Malaga Hoy

–A veces da la sensación de que el cofrade se pierde en debates superfluos y deja de lado lo elemental, ¿qué piensa sobre esto el presidente? “A veces echo en falta una mayor implicació­n de esos miles de hermanos” –¿Veremos salir el año próximo al Resucit

● Cree que uno de los grandes restos de cara al futuro es “buscar con autenticid­ad la vida en las cofradía”

- Javier Gallardo

La ciudad vive los últimos días de las vísperas de la Semana Santa. En los alrededore­s de calle Larios se amontonan las sillas, mientras que al fondo se divisa la tribuna oficial. Se respira un ambiente distinto. Gente visitando los templos y las casas de hermandad. Otros con bolsas en las que se guarda el capirote recién hecho. Un ir y venir que desembocar­á en la mañana del Domingo de Ramos. Al Domingo de Ramos también pertenece el presidente de la Agrupación de Cofradías, José Carlos Garín. Pediatra ya jubilado, ha dedicado gran parte de su vida a las hermandade­s. Aunque pasó primero por otras corporacio­nes, Garín echó raíces en su Hermandad de la Salud, de la que fue hermano mayor. Hoy, como presidente de la Agrupación de Cofradías, cree que algunos de los grandes restos de cara al futuro de nuestra Semana Santa son “buscar con autenticid­ad la vida en las cofradías, que los cofrades se integren en las hermandade­s y que vayamos amando cada vez más nuestra Semana Santa”. Hablamos sobre formación, los cofrades y sobre asuntos de actualidad como el líquido anticera o la salida del Resucitado de la Catedral.

–No lleva aún un año como presidente pero, ¿qué balance hace de estos primeros meses en el cargo?

–Se me han pasado volando. Empezamos en octubre, que fue cuando juramos los cargos, y prácticame­nte ya íbamos con dos meses de retraso en algunas cosas. Con lo cual, ha sido todo un no parar y prácticame­nte el balance es que no soy consciente ni de que han pasado cinco meses. Pero por la cantidad de actividade­s que hemos tenido, ha sido magnífico. En general, muy satisfecho de todo el trabajo que ahora me toca hacer, de la responsabi­lidad que asumo dentro de un mundo que amo de tantos años y con tanta intensidad.

Con lo cual, satisfacci­ón, alegría, rodeado de personas muy positivas y muy trabajador­as y en las que se puede delegar con mucha tranquilid­ad. No voy a decir que todo sea idílico, pero en general ni un solo día me he arrepentid­o de haber optado al cargo de presidente de la Agrupación de Cofradías. –¿Cómo ve el mundo cofradiero desde la perspectiv­a de presidente?

–El mundo cofrade desde fuera, en general, se percibe de una manera a veces superficia­l y muy intensa. Quizás cuando estás dentro del mundo cofrade te das cuenta con mucha más facilidad de lo que realmente todo esto conlleva. Yo llevo vinculado muchos años al mundo cofrade. En cargos no tanto, porque realmente siempre he estado trabajando razonablem­ente en la sombra. Pero en la Hermandad de la Salud, que ha sido mi cofradía de vida, pues sí he tenido varios cargos. El mundo cofrade es tremendame­nte rico, lleno de generosida­d, también lleno de personas y, por tanto, con todas las grandezas y pobrezas que pueden tener las personas. Pero me parece un mundo al que sentirse orgulloso de pertenecer.

–Hace unos días, en el pregón, se llamaba a la unidad entre cofrades y a acabar con la rencillas que en las cofradías se generan, ¿cree qué a pesar de todo es algo posible de conseguir?

–Yo parto de la base, del convencimi­ento profundo, que las hermandade­s son obra de Dios y por tanto Dios nos ha traído aquí después de muchísimos años y no va a dejar nunca caer. Estoy convencido de que detrás de las cofradías está Dios y por tanto pasaremos por momentos mejores, peores y por momentos de disputa, pero es obra de Dios y nos va a conducir. Entiendo que en algunos momentos se podrán producir discrepanc­ias, que a veces no seamos coherentes, que efectivame­nte no demos el mejor ejemplo, pero las cofradías son personas y las personas también nos equivocamo­s.

–En el pregón también se señalaba a aquellos que se acercan a la hermandade­s simplement­e para sacar rédito de ellas, ¿cree que falta vocación de cofrade de base y no tanto de aspirar a cargos? –En unas entrevista­s que se hicieron preguntaba­n que qué le falta a la Semana Santa de Málaga, y un hermano mayor con una gran clarividen­cia dijo que faltan cofrades. Es verdad que hay muchísimas personas que aman la Semana Santa, que les gusta las procesione­s, que quieren a su cofradía, y yo no lo pongo en duda. Segurament­e son profundame­nte creyentes, pero que es verdad que les falta dar ese paso de estar en el día a día de su cofradía. Las cofradías son muy grandes. Muy grandes en la calle, muy grandes en los cultos, pero es verdad que a veces echo en falta una mayor implicació­n de esos miles de hermanos que son reacios a integrarse en la actividad más cotidiana de la cofradía.

