Marie Claire España

PAREJA DE HECHO

SON COMPAÑEROS, PERO SOBRE TODO SON AMIGOS, AMIGOS DE VERDAD. MARIO CASAS Y BLANCA SUÁREZ, QUIZÁ LOS DOS INTÉRPRETE­S MÁS DESEADOS DE NUESTRO CINE, COMPARTEN PANTALLA Y MALA UVA EN 'EL BAR', LA ÚLTIMA LOCURA DE ÁLEX DE LA IGLESIA.

- por Rafa Pontes fotos Pablo Zamora estilismo Rut Baticón

Hace seis meses que Mario Casas ha dejado de fumar las dos cajetillas diarias que se metía entre pecho y espalda desde los 18 años. "Siempre dije que cuando llegara a los 30 lo dejaba", cuenta el actor gallego (La Coruña, 1986) durante la sesión de fotos. Por ahora, está cumpliendo con el propósito. Le pregunto si le está resultando fácil. "Fácil es encender un cigarro". El intérprete más taquillero del cine español parece mantener firmes sus propósitos desde que arrancara su carrera y, sobre todo, le diera un giro monumental a partir de su papel protagonis­ta en Grupo 7, de Alberto Rodríguez. Ahora tiene uno nuevo: ha engordado 12 kilos para rodar la película en la que anda metido, donde interpreta a un leñador llamado Martinón, y cuando termine perderá esa misma cantidad y otros 12 más para ser El fotógrafo de Mauthausen, un antifascis­ta que retrató el horror del campo de exterminio al que fue llevado junto a 1.506 republican­os. "Tengo que pedirle la dieta a Javi Pereira. Cuando lo vi en Que Dios nos perdone no daba crédito, le he votado en todo a lo que ha estado nominado", dice. Entre tanto, hoy llega con Blanca Suárez para promociona­r lo nuevo de Álex de la Iglesia, El bar, que aterriza en los cines el 24 de marzo tras su es- treno en los festivales de Berlín y Málaga. En esta película, Casas se convierte en un hipster "medio asexual, que no tiene muy claro nunca por dónde va", explica, en una situación extrema dentro de un local con varios personajes. En la calle disparan a todo el que sale por la puerta. "Construir una carrera es jugársela en cada proyecto, y en eso estoy yo. Solo quiero que el público que va a ver una película donde aparezco salga orgulloso de mí, y para eso hay que ofrecer cosas distintas. Y más ahora, que confío más en mí mismo porque me conozco mejor. Admito que ha habido momentos en los que he podido ser un pollo sin cabeza. Pero ahora sé lo que quiero hacer tanto en mi carrera como en mi vida personal", cuenta un Mario que, aunque por la fecha de los estrenos no lo parezca, ha pasado un año sin rodar, desde febrero del año pasado. "Me fui a Los Ángeles con mi hermana. Ha sido un periodo largo de reflexión, en el que he visto que mi sueño de dirigir puede

hacerse realidad. Ahí está lo que consigue gente como Paco León o Raúl Arévalo. Me he dado cuenta de que hay que tomar distancia, que lo de ‘ya dormiré cuando me muera'… pues no. Ya no tengo 18 años y quiero escoger y preparar bien cada proyecto, aunque no lleguen tantos como la gente pueda pensar", reconoce.

COMPAÑEROS Y AMIGOS

Blanca Suárez ( Madrid, 1988) está de acuerdo con él, sobre todo cuando admite que alguna vez ha tenido que dejar un personaje que le apetecía porque los tiempos no encajaban. "Pero han sido muy pocos. No sé cómo pero casi todo lo que me ha gustado en estos años se ha podido organizar haciendo encaje de bolillos". En la película que estrena ahora con Álex de la Iglesia, Blanca alcanza un punto de inflexión en su carrera con un personaje extremo que la lleva a ser desde una pija insoportab­le a una superheroí­na llena de mierda y agua hasta el cuello ( y más allá). "Las primeras veces al mojarnos salíamos limpios, así que hubo que complicarl­o más. Al final después de cada jornada teníamos en las duchas unas esponjas sanitarias especiales para limpiar heridas, y ni así. Nunca he sido claustrofó­bica pero allí iban pasando los días y claro… demasiado tiempo en un cubículo donde prácticame­nte no cabíamos. Pero da igual. No sé cómo lo hacen el resto pero yo soy de las que digo sí a Álex sin leer el guión, aunque haya momentos del rodaje en que pueda pensar ‘quién me mandó a mí aceptar'… Es muy punki y me encanta que haga lo que quiera sin importarle nada. Su punto políticame­nte incorrecto". Lo dice la reina de las portadas de las revistas de moda. La actriz del cine español más influyente en las redes. "Bueno, yo no elijo el punto de vista de los medios, y me mues- tro hasta donde yo quiero que me conozcan. Puede que haya gente que piense que soy una bruja y otra que crea todo lo contrario. Pero imagino que hago como casi todo el mundo: enseñar lo mejor que tengo y dejar escondidos mis pequeños demonios y mis sombras. Tampoco soy una chica rebelde. Más bien diría cuadricula­da, que no va a lo loco ni hace las cosas sin pensar", recalca.

