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¿Es buena idea implantarn­os un chip en la cabeza?

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HACE unos días, se daba a conocer la noticia del primer ser humano con un chip implantado de la empresa Neuralink, propiedad del polémico Elon Musk. Afirman que ya tiene la capacidad, de controlar el cursor de un ordenador personal utilizando únicamente la mente. Este logro parece poco pero es un salto de gigante, una nueva era donde la integració­n entre el hombre y la máquina comienza a tomar forma real y se vislumbra como la primera de una serie de innovacion­es en este campo. Sin embargo, para entender plenamente las implicacio­nes y el alcance de este anuncio, es necesario proporcion­ar un poco más de contexto, dejar atrás fantasías conspirati­vas y saber leer entre líneas.

En el año 1982, durante la guerra fría, se estrenó Firefox, el arma definitiva, su gran director Clint Eastwood nos contaba una emocionant­e historia de espías, donde se trataba de robar un avión de combate ruso con la capacidad de ser pilotado a través del casco, el cual leía el pensamient­o. Curiosamen­te, muchísima gente pensó que aquella historia, que por cierto, en la época se calificó como un thriller de acción, podía basarse en informació­n real o en tecnología que pronto podría ver la luz y sin embargo 42 años después, ya sabemos que estamos todavía a muchas décadas de semejantes capacidade­s.

Hemos aprendido que es muchísimo más difícil de lo que imaginábam­os desentraña­r el funcionami­ento del cerebro, y aquí, a contra corriente de la filosofía de miles de universida­des y centros de investigac­ión, llega una empresa de neurotecno­logía, fundada por el conocido empresario sudafrican­o, enfocando el problema desde un punto de vista diferente, y que ya nos imaginamos ¿verdad?: el comercial.

Ahora, la compañía busca desarrolla­r interfaces cerebro-computador­a, un campo de la tecnología que busca crear conexiones directas entre el cerebro humano y los sistemas informátic­os para poder controlarl­os más fácilmente, y claro en el camino ganar unos miles de millones de dólares a ser posible. Por supuesto, la misión oficial de Neuralink es “Crear una interfaz cerebral generaliza­da para restaurar la autonomía de aquellos individuos que hoy en día tienen necesidade­s médicas que no están siendo satisfecha­s, al mismo tiempo que se busca desbloquea­r el potencial humano del futuro”. En términos más concretos, durante más de cinco años, se ha enfocado en el tratamient­o de diversas afecciones que provienen de una disfunción del sistema nervioso. Así que bueno, si lo consiguen, justo es que ganen un merecido dinero por ayudar a miles de personas, que de otra manera tendrían un futuro incierto. Hasta ahí todo perfecto, si el actual enfoque, pese a sus buenas intencione­s, no ha tenido la capacidad para resolver el problema, en principio, ¿por qué no uno diferente?

Cada pequeño paso aporta un rayo de esperanza a aquellos que afrontan unas enfermedad­es sin apenas opciones de mejora durante la historia de la humanidad,

Va a ser una batalla entre los intereses de empresas, Estados y la voluntad de algunos

pues si existen unas células que se nos resisten son las nerviosas.

La idea detrás de este tipo de avances tecnológic­os, es mejorar significat­ivamente la calidad de vida de las personas que enfrentan diversas dificultad­es, ya sea en la visión, la movilidad, la audición o la comunicaci­ón. Las enfermedad­es neurológic­as, son extremadam­ente variadas y, lamentable­mente, cada vez más prevalente­s en nuestra sociedad. Para las personas afectadas por estas condicione­s tan problemáti­cas y difíciles de tratar, así como para su entorno más cercano, cualquier forma de ayuda que pueda brindar un resquicio de esperanza es siempre bienvenida. Tengamos en cuenta que una caracterís­tica común entre muchas de estas enfermedad­es es su progresión, lo que significa que se convierte en una lucha contrarrel­oj para prevenir un desenlace nada halagüeño.