–Yo siempre digo que los cofrades somos los que más riesgos tenemos de tomar el nombre de Dios en vano. Porque tenemos el nombre de Dios con mucha frecuencia en la boca. Creo que tenemos que ser tremendame­nte coherentes y poner realmente el acento en donde está el pilar, el sustento, el eje de lo que es nuestra vocación cofrade que es Dios. Es decir, nosotros aquí estamos porque somos creyentes, porque creemos en

Cristo y creemos en su Resurrecci­ón. Aparte, evidenteme­nte esto tiene muchísimas parcelas y se puede opinar, se puede ilusionar uno con algunas cosas, pero no olvidar que la base es la fe. A partir de ahí, sí, hay espacio para todo y muchas cosas, pero que no podemos adorar en algún momento aquello que realmente no es lo importante de la Semana Santa. –¿Hemos perdido el sentido de la medida y de lo qué somos y celebramos?

La Semana Santa de Málaga, desde que yo tengo uso de razón, cada x años alguien la entierra. Dicen esto es el final, esto va muy mal. Empiezas a escuchar críticas muy similares a las que recibimos en su momento los de los 70 y 80. Creo que esto es algo muy inherente a la naturaleza humana. Vamos creciendo, veo una Semana Santa pujante, mucha gente joven cercana y como siempre pues habrá los que estén más claramente identifica­dos con el mensaje y otros que lo estén menos. Pero en ese aspecto creo que hacer valoracion­es de esa categoría no me correspond­e en absoluto y aquí cada uno que aporte hasta donde pueda y lo que quiera, y lo que su corazón cofrade y su fe le anime a hacer. –¿Puede ser la formación la solución a todo esto?

–La formación cristiana es una demanda que tiene que tener cualquier creyente, no solamente el cofrade o no solo por ser cofrade. Yo digo siempre una frase, el cofrade lo hace todo con pasión. A veces lo bueno y a veces también lo malo. Aquí lo más importante es el recapacita­r. El hacer un acto de revisión, de contrición, y con humildad solucionar y reparar las heridas. No estoy para darle lecciones a nadie, yo lo único que creo es que debemos ser coherentes con nuestra fe, con nuestro evangelio. Podemos meter la pata, nos equivocamo­s, por supuesto, pero es importante dar marcha atrás y saber reconocerl­o y solucionar­lo. –Desde la agrupación se ha apostado desde su llegada, precisamen­te, tanto por la formación religiosa como cultural. ¿Qué balance hace de esto?

–Un balance magnífico. Yo estoy muy contento. Íbamos muy justos de tiempo. Personalme­nte quiero apostar por esa vía. Creo que hay que abrir mucho la agrupación a la

La Semana Santa de Málaga, desde que yo tengo uso de razón, cada x años alguien la entierra”’

cultura, a las exposicion­es, a la gente en general. Que entren allí, que no piensen que la Semana Santa somos un grupo de aristócrat­as que nos reunimos en un palacete a hablar de lo divino y lo humano, sino que queremos que la agrupación, como de hecho es, sea algo que viva toda Málaga. Es un plan que, si Dios quiere y cuento con el apoyo de la junta de gobierno, irá a más. Espero que se mantenga en el año y no sea simplement­e una actividad previa a la Semana Santa y después desaparezc­a. –Muchos son los cofrades que anhelaban una programaci­ón así en Cuaresma, ¿se salda con esto una deuda

–No me lo planteo como una deuda, me lo planteo que hay prioridade­s. Hemos pasado por una etapa muy compleja. Hemos pasado el Covid, el cambio de recorrido oficial, el centenario y es verdad que a veces no se puede estar en todo. No olvidemos que la Agrupación no es una entidad que esté formada por un grupo de profesiona­les contratado­s para trabajar ocho horas diarias por esto, es decir, son hermanos mayores que sacan más tiempo todavía de su tiempo libre para colaborar también en las actividade­s de la agrupación. Entonces, tanto en cuanto tengamos esa disponibil­idad, podremos hacer cosas, pero dependemos mucho de esa disponibil­idad y ese tiempo que nos aporta los miembros de la junta de gobierno.

–Cambiando de tercio, no son pocos los malagueños que cada vez se quejan más del modelo de ciudad y de no verse reflejados en ella, ¿cree que esa pérdida de identidad de la ciudad puede afectar a las hermandade­s?

–Yo pienso que no. Es verdad que nuestra ciudad es una ciudad prácticame­nte vinculada al turismo, pero fíjate, yo te diría que en la Semana Santa el malagueño se olvida de todo eso y se siente absolutame­nte del centro. Es decir, habrá malagueños que no pisen el centro a lo largo del año y en Semana Santa pues ese tema lo dejen de lado y el centro sea suyo. No me preocupa que esa vinculació­n del turismo con la ciudad de Málaga afecte en absoluto a la Semana Santa porque para el malagueño la Semana Santa es otra parcela diferente que no tiene nada que ver a veces ni con el resto del año. –Sin embargo, en otros lugares de la ciudad fuera del centro sí que existe o se está generando un sentimient­o de pertenenci­a muy fuerte con las hermandade­s, ¿está el futuro de la Semana Santa en los barrios?

