GRAN CLASE.
CONSIGUE HACERNOS REÍR Y SENTIR COMO POCAS. VALERIA BRUNI TEDESCHI ES UNA DE LAS REINAS EUROPEAS DE LA COMEDIA, COMO DEMUESTRAN LAS DOS QUE ESTRENA ESTE MES.
Valeria Bruni Tedeschi estrena dos películas y se consagra.
Hablamos poco de Valeria Bruni Tedeschi. Demasiado poco para la estatura de una mujer que, poco a poco, película a película, se ha convertido en una de las figuras clave del cine europeo reciente. Hace unos años hubo quien quiso convertir su nombre en una anécdota: la de ser cuñada del presidente de Francia. Su vida, relatada a través de la de Carla Bruni, circulaba por la prensa: las hermanas nacidas en una gran casa de la burguesía piamontesa, hijas de un padre empresario y compositor de ópera y de una madre pianista y actriz, que sufrieron de pequeñas el exilio familiar a Francia a causa de la ola de secuestros de las Brigadas Rojas. La pérdida del hermano adorado, víctima del sida. O el descubrimiento, en el lecho de muerte de su padre, de que Carla no era hija suya, sino del hijo de uno de los amantes de su madre, como esta acaba de aclarar en su biografía. Dos rostros que encarnaban el dinero, la belleza y la cultura más exquisitos, enfangados en un relato de pobres niñas ricas.
AUTOBIOGRAFÍA FILMADA
Pocos, más allá de Francia e Italia, sabían de la excelencia interpretativa de Bruni Tedeschi. Su vocación adolescente fue la literatura, pero un día descubrió que necesitaba vivir los personajes todavía más que leerlos. Fueron sus clases con el director Patrice Chéreau en Nanterre las que la condujeron definitivamente al teatro y después al cine. En unos años 90 que ahora parecen remotos, su rostro empieza a despuntar cuando consigue su primer César (a la mejor actriz novel) por La gente normal no tiene nada excepcional y un par de Davides de Donatello gracias a sus primeras películas italianas. Luego les han seguido muchas estatuillas más. Del gusto por escribir guiones da el salto a la dirección en 2003, cuando realiza Es más fácil para un camello... (2003), primera de tres películas con marcado carácter autobiográfico a la que siguieron Actrices (2007) y Un castillo en Italia (2013). Una especie de psicoanálisis cinematográfico que Bruni Tedeschi dice practicar, también, a través de los personajes creados por otros, como el que da vida en Locas de Alegría, su nueva colaboración con el director Paolo Virzì. La película arranca en Villa Biondi, una bonita residencia psiquiátrica para mujeres con trastornos mentales situada en las colinas toscanas. Allí está ingresado su personaje, Beatrice, una bocazas sin filtros con ínfulas de gran dama que causa frecuentes quebraderos de cabeza a sus cuidadores. Cuando otra paciente, Donatella, deprimida y tatuada, llega a la casa, una conexión especial se produce entre sus respectivas soledades. Y un día, casi sin quererlo, las dos se fugan en busca de una felicidad que siempre parece inalcanzable. Mezcla de comedia alocada y road movie con regusto amargo, dice Bruni Tedeschi que Beatrice la hizo sentirse libre. Al fin y al cabo, su personaje no deja de ser otra pobre niña rica que, a pesar de sus desgracias, no para de reírse. Una vez más, la carcajada como exorcismo de los demonios personales.