesta de la sociedad malagueña no puede ser pasiva. Debemos exigir y apoyar medidas que fortalezcan nuestras fuerzas de seguridad, desde inversiones en tecnología y formación hasta el respaldo en acciones cotidianas que contribuyan a la seguridad colectiva. Es una tarea de todos, desde el ciudadano de a pie hasta el más alto cargo institucional.