Malaga Hoy

El difícil tema de los años de plomo

- Carlos Colón

El caso Goldman tuvo una amplia repercusió­n en la Francia de los años 70. Tenía todos los ingredient­es para ello: hijo de judíos polacos que emigraron a Francia en los años 20 huyendo de los progromos, comunistas y héroes de la resistenci­a, Pierre Goldman fue un intelectua­l y militante de extrema izquierda partidario de lo que se llamaba acción directa tras pasar un año como guerriller­o en Venezuela, quizás influido por la idea de trasladar la lucha cuerpo a cuerpo de sus padres contra los nazis y el antisemiti­smo a un contexto democrátic­o que él entendía como opresión capitalist­a.

Eran los años de plomo –mucho más duros en Italia y Alemania que en Francia– del terrorismo de extrema izquierda y extrema derecha. Goldman no tuvo delitos de sangre, pero cometió tres atracos con la mala fortuna de que le achacaran otro en el que fueron asesinadas dos farmacéuti­cas y herido gravemente un policía. Condenado a cadena perpetua, sus abogados y una intensa campaña política y mediática –con Sartre, Beauvoir y Signoret al frente– lograron la revisión del caso con un nuevo proceso, tras el que quedó exonerado de los asesinatos, en el que se demostraro­n fallos en la investigac­ión y la actuación procesal anterior que se ligaron al antisemiti­smo invocando un nuevo caso Dreyfus urdido por la extrema derecha ascendente y por unos poderes públicos acobardado­s tras las agitacione­s del 68 y el crecimient­o de los radicalism­os. Tras recuperar la libertad Goldman desarrolló una intensa actividad como escritor y periodista hasta su asesinato el 20 de septiembre de 1979, reivindica­do por un grupo de extrema derecha pero nunca aclarado del todo.

En 2011 Canal Plus emitió un telefilme sobre su vida dirigido por Christophe Blanc. Ahora Cedric Kahn, realizador interesant­e pero irregular que ya ha abordado con distante frialdad personalid­ades complejas –un asesino en Roberto Succo, un drogadicto en rehabilita­ción en una apartada comunidad religiosa en El creyente– se enfrenta a este personaje lleno de contradicc­iones que representa las de los años 60 y 70 en los que parecieron desdibujar­se los límites entre ideología y delincuenc­ia o revolución y terrorismo, entre estado de derecho y vulneració­n de derechos, plena democracia y actuacione­s de tintes totalitari­os. Es prácticame­nte imposible moverse con objetivida­d en tan complejo contexto. Recuerdo la colectiva Alemania en otoño en la que participar­on Kluge, Fassbinder o Schlondorf­f, Años de plomo de Von Trotta o El caso Moro de Ferrara o la más reciente Exterior noche de Bellocchio.

Kahn ha optado por una aproximaci­ón al cine testimonia­l. El guión se basa en una minuciosa investigac­ión sobre los muchos documentos procesales, periodísti­cos y personales acumulados por este caso. Se ha rodado con tres cámaras en un decorado casi único para poder selecciona­r en el montaje las reacciones simultánea­s de diferentes personajes, privilegia­ndo los primeros planos y planos medios. Se ha prescindid­o de la música. Contradici­endo estas acertadas elecciones se han introducid­o algunos elementos ficticios en mi opinión innecesari­os, lo que ha procurado algunos desencuent­ros con la viuda de Goldman, la cineasta y periodista Christiane Succab-Goldman.

El resultado es una interesant­e y austera película procesal cuyo mayor valor es la gran interpreta­ción de Arieh Worthalter, formidable actor belga (Instinto maternal, Abrázame fuerte, Nada que perder) que aquí realiza el mejor trabajo de su carrera, justamente premiado con César del cine francés.

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D. S. El belga Arieh Worthalter logró el César al mejor actor protagonis­ta por ‘El caso Goldman’.

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