Los dos actores están bailando en la treintena. Empezaron hace una década y se han ido encontrand­o en diferentes proyectos laborales. En cierta medida, han crecido juntos. Y aunque los piropos recíprocos sean habituales entre parejas de cine a la hora de la promoción, ellos dos van mucho más lejos cuando hablan el uno del otro. Mario, más allá de destacar la fuerza y capacidad de transforma­ción de Blanca en esta película, deja claro que se trata de las pocas amigas de verdad que tiene en la profesión: "Conocidas muchas, pero las amigas las puedo contar con los dedos de una mano, y me sobran. Me entiende y llegó a mi vida para quedarse. Tengo clarísimo que gracias a El bar le van a surgir grandes papeles". Y Blanca no se queda atrás: "Desde que le conocí le considero un actor impresiona­nte, al margen de que yo con Mario levanto el teléfono y le puedo contar mis miserias. Mucha gente se debería dar un puntito en la boca antes de hablar según qué cosas sobre Mario Casas. Ha conseguido estar en un lugar por el que muchos matarían. Ha evoluciona­do con calma y serenidad, con una visión muy sana de la profesión. Para que todavía algunos hablen sobre si tiene un abdominal o no –comenta disgustada–. Creo que nos acompañare­mos el resto de la vida".

PAPELES QUE ESCASEAN

Mario tiene claro que el personaje de Blanca en la película de Álex de la Iglesia es uno de esos grandes personajes femeninos que faltan en el cine español. Que haya más posibilida­des para los hombres lo asume, pero quiere enfatizar que, al menos en lo que respecta a él, las opciones tampoco sobran: "Cuando dejé El barco estaba saturado y me la jugué, solo volvería cuando no implicara hacer otra vez lo mismo. Intento decir que no a cosas que ya he hecho o contado, así que te aseguro que no quedan tantas posibilida­des. No me he visto en la situación de tener que elegir entre dos proyectos que me gusten, o de decir que no a algo muy grande porque no tuviera tiempo para prepararlo. Cuando llegué a Grupo 7 me dijo Alberto Rodríguez que ese click mecánico de la tele lo tenía muy asumido y había que quitármelo. Y para eso hay que respirar entre dos trabajos". Mario recapacita y recuerda. Y sí, alguna vez ha rechazado cosas por falta de tiempo que luego ha visto y le hubiera gustado estar. "Me ha pasado con el teatro. He estado a punto los últimos tres o cuatro años de estar en un par de obras que luego, al verlas, me he arrepentid­o de haber dicho que no. Pero el día que lo haga quiero hacerlo bien, estar preparado, y para eso necesito un poco de tiempo. Ojalá lo pueda hacer a corto plazo", dice. Mientras, Blanca admite que para ella el teatro es una asignatura pendiente. No se considera preparada para debutar sobre las tablas mientras ande haciendo cine y televisión a la vez. "Veo a mujeres como Carmen Machi, que terminan de grabar y se van corriendo al teatro y hacen la función como una diosa y bueno… para mí en este momento es como una superheroí­na. Lo de hacer dos o tres cosas a la vez no sé cómo se hace. Esta película ha sido muy dura entre encierros, golpes, esguinces y demás, pero nunca dudé de que podía hacerla. Claro, otra cosa sería que luego me tuviera que ir al teatro". Por eso Blanca está muy centrada en cine y televisión, un medio en el que estrena a finales de mes –a través de Netflix y en 190 países– la serie Las chicas del cable, que acaba de presentar con sus compañeras en Miami. "Es una exposición distinta a la televisión convencion­al. Y un misterio sobre lo que puede significar: es la primera serie española para el canal, no sé si se puede convertir en el nuevo Stranger Things o que no la vea nadie" (risas).

"DESDE QUE LO CONOCÍ LE CONSIDERO UN ACTOR IMPRESIONA­NTE. AL MARGEN DE QUE YO CON MARIO LEVANTO EL TELÉFONO Y LE PUEDO CONTAR MIS MISERIAS"

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