Malaga Hoy

La historia del Chimy y El Cautivo

- J. M. O.

Corría el primer cuarto del partido entre el Betis y el Athletic de Bilbao. Ezequiel Ávila, el Chimy, abrió el marcador (1-0) en un gran gol colectivo del equipo de Pellegrini. Un incidente con la asistente de línea, que se estrelló contra una de las cámaras de televisión en ese gol, hacía que el juego estuviera parado porque sangraba abundantem­ente. Y las cámaras de DAZN ofrecían numerosas repeticion­es del tanto y la celebració­n. En una de ellas se veía al Chimy colocarse bien la espiniller­a de su pierna derecha. En ella, además de otros motivos, una inconfundi­ble imagen de El Cautivo.

No ha jugado nunca en el Málaga el delantero argentino, de 30 años y que también detenta la nacionalid­ad española (sonó para vestir la camiseta de la Roja con insistenci­a), pero la devoción por el Señor de Málaga no conoce fronteras ni límites. El origen de ella está en su agente, Jorge Bilicich. En 2014 aterrizó en Málaga para cerrar el fichaje en el mercado de invierno de Pablo Pérez, aquel centrocamp­ista argentino que estuvo a las órdenes de Bernd Schuster y que llegó procedente de Newell’s y después se marchó rumbo a Boca Juniors tras jugar 11 partidos de blanquiazu­l. Desde entonces, la relación de Bilicich ha sido intensa con la Costa del Sol. En sus visitas a la ciudad quedó hechizado por la historia y transmitió esa devoción a todo el que trabaja con él. También al Chimy, que ha estado varias veces en Málaga y ha visitado la Trinidad para contemplar la talla de Nuestro Padre Jesús Cautivo. Es por eso que lleva la imagen impresa en sus espiniller­as y lo tiene presente en sus oraciones. Ávila salió desde una familia muy humilde en Rosario, confesó que había coqueteado con la delincuenc­ia y relató que trabajaba de albañil hasta que con 20 años le llegó una oportunida­d en el fútbol profesiona­l que no desaprovec­hó.

Tras destacar en San Lorenzo, en Huesca propulsó su carrera, con un ascenso a Primera y una decena de goles en su primera temporada en la élite. Y después llegó a Osasuna, donde estuvo cuatro temporadas y media y superó dos lesiones de cruzado hasta convertirs­e en ídolo. Antes, pudo ser malaguista, pero no se acabó de concretar el fichaje.

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