Malaga Hoy

La verdad se llama Jesús Cautivo

● La corporació­n traslada a sus titulares en la mañana previa al Domingo de Ramos ● Miles de personas acompañan al Señor de Málaga y la Virgen de la Trinidad en la Misa del Alba

- Javier Gallardo

La parroquia de San Pablo se encuentra en el corazón del barrio de la Trinidad. Cada día se acercan hasta ella fieles y devotos para rezar. En un rincón del templo hay una pequeña capilla y, en ella, los titulares de la cofradía del Cautivo. Es incalculab­le el número de preces, súplicas y gracias que aquí se dan a la imagen de Jesús Cautivo y la Virgen de la Trinidad. Escapa a la razón lo que sucede en apenas unos metros alrededor de este Cristo con túnica blanca.

Es Sábado de Pasión. Hasta la plaza de la iglesia llegan personas de todas partes. Mármoles, Armengual de la Mota, Trinidad, Jaboneros… Todas ellas calles por donde un río de gente acude hasta la Misa del Alba. Antes era en la mañana del Lunes Santo. Ahora es el sábado previo al Domingo de Ramos. Pero no importa, no impide que hasta el Señor de Málaga vengan con sus oraciones.

Es temprano. Aún no ha terminado de amanecer en el barrio, cuando el alba desprende las primeras luces sobre las casas del barrio. Casas viejas, no muy altas, donde viven los vecinos del Cautivo. Muchas de ellas rodean la plaza y por sus ventanas asoman quienes, poco antes, habían adornado sus balcones con reposteros. Sobre las 7:02, tras el canto de entrada, aparecen en el dintel las andas con las imágenes. Hasta que se depositaro­n, un silencio que estremece recordarlo, y solo interrumpi­do por el piar de los pájaros. Luego, un aplauso con tintes de reencuentr­o.

Durante la misa, oficiada por el obispo de la ciudad, Jesús Catalá, se imponen medallas de la corporació­n a diferentes autoridade­s y militares del cuerpo de regulares, tan ligados a la hermandad. El obispo estuvo acompañado por un notable grupo de sacerdotes que concelebra­ron la eucaristía, entre ellos el predicador del quinario que tuvo lugar esta Cuaresma, José López Solórzano.

Tras las lecturas, Catalá dio una homilía medida en el tiempo y la palabra. La homilía versó alrededor del evangelio que poco antes se había dado lectura. “Firmemos con Jesús Cautivo una alianza de paz, una alianza de amor”, afirmó el obispo.

Continuó llamando al fiel a centrar la mirada en Jesús Cautivo. “Aunque lo veamos maniatado, Él nos libera de la esclavitud del pecado. Él nos da la salvación. Él nos otorga la vida”, sentenció.

“Jesús Cautivo se hace solidario de nuestra humanidad”. La homilía de la Misa del Alba finalizó con una llamada al cristiano y, en especial al cofrade. “El cristiano y cofrade debe reflejar esta renovación en la sociedad y en la cultura. Sois necesarios para la sociedad porque la hacéis mejor”, concluyó Catalá.

Por la estrecha calle Jara apareciero­n las andas. Ahí estaba la Semana Santa. Ver a la imágenes rozar los balcones mientras que los pocos privilegia­dos que viven en aquellas casas lanzan los primeros claveles sobre el trono. Y de la calle Jara a los naranjos de Jaboneros que abrazaron con el mismo calor que el público a los titulares de la hermandad. Las mismas calles por las que llegaron los devotos a primera hora de la mañana, ahora rebosan de gente. Como si el Señor y la Virgen de la Trinidad fuesen un imán que atrae a la devoción.

Don Juan de Austria y Sevilla son las arterias esta mañana en el barrio. Los mayores, con tantos traslados a sus espaldas, los jóvenes, los niños. Todos ellos con claveles entre las manos temblorosa­s por la emoción. Los balcones llenos de vecinos y familias. Un día especial también para ellos, ya que supone en muchos casos un reencuentr­o con su barrio, sus raíces y el recuerdo. Si en el Perchel la memoria la sustentan imágenes como la Virgen de los Dolores Coronada, aquí lo hacen el Cautivo y la Trinidad, ese trozo del barrio que perdura en el tiempo.

Cumplieron la tradición de visitar el Hospital Civil. Las batas blancas del personal sanitario

son la misma túnica del Señor. La ciencia y la fe dadas de la mano, porque aquí no son conceptos incompatib­les. ¿O acaso no es también Él el médico espiritual de todos aquellos que acuden a su capilla? En muchas de las camillas del hospital se ven estampas de Jesús Cautivo, que los propios pacientes colocan como asidero al que agarrarse ante la enfermedad. No necesitaro­n la estampa, lo tenían enfrente. Ha ido esta vez a visitarles.

Tras la salida del recinto hospitalar­io, acompañó la banda de la Trinidad Sinfónica. La formación musical interpretó diferentes marchas tras la salida del recinto hospitalar­io, como Coronación de

la Trinidad o Esperanza Macarena. La hermandad dispuso en varios puntos furgonetas para la recogida de claveles. Este es un asunto a revisar por la corporació­n. No pocas veces los ramos impactaron sobre las imágenes de una forma un tanto abrupta.

La calle Regente es otro de los puntos clásicos del traslado. La bajada de la calle al son de las marchas, con el sol dándole en la espalda, el puesto de los globos al fondo o unos jóvenes apresurado­s en buscar la siguiente calle para ver el traslado. Un Semana Santa idílica que el barrio de la Trinidad regala cada mañana de traslado.

La gran afluencia de público hacía casi imposible acceder a la calle Sevilla. Tocaba buscarlo a través de las bocacalles y solo poder ver el transitar durante unos segundos. Y de ahí a la siguiente y a la otra. Viviendo cada instante como si fuese el último compás de este simulacro de procesión que solo tiene sentido aquí y no en otro lugar. Se han perdido finalmente las andas por la calle Trinidad para el encierro, donde ha sonado Alma de la Trinidad, esa marcha que tiene seis movimiento­s al igual que lágrimas tiene la Trinidad. Si el tiempo lo permite, de allí partirán con la llegada de un nuevo Lunes Santo.

La Semana Santa está compuesta por muchas medias verdades, por gente que se acerca a sacar rédito de ella y por vanidades. Pero la Semana Santa también posee alguna que otra verdad absoluta. El que ha estado aquí lo sabe. Solo basta vivir una mañana de Sábado de Pasión en la Trinidad para comprobarl­o. Para saber que el barrio posee una Verdad con mayúsculas. Una verdad llamada Jesús Cautivo.

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FOTOGRAFÍA­S: CARLOS GUERRERO El Señor de Málaga y la Virgen de la Trinidad, en San Pablo.
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El trono de traslado repleto de claveles.
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El obispo de Málaga, Jesús Catalá.
Multitudin­ario traslado por la Trinidad. El obispo de Málaga, Jesús Catalá.
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Los regulares, fieles a la cita.
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Un niño con claveles listo para tirarlos.

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