NOTIFICACIONES
LA a era de la monitorización me abruma. Me refiero a las notificaciones. En concreto los 5.799 mensajes en negrita que abarrotan la bandeja de entrada. Las notificaciones más temibles son las que llegan en sobre certificado, esas que reparte la cartera con cara de pompa e instancias. Las que llevan sellos, Nº de expediente y lo que toca apoquinar. Ya en el smartphone las notificaciones zumban otra cosa. Llegan avisos flotantes en nubes de mosquitos SMS. Sobre todo los del banco. Aparecen y se desvanecen como un espectro de vampiro chupetón. Que si te han cargado el rejonazo de EMASA que en Cenacheriland se está poniendo a precio de Eau Sauvage ¡Cago en Dior! o te has gastado dos euros en otro tarro de cristal y bazar chino.
Hay aplicaciones que ya hubiera querido para sí la Securitate de Ceaucescu. Me consta que estos chivatazos se pueden silenciar. En el antropoceno de la información queremos estar al tanto de todo, más si nos tocan los dineros. Antaño te atracaban a punta de navaja, jeringuilla o destornillador. Hoy te ahorran el susto presencial. Te dan el palo con el teclado afilado con engatusadora inteligencia artificial. Mientras, las entidades financieras cierran sucursales en manojitos de boquerones victorianos. En este desfase estafalario a la menor sospecha nos plantamos en la oficina del banco donde cargan comisión hasta por dar los buenos días. Acto seguido te remiten al cajero del portal. Hay una teoría neuro marquetiniana acerca del uso de medios de pago. La tarjeta de crédito versus la cartera sobaquera mercantil. Cuando usted se maneja con taco en efectivo comprueba como los euros cambian de mano y adelgaza el monedero. En cambio, con la tarjeta de crédito o el móvil, la percepción es diferente. No se palpa el desembolso y por ende se es presa fácil del capricho impulsivo. La tarjeta de plástico regresa a la cartera y el móvil al bolsillo. En ese retorno simbólico consiste el engañabobos consumista. En el supermercado las botellas de aceite de oliva virgen extra ya están bajo llave a la vera de los licores de dos dígitos. Es más, el desayuno andaluz la celebración escolar típica de la semana blanca con motivo del 28F día de Andalucía este año ha salido por un picual de oro líquido, a lo peor el año que viene a las criaturas les dan el cambiazo y tienen que empapar el mollete en aceite de girasol. Por supuesto, sin notificar.
En la oficina del banco, en la actualidad nos cargan comisión hasta por dar los buenos días