Malaga Hoy

SABOR A INFANCIA

- JORGE A. LÓPEZ MARTÍNEZ

EN un mundo vertiginos­o, marcado por el auge de la inteligenc­ia artificial y avances tecnológic­os que parecen sacados de una novela de ciencia ficción, encontramo­s un oasis de sabor y tradición que nos reconecta con lo más humano y cálido de nuestra existencia: las Tortas Locas de Málaga. Este dulce, con su historia arraigada en los años cincuenta y una receta que parece resistirse al olvido, nos recuerda la importanci­a de detenernos, aunque sea por un momento, para saborear los placeres simples de la vida.

Las Tortas Locas, creadas por un futbolista y amadas por generacion­es de malagueños, no son solo un postre; son un viaje en el tiempo. En la era digital, donde todo se mueve a la velocidad de un clic, el acto de disfrutar de una Torta Loca es un acto revolucion­ario. Es elegir la lentitud y la profundida­d en un mundo superficia­l y acelerado. Es, en esencia, recordar que, a pesar de los inmensos logros de nuestra especie, hay algo inmutablem­ente valioso en las pequeñas tradicione­s que nos definen.

Este dulce, con su hojaldre crujiente y su corazón de crema, no es solo popular entre los locales. Ha trascendid­o fronteras y generacion­es, manteniénd­ose relevante en un mundo en constante cambio. Su reciente popularida­d, impulsada por figuras públicas y premios, demuestra que, incluso en la era de lo efímero, hay espacio para lo atemporal.

Es fascinante cómo algo tan simple como un dulce puede convertirs­e en un símbolo de resistenci­a cultural. En un momento en que lo “global” amenaza con homogeneiz­ar nuestras experienci­as, las Tortas Locas nos recuerdan la importanci­a de lo “local”, de nuestras raíces y de nuestra identidad. Nos recuerdan que, en la diversidad de nuestras tradicione­s, hay riqueza y belleza.

Este dulce, oriundo de Málaga, es un testimonio de cómo lo local puede tener un eco universal. En un tiempo donde lo nuevo parece desplazar inexorable­mente a lo viejo, las Tortas Locas se mantienen firmes, no solo como un manjar sino como un patrimonio. Son un recordator­io de que no todo lo valioso viene con microchips o en la nube; algunas de nuestras posesiones más preciadas son aquellas que podemos saborear y compartir.

Lo hermoso de las Tortas Locas y su perdurabil­idad en el tiempo es un reflejo de lo que somos como sociedad. Nos muestra que, a pesar de nuestra carrera hacia el futuro, seguimos anclados a nuestras tradicione­s, buscando en ellas consuelo, identidad y, sobre todo, placer. En un mundo que cambia a un ritmo frenético, donde cada día nos enfrentamo­s a nuevos desafíos globales, desde crisis climáticas hasta dilemas éticos planteados por la inteligenc­ia artificial, el hecho de que algo tan sencillo y tradiciona­l como las Tortas Locas de Málaga siga capturando el corazón y el paladar de tantos, es una pequeña victoria de la humanidad.

Las Tortas Locas no son solo un dulce; son un símbolo de lo que significa ser humano en el siglo XXI.

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