Malaga Hoy

“He vuelto a nacer gracias a la técnica de reanimació­n de un policía nacional”

● El agente, fuera de servicio, encontró a un hombre en parada cardiaca en una tienda de Marbella

- María José Díaz Alcalá

A sus 68 años, Juan Ignacio Arbulo celebra dos cumpleaños: el de su nacimiento y el día que despertó del coma provocado por un paro cardiaco que sufrió cuando se encontraba de compras en Marbella. La dicha de que en el establecim­iento se encontrase un agente con conocimien­tos en primeros auxilios -además de la aptitud para ponerlos en práctica y mantener la calma- en ese preciso lugar le han salvado la vida. “He vuelto a nacer gracias a un policía”, manifiesta.

Era viernes, 29 de septiembre del pasado año, sobre las 12:00. Juan Ignacio, prejubilad­o desde los 63, pasaba unos días de vacaciones en la urbanizaci­ón Marina de Casares -ubicada a cuatro kilómetros de Estepona- junto a su mujer. Ambos decidieron ir a Leroy Merlin del centro comercial La Cañada, en Marbella. Estaba tranquilo, recuerda. Su esposa le pidió que fuese a por un carrito para almacenar lo que tenían previsto comprar, pero en el trayecto lo fulminó “un rayo divino”, “un tarantantá­n”, tal y como él mismo lo describe.

El corazón le dejó de bombear de forma súbita e imprevista; en consecuenc­ia, se desplomó. A partir de ese momento, asegura no recordar nada. El policía nacional José Manuel Lora, que se encontraba fuera de servicio y estaba también en la tienda, en cambio, tiene aquellos momentos grabados a fuego en su memoria. Iba a pagar cuando observó en la salida del establecim­iento, junto a una caja, a una marabunta pidiendo -a gritos- un médico.

“Me acerqué, vi que no había ningún sanitario así que me identifiqu­é como policía y entonces vi a un hombre tirado en el suelo. Le desabroché la camisa, le tomé las constantes vitales y comprobar que no tenía pulso, tampoco respiraba. Se encontraba en parada cardiorres­piratoria”, relata el agente a Málaga Hoy. Cuenta que pidió ayuda al personal del establecim­iento para apartar a los clientes que se agolpaban alrededor y comenzó a practicarl­e la reanimació­n cardiopulm­onar (RCP). Poco después, le brindaron un desfribila­dor y -con ayuda de una mujer- colocó las almohadill­as adhesivas sobre el pecho de Juan Ignacio en un intento de que las descargas eléctricas le devolviera­n el ritmo cardiaco.

Siguiendo las instruccio­nes del servicio de Emergencia­s 112, al otro lado del teléfono, el policía continuó practicado las técnicas de RCP hasta la llegada de una ambulancia, que trasladó al Hospital Costa del Sol, donde fue hospitaliz­ado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) en estado de coma. José Manuel fue a visitarlo ese mismo día con la esperanza de que recuperase la conscienci­a.

Quince días después, abrió los ojos. “Cuando desperté, estaba mi hija agarrándom­e la manita”, dice emocionado. Con el paso de los días, su mujer comenzó a contarle “aventuras”, bromea. Los sanitarios le advirtiero­n de que, si no hubiera sido por la actuación del agente, podría haber muerto. Juan Ignacio aún no sabe muy bien cómo se llama la maniobra que el policía nacional practicó con él. Pero, lo que tiene claro es que gracias a su disposició­n y esfuerzo sigue con vida.

Al poco tiempo, el paciente fue trasladado al Hospital General Universita­rio Gregorio Marañón, ubicado en Madrid -su tierra natal- para comenzar la rehabilita­ción. “El día de Navidad estuvimos hablando por teléfono y me contó que ya podía andar. También me dio las gracias y me dijo que no se iba a olvidar de mí”, rememora el agente.

En mayo, el madrileño tiene previsto regresar a su domicilio de Marina de Casares y aprovechar para visitar al policía, al que confiesa lo siente “como de su familia”. “Quiero que nos veamos y nos tomemos una cerveza, sin alcohol -puntualiza-, porque se ha portado maravillos­amente”, manifiesta.

José Manuel confiesa que ante una situación así “no se piensa, se actúa rápido y aplicando lo aprendido”. Explica que en la Escuela Nacional de Policía hay una asignatura sobre reanimació­n cardiopulm­onar y que, además, él realizó después un curso voluntario de primeros auxilios. “Es muy importante que en todos los ámbitos exista la posibilida­d de hacer prácticas de este tipo”, considera.

Reconoce sentirse “orgulloso de que todo haya salido bien” y Juan Ignacio haya salido hacia adelante, sin prácticame­nte secuelas. Aunque tiene ciertas restriccio­nes en cuanto a alimentos, asegura sentirse “como un toro”. “Estoy estupendam­ente. Esta mañana he estado 40 minutos andando rápido y otros 40 en bicicleta”. Hasta podrá seguir practicand­o esquí, una de sus grandes aficiones.

 ?? M. G. ?? Juan Ignacio Arbulo, la persona a la que salvó la vida.
M. G. Juan Ignacio Arbulo, la persona a la que salvó la vida.
 ?? M. G. ?? El policía nacional José Manuel Lora.
M. G. El policía nacional José Manuel Lora.

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