Malaga Hoy

APARTAMIEN­TOS TURÍSTICOS

- IGNACIO DEL VALLE

NOS han colado un apartament­o turístico en el bloque. Tuvimos otro antes del coronabich­o. Durante el cerrojazo de estado de alarma, 14 de marzo de 2020, una familia gabacha deambulaba por los rellanos con espanto en solería extraña. Existe un procedimie­nto para frenar estos inventos, un “apartamien­to”.Consiste en la anticipaci­ón y el consenso. Si la vivienda en cuestión no se ha dado de alta en el Registro de la Junta de Andalucía, intente convocar una junta de la comunidad de propietari­os. Con una mayoría de 3/5 se puede proponer prohibir esa actividad turística e incluso subir un 20% las cuotas de las fincas que estén suscritas como vacacional­es y/o turísticas. Convivir con un dormidero efímero depende de la educación de los visitantes. La mayoría es discreta frente a los fiesteros de llamada a la policía local. Te pueden tocar turistas civilizado­s que se esfuman sin dejar rastro y los que arrastran el maletamen con gritos y risas a las cinco de la madrugada camino al vuelo low cost. La turismofob­ia aterriza en Cenacheril­and. Las placas de los apartament­os turísticos se señalan con una pegatina y diversos niveles de mosqueo:“A tu puta casa” o “Antes esta era mi casa”. El turismo es un petróleo que tiene efectos colaterale­s. Los centros peatonaliz­ados desde el Broadway neoyorquin­o a la madrileña Puerta del Sol se colonizan con viviendas turísticas que permiten el estilo de viaje neotieso. Ahora los cogollos de las ciudades son similares en todas partes y están poblados por guiris y ancianos. Ver niños jugar a la pelota o lo que sea en la calle es un espejismo. Puede disfrutar de ese espectácul­o allá donde el CAC, frente al teatro romano y poco más. Lo de los apartament­os turísticos es un negocio del que participan conglomera­dos empresaria­les e individuos particular­es que desean evitar inquilinos morosos que okupan la propiedad y palman un pastizal, porque además de no cobrar el alquiler contratado tienen que hacer frente a los suministro­s del inquilinat­o no les vayan a empaquetar. Es selva de mercado. El españolito amoscado invierte en ladrillo, un tangible frente a los criptopufo­s, depósitos de rentabilid­ades cadáver y ruleta de acciones bursátiles. Los viejenials nos hemos esforzado en conseguir un techo con la esperanza de estirar la pata en la cama de matrimonio y dejar algo para la prole. A pesar del fisco. El futuro nunca será lo que era.

Te pueden tocar turistas civilizado­s que se esfuman sin dejar rastro y los que arrastran el maletamen con gritos

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