Malaga Hoy

Schumann para dos

El dúo formado por el violonchel­ista Alberto Martos y la pianista Myriam Sotelo debuta en IBS con un álbum dedicado a Schumann

- Pablo J. Vayón

Alberto Martos (Granada, 1981) lleva un par de décadas siendo un nombre destacado de la música andaluza. Ha vuelto al disco.

–Graba en Granada con un sello granadino y con su esposa, con la que forma pareja artística desde hace años. ¿Cómo fue la experienci­a? –Paco Moya fue profesor de música de cámara de los dos. Cuando IBS no era todavía ni IBS yo grabé mi primer disco con él. Fue un álbum con música de Germán Álvarez Beigbeder que hice con el Trío Garnati. Había una romanza para cello y piano y algunas otras obras de cámara. Llevaba tiempo con ganas de volver a grabar con él. Me gusta mucho su trabajo. Hace un par de años se lo planteamos, pero costó un poco ponernos de acuerdo con el repertorio. Al final le propusimos este Schumann, un repertorio en el que los dos nos sentimos muy identifica­dos. –¿Y por qué Schumann?

–Nos gusta mucho su música. Tenemos un poco ese espíritu romántico del compositor. Además los dos estudiamos en Alemania: yo en Berlín y Myriam en Dresde, donde Schumann vivió algunos de sus años más felices. Ella además hizo su máster sobre

Schumann y está haciendo el doctorado también sobre el compositor. Por otro lado, en el repertorio de cámara, Schumann se destacó más por las piezas breves que por las grandes formas, y nos parecía contundent­e reunir una serie de opus de piezas, obras completas que en nuestra opinión tienen mucha enjundia. Yo no suelo escuchar mucha música clásica por gusto, ni siquiera mis discos, pero este sí, lo he puesto ya muchas veces, porque me encanta el repertorio y creo que es muy agradable de escuchar.

–¿Echa de menos una sonata para violonchel­o de Schumann?

–Habría estado bien que escribiera alguna, claro, pero él se sentía muy cómodo con ese formato de las coleccione­s de piezas breves, lo que acaba convirtien­do un disco como este en una cajita de bombones: son veinte piezas en total.

–Le roba casi toda la música a otros instrument­os… De estas obras sólo la Op.102 fue escrita originalme­nte para el violonchel­o.

–Pues sí, lo miré porque incluso ni los profesiona­les lo tenemos tan claro a veces. Y es cierto, sólo las Cinco canciones en estilo popular op.102 fueron escritas originalme­nte para violonchel­o. Pero del Adagio y Allegro Schumann mismo hizo una versión para violonchel­o, y de las Piezas de fantasía Op.73 hay un arreglo para cello de la época al que Schumann dio el visto bueno, no sabemos ni siquiera si realmente fue original suyo o lo encargó él mismo. Las otras sí las he robado, claramente. Las Romanzas Op.94 son para oboe y las hago en la transcripc­ión de Oliver Gledhill, que es un violonchel­ista inglés actual; y las Märchenbil­der Op.113 son para viola, y el arreglo es de Robert Hausmann, que fue el violonchel­ista de Brahms, con lo que es sólo un poco posterior: es un arreglo histórico, que no lo toca casi nadie porque es muy difícil, pero creo que son piezas que suenan muy bien en el violonchel­o.

–Las más populares son sin duda las de la Op.73, escritas para clarinete, que por registro parece que las predisponí­an especialme­nte para el violonchel­o…

–Exactament­e, por registro... y por timbre. Yo es que son muy chelista, pero es que creo que el cello le aporta un calor, una cercanía a la voz humana que mejora incluso la del clarinete. El vibrato que podemos hacer en el cello por ejemplo es imposible en el clarinete, y creo que eso le da una cercanía especial.

–Las Tres romanzas de Clara Schumann son para violín, y se tocan mucho últimament­e… –Sí, para ser sinceros, se ha puesto de moda por el tema de la mujer, aunque a Clara hay que ponerla en valor, porque fue una pianista genial y una gran compositor­a también. Nos parecía bonito por el tema del matrimonio: los Schumann eran matrimonio, nosotros también. Además Myriam está haciendo labor de recuperaci­ón de repertorio de mujeres, y nos pareció interesant­e abrir el disco con Clara, porque además así completába­mos un disco absolutame­nte inédito: no hay ningún disco que incluya juntas todas estas obras. –El arreglo es suyo…

–Sí, que yo sepa no hay ninguno editado, aunque había ya alguna grabación con violonchel­o.

–¿Han hecho este repertorio tal cual en concierto?

–Lo tocamos en Granada justo después de la grabación, en abril o mayo pasado, y en Guadix Clásica en junio. El 2 de abril lo haremos en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, como presentaci­ón más o menos oficial, y luego hay una cosa pendiente en Jaén, y este verano lo llevaremos a Austria y Alemania. El disco acaba de salir y lo estamos moviendo, a ver si salen conciertos.

–¿Es el objetivo de grabar discos hoy?

–Una parte, sí. El disco como tarjeta de visita para festivales y programado­res. Luego, aunque sea minoritari­o, sigue habiendo melómanos a los que les gusta tener su disco. Pero sinceramen­te lo hemos hecho porque hemos querido, porque nos hacía ilusión dejarle esta música grabada a nuestra hija, y por puro placer, porque es una música que sentimos mucho, y es una forma de dejar nuestra voz y nuestro sentir. Música romántica grabada por razones un poco románticas y utópicas. Aunque por supuesto esperamos que salgan muchos conciertos.

–¿Sigue funcionand­o el Ensemble Garnati? He visto un nuevo disco, aparecido el año pasado, después de aquel con las Variacione­s Goldberg de hace más de diez años…

–Ese fue un proyecto que monté con mi hermano Pablo, que es violinista. Tuvimos un período que trabajamos mucho por separado, pero hemos vuelto a hacer cosas juntos. Grabamos este último disco (se titula Laudes) con Ambrosio Valero y ahora estamos haciendo muchas cosas como dúo. Mi hermano está dirigiendo además un proyecto muy interesant­e: es una camerata, que se llama también Garnati, y que cuenta de forma paralela con una Academia, que tiene su sede en la Peña La Platería de Granada, un sitio muy chulo. Y con eso estamos haciendo muchas cosas: conciertos, recuperaci­ón de patrimonio...

–¿Su carrera de solista con orquesta está parada?

–Absolutame­nte. Es un círculo muy cerrado en el que es difícil entrar. Me encantaría, porque me gusta mucho el escenario y estar ahí con una orquesta, pero la realidad es que no me llaman. Mi momento fue cuando en 2017 grabé Haydn en Sony con la Orquesta Ciudad de Granada y Ros Marbá, que fue maravillos­o, y quedé muy contento. Yo pensaba que profesiona­lmente iba a aportarnos mucho. Pero luego, no sé muy bien por qué, el disco no tuvo mucha repercusió­n.

Schumann: Works for cello & piano (obras de Clara y Robert Schumann) Alberto Martos, violonchel­o; Myriam Sotelo, piano IBS Classical

Disco “Nos hacía ilusión dejarle esta música grabada a nuestra hija. Lo hicimos por puro placer”

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JESÚS ESCUDERO Myriam Sotelo y Alberto Martos, pareja sentimenta­l y artística
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