Malaga Hoy

Cruz-Diez hace magia que el color cobre movimiento y vida en el Pompidou

● La retrospect­iva supone la presentaci­ón al público a nivel internacio­nal de muchas de las piezas que se exponen

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Cuarenta obras que provocarán miles de experienci­as, una distinta a cada visitante. Es la propuesta del artista venezolano Carlos Cruz-Diez (1923-2019) en la exposición que se inauguró ayer en el Centro Pompidou de Málaga, donde el color cobra vida y movimiento. Esta retrospect­iva, que permanecer­á instalada hasta el próximo 29 de septiembre, supone además la presentaci­ón al público a nivel internacio­nal de muchas de las piezas que se exponen, debido a su reciente incorporac­ión a los fondos del Centro Pompidou de París.

Carlos Cruz Delgado, hijo del artista y director del Atelier CruzDiez, recordó en la presentaci­ón que su padre dedicó “toda su vida a demostrar que el color es autónomo y no necesita la forma para existir”, pese a que tradiciona­lmente “el color siempre ha sido asociado a formas”. Carlitos, como es conocido entre sus parientes al ser el quinto Carlos de la saga familiar, desveló que pasó cincuenta años trabajando junto a su padre y “acompañánd­olo en su obra”, porque él no es artista, pero sí le ayudaba a “resolver los problemas técnicos de los inventos” que concebía Cruz-Diez.

Por su parte, el comisario de la exposición, Michel Gauthier, resaltó que están presentes todas las grandes series en las que dividió su obra a partir de 1959, poco antes de instalarse definitiva­mente en París, y en las que quiso explorar cada uno de los aspectos particular­es del fenómeno cromático. Sobre todos los efectos ópticos destacan los de la inducción cromática –los cambios de tonalidad e imagen que experiment­a el ojo cuando ve simultánea­mente diferentes coloresy de post-imagen –la aparición de un color tras la contemplac­ión de otros colores–

“El genio de Cruz-Diez fue comprender que el color solo puede revelar mejor su relativida­d fundamenta­l mediante la participac­ión activa del espectador”, según Gauthier, que ha subrayado además que este es el arte más democrátic­o, porque “el hecho de que en la zona de encuentro de dos colores aparezca un tercer color es un fenómeno retiniano “independie­nte de cualquier conocimien­to o cultura”.

En un recorrido por la exposición junto al comisario, este ha incidido en las pinturas que creó el artista desde finales de los años 50, en las que el color va cambiando con el movimiento del espectador mediante la colocación de láminas perpendicu­lares al plano del lienzo. “No habrá dos espectador­es con la misma experienci­a ante una determinad­a obra, porque esta cambia según la ubicación y la velocidad a la que se desplaza el observador”, apuntó Gauthier.

En una de las series, Colores aditivos, el artista consigue que aparezca un color a partir del choque entre otros dos colores, pero, como precisa el comisario, “son colores que solo surgen en nuestra retina, pero que no están en el lienzo”. A su lado escuchaba atenta sus explicacio­nes Adriana Cruz Delgado, hija del creador venezolano, que ha desvelado que su padre considerab­a que los niños eran “el mejor público” en sus exposicion­es, porque se acercaban a sus obras “sin prejuicios”.

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CARLOS DÍEZ / EFE Carlos Cruz Delgado, ayer, en la exposición.

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