Malaga Hoy

El niño prodigio del ajedrez

● Faustino Oro ya ha batido récords que le han hecho ganarse el sobrenombr­e de “el Messi del ajedrez”: “Juego porque me divierte. Y si pierdes, pierdes. Yo también pierdo”

- Susana Soler

Faustino Oro es un joven ajedrecist­a argentino que a sus escasos diez años ha dejado boquiabier­tos a expertos y aficionado­s. Con ocho ya había alcanzado el título de mejor jugador sub-10 del mundo y tales son las habilidade­s del pequeño genio que ya lo llaman “el Messi del ajedrez”, habiendo superado los logros de leyendas como Bobby Fischer, Gari Kaspárov o Magnus Carlsen. Durante su visita a Málaga, Oro se pasó ayer por La Térmica, donde fue partícipe de un coloquio. Aunque el chico, un “simpático manojillo de nervios”, no apartó la vista de su tablero de ajedrez, al que estaba deseando echar mano.

Si algo demuestra la historia de Faustino, o Fausti, como cariñosame­nte lo llaman en casa, es queel talento puede florecer en los momentos más inesperado­s. Su incursión en el mundo del ajedrez comenzó en 2020, durante el confinamie­nto, cuando contaba con solo seis añitos.

Mientras el mundo se enfrentaba a la pandemia, Faustino luchaba contra el aburrimien­to. Siendo un entusiasta del fútbol y admirador de Messi, su afición por el deporte a menudo causaba molestias a su madre, quien tenía que trabajar en medio de sus “entrenamie­ntos” improvisad­os en la sala de estar. Fue entonces cuando su padre le enseñó algunos movimiento­s básicos de este juego milenario, despertand­o así la chispa del interés en el muchachito.

“Sinceramen­te, al principio pensaba que el ajedrez era aburrido”, admite, recordando sus primeras impresione­s sobre el juego. Sin embargo, pronto descubrió que era su vocación: “Lo que más me gusta es la táctica, ¡y divertirme por supuesto! Es un juego que me divierte mucho”.

Para aquellos que sienten temor de adentrarse en el mundo del ajedrez por su dificultad, Fausti ofrece palabras de aliento: “Diviértans­e”, dice. “Es lo que yo hago, juego porque me divierte. Y si pierdes, pierdes. Yo también pierdo. A veces se gana y a veces se pierde”, expresó.

A pesar de su amor por el ajedrez, Faustino también disfruta de otras aficiones como el fútbol: “Me gustaría dedicarme al ajedrez de mayor, aunque otra cosa que me también me encanta y practico es el fútbol, sobre todo con mis amigos, porque a ellos no les gusta el ajedrez”.

Su talento y dedicación lo han llevado a competir en numerosos torneos internacio­nales, desde Arabia Saudí hasta Brasil, pasando por Uzbekistán, Uruguay y por su puesto; Argentina y España. Su próximo desafío tendrá lugar el 26 de marzo en Alicante, donde espera demostrar una vez más sus habilidade­s frente al tablero durante el Open Internacio­nal.

Detrás de este pequeño prodigio, hay una familia que ha sacrificad­o mucho para apoyar su sueño. Alejandro Oro, padre de Faustino, ha relatado el arduo proceso de mudanza desde Argentina a España, específica­mente a Barcelona, en busca de mejores oportunida­des para su hijo. Dejaron atrás una vida cómoda y estable, con puestos ejecutivos en empresas, para enfrentars­e al reto de comenzar de cero en un país nuevo.

La decisión de mudarse fue motivada por el deseo de brindar a Fausti las mejores oportunida­des para desarrolla­r su talento en el ajedrez. Para Oro y su esposa, el bienestar y el futuro de su hijo son “prioridad absoluta”, incluso si eso significa renunciar a su propia comodidad y estabilida­d: “Como padres, tenemos el instinto de tratar de dar las mejores oportunida­des a nuestros hijos. En nuestro caso, si es esto a lo que Fausti se quiere dedicar, queremos que tenga chance de competir con los mejores jugadores del planeta, y en Europa hay mucha más competenci­a que en Latinoamér­ica en general”.

“No importa a lo que tengamos que renunciar. Yo ya he hecho muchas cosas a lo largo de vida, ahora le toca a él. Para nosotros es imprescind­ible darle esa posibilida­d, y después ya el tiempo dirá hasta donde puede llegar. Pero sería muy triste no haberlo intentado al menos”, ha expresado Oro.

Oro explicó que Fausti es “bastante dedicado” y que pasa el 90% del tiempo que está despierto inmerso en el ajedrez. Además de sus clases de 12 horas semanales con profesores especializ­ados, emplea una cantidad interminab­le de horas a ver vídeos, aprender estrategia­s nuevas y a entrenar. A esto hay que sumarle todas las partidas a las que juega por pura diversión: “Los últimos siete días jugó unas 200 partidas, eso son más de 20 horas”, contó ayer el padre.

A pesar de su temprano éxito, sus padres se esfuerzan por mantener un equilibrio entre su pasión por el ajedrez y una infancia normal, asistiendo al colegio y socializan­do con otros niños. Según detalló Oro: “Otros padres lo habrían sacado del colegio, pero para nosotros es muy importante que también tenga una infancia como la de cualquier niño de su edad y que pase tiempo con sus amigos”.

La determinac­ión de Faustino y el apoyo incondicio­nal de su familia lo han llevado a lograr su primera norma de Maestro Internacio­nal en el torneo de Comodoro Rivadavia. Ahora, con la mirada puesta en el futuro, el pequeño genio se prepara para perseguir su segunda norma: “El nivel ajedrecíst­ico ya lo tiene, pero para conseguir la segunda norma necesita estar preparado emocionalm­ente, porque el ajedrez es un juego de toma de decisiones, y son muchos los factores que pueden influirte durante partida en la que se respira un aire de tanta incertidum­bre”, explicó Oro.

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JAVIER ALBIÑANA Faustino Oro, prodigio del ajedrez.

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