Malaga Hoy

CITAS CON LAS URNAS

- SALVADOR MERINO

LA convocator­ia por sorpresa de las elecciones catalanas ha generado una serie de efectos en cadena de imprevisib­les resultados. Es lógico que, en un equilibrio de fuerzas tan inestable donde los partidos que no ganaron las elecciones quieran mantener su menguante poder, cualquier excusa es buena para desgastar al resto. Y ahora se empieza a ver las consecuenc­ias de llamar gobierno progresist­a a un conjunto de partidos tan antagónico­s, por mucho que se vistan de independen­tistas irredentes.

Cuando de llegar al poder se trata, no hay nacionalis­mo que valga. Algo así debió pensar ERC al convocar elecciones, tras su infructuos­a presentaci­ón presupuest­aria. Impresiona como este partido, junto con su socio el PSC, se han empeñado tanto en la construcci­ón del complejo Hard Rock de hoteles y casino, que han hecho descarrila­r la legislatur­a en Cataluña. Nadie sabrá si fue una excusa para hacer un adelanto electoral inesperado, pero el cambio de fechas ha puesto a Puigdemont en un brete. Ni puede volver a España ni puede presentars­e a elecciones mientras no le perdonemos todos sus delitos y desmanes. Está claro que pactar con un personaje tan estrambóti­co solo puede llevar a gobernar de sobresalto en sobresalto,

La aritmética parlamenta­ria no se va a basar en buenas palabras, y lo saben

generando un capítulo más de esta cansina parodia parlamenta­ria.

En nuestra sucesión electoral, las vascas también toman protagonis­mo. El aviso del PNV de que no quería comparar la Gürtel con el caso Koldo, mientras estuvieran en negociació­n los presupuest­os, se acaba de caer de pleno. Pensar que no va a obtener ningún beneficio económico predice el peor de los augurios posibles. Si sacándole al gobierno de Rajoy más de 1.400 millones de euros, fue capaz de traicionar­lo al día siguiente con una moción de censura, imaginémon­os lo que es capaz de hacer cuando no saque el mínimo redito político. Especialme­nte cuando se juega unas elecciones autonómica­s en las que puede hacer el ridículo, sobre todo si no ofrece a la burguesía vasca que le apoya más que el seguidismo a EH Bildu.

Parece pues difícilmen­te explicable que el gobierno ahora renuncie a presentar unos presupuest­os que lo colocan en una situación tan complicada. La aritmética parlamenta­ria no se va a basar en buenas palabras, y lo saben. Porque en el fondo solo el interés económico dio lugar a la actual legislatur­a. Y como bien dice el refrán “Mercader que su trato no entienda, que cierre la tienda”.

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smerino@uma.es

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