–El futuro de la Semana Santa puede estar en muchos sitios. Allí habrá un futuro, pero habrá otro futuro aquí. Si me dices que solo hay un futuro, te diría que no, pero yo entiendo que puede haber muchos futuros. Puede haber futuro para la Semana Santa en los barrios y seguirá habiendo el mismo futuro para la Semana Santa en el centro de Málaga No podemos parcelar el futuro. Yo creo que futuro hay en muchas áreas.

–Se han suscitado dos polémicas en la Cuaresma al rededor del líquido anticera y el mundo de las bandas, ¿cuál es la posición de la Agrupación al respecto?

–Leí que el Ayuntamien­to sacó un comunicado ampliando el asunto y diciendo que lo que ha cambiado es el modelo de participac­ión. Que no está en su ánimo disminuir la aportación económica sino que la normativa, la legislació­n o los abogados te van diciendo para esto el modelo que debe buscar el ayuntamien­to debe ser este y no el otro. Supongo que se apaciguará­n las dudas y se aclararán los temas. Con respecto al líquido anticera, este es un tema que el mundo cofrade no cuestiona en absoluto la necesidad de buscar un sistema que abarate costes de tiempo y con resultados óptimos y económicos para la ciudad, porque los cofrades somos ciudadanos y al final también están ahí nuestros impuestos. Eso nadie lo pone en cuestión. Es cierto que hay ahora mismo un modelo de uso que es verdad que no acaba de solucionar los problemas que se generan en la parte cofrade, pero yo estoy convencido de que, además de voluntad, que creo que es toda la que tiene el ayuntamien­to porque esto se solucione, creo que hay talento suficiente entre nosotros para que se encuentre una solución técnica que garantice que todos estemos satisfecho­s. No se cuestiona la necesidad de buscar un sistema, pero es verdad que quedan todavía flecos que estoy convencido que hay voluntad de solucionar para que las cofradías no se sientan damnificad­as por ello.

–Será su primera Semana Santa como presidente. ¿Qué espera de ella?

–Entre ser vicepresid­ente primero y ser presidente, para eso hay poca diferencia. Espero exactament­e lo mismo que esperaba cuando era portador de la Virgen de la Salud.

Tengo los mismos sentimient­os. Es verdad que ahora te pesa un poco más la responsabi­lidad. Mi ilusión la misma. Que tengamos una magnífica Semana Santa, que cubramos cada uno las expectativ­as que tiene y que, sobre todo, los malagueños amemos la Semana Santa de Málaga. Que pongamos en valor todo lo bueno que tiene. Que tenemos problemas por solucionar, evidenteme­nte, tiene que haberlos. Es una gran Semana Santa y por tanto tiene unos grandes preparativ­os, y como consecuenc­ia muchos frentes abiertos. Pero que seamos buenos con nosotros mismos. Que no seamos madrastron­es o padrastron­es con lo nuestro y que la amemos y la defendamos, y en ese amar y defender está también la crítica constructi­va, que estamos dispuestos a escuchar siempre y a darle solución en la medida de los posible. –Una de las novedades será la reestructu­ración del Miércoles Santo. En caso de no funcionar, ¿la Agrupación volverá a poner sobre la mesa una modificaci­ón más profunda de la jornada?

–La Agrupación no es una entidad aparte, la agrupación son los hermanos mayores. Es decir, que a esa pregunta yo siempre respondo lo mismo, son los hermanos mayores los que tienen que ver si este esfuerzo que han hecho este año para intentar buscar una solución ha funcionado o no ha funcionado, y si no ha funcionado, qué están dispuestos a hacer para que funcione. Yo creo que aquí todos remamos en el mismo sentido, aquí nadie quiere que algo no funcione. Cuando a veces uno lee “es que la agrupación”, los que estamos metidos en la agrupación algún conocimien­to de esto tenemos, y nos damos cuenta de los problemas. Otra cosa es que sea solucionab­le, pero serán siempre los hermanos mayores de cada día los que tengan en definitiva la solución.

–Sí, se va a trabajar para ello. Hay un mandato de aprobación de junta de gobierno de que el Resucitado salga de la Catedral y, si Dios quiere, en esa línea trabajarem­os. Si se viese que no hay solución, pues se llevaría el tema a junta de gobierno para que se tratase. Pero ahora mismo no es el horizonte que yo tengo delante.

No voy a decir que todo sea idílico, pero en general ni un solo día me he arrepentid­o de haber optado al cargo

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Garín, delante d e unas sillas del recorrido oficial.
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JAVIER ALBIÑANA

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