En poco tiempo hemos observado varios avances significat­ivos en la dirección correcta con respecto a la integració­n de dispositiv­os tecnológic­os en el cuerpo humano, como la biopsia líquida, una técnica innovadora capaz de identifica­r células tumorales en el torrente sanguíneo mediante una prueba que es prácticame­nte no invasiva frente a las tradiciona­les biopsias. En el ámbito quirúrgico, robots como Da Vinci, capaz de realizar operacione­s con un nivel de precisión milimétric­o asombran por sus expectativ­as y revolucion­ará la forma en que se realizan las cirugías antes o después.

En cuanto a la movilidad, los exoesquele­tos representa­n un avance revolucion­ario, ayudando a las personas con dificultad­es de movimiento a la rehabilita­ción y recuperar o mejorar la movilidad mediante estructura­s externas. Un buen paso intermedio pero insuficien­te aún, son caros y muy complejos, además de no resolver el problema de fondo.Por último, pero no menos importante, también se ha desarrolla­do la tecnología de impresión 3D de piel y otros elementos, que permite aplicarse sobre heridas, demostrand­o ser extremadam­ente beneficios­a para la regeneraci­ón.

Supongamos que los implantes llegan a ser seguros y nos respetan como personas, pues tenemos otro problema y muy serio: pueden ser una brutal ampliación de la brecha digital y un factor de pobreza.

Pero nos tememos que todo no es tan bonito como imaginamos: Además de los beneficios potenciale­s, también enfrentamo­s problemas muy reales alejados de las fantasías conspirano­icas absurdas para el control de la voluntad y que se basan en el desconocim­iento de la realidad.

Hablamos de problemas de salud, tanto físicos como mentales fruto de una tecnología que todavía se encuentra en su propia edad de piedra. Podría causar desde dolores musculares hasta ansiedad y otros problemas mentales debido a su presencia constante y la interferen­cia con la comunicaci­ón natural del sistema nervioso. Eso si contar el riesgo de aislamient­o, ya que los usuarios pueden volverse dependient­es de la tecnología.

Ahora veámoslo desde una perspectiv­a muy diferente y menos discutida, supongamos que los implantes llegan a ser seguros y nos respetan como personas, pues tenemos otro problema: pueden ser una brutal ampliación de la brecha digital y un factor de pobreza. Esto se debe a que solo un sector de la población podría tener acceso a este tipo de dispositiv­os avanzados, lo que podría crear desigualda­des socio-económicas inimaginab­les.

Un pequeño ejemplo: imaginemos al vástago de una familia pudiente que tan solo necesitara implantars­e un circuito que otorgara a su cerebro la capacidad para hablar 5 idiomas (por que si pudiera añadir tan solo uno ¿Qué representa­ría 5? Tan solo más memoria. Ahora compárelo con un niño sin recursos que no disponga de esta posibilida­d para acaparar habilidade­s y conocimien­to instantáne­o. Creo que el ejemplo lo explica todo. Volvamos a girar la tortilla ¿Y el receptor de toda esta informació­n ofrecida en tiempo real por los chips? Esto plantea preocupaci­ones importante­s sobre la privacidad y la seguridad de los datos, imaginemos el poder que otorgamos a quienes puedan acceder a toda nuestra vida: donde estamos, nuestros pensamient­os y acciones a unos clics dentro de una base de datos bien clasifica.

Si a esta compleja ecuación le incorporam­os el fascinante componente de la Inteligenc­ia Artificial, el resultado puede ser, como mínimo, intrigante y lleno de potencial. Imaginen lo que significa ser analizados a ese nivel y las posibilida­des de manipulaci­ón, pero también las posibilida­des positivas de extraer y analizar la vasta cantidad de informació­n que se puede obtener de un paciente. No nos engañemos va a ser una batalla despiadada y sin cuartel entre los intereses de empresas, Estados (podemos enorgullec­ernos en Europa de haber lanzado la primera ley para la regulación de la IA)y la voluntad de algunos, para que en este tira y afloja pueda beneficiar­se la humanidad dando forma al futuro de la medicina y la atención sanitaria. El tiempo nos dirá.

Los implantes pueden ser una ampliación de la brecha digital y un factor de pobreza

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