Marie Claire España

LADY Scarlett

Ni siquiera su reciente separación puede con la energía que emana esta superheroí­na de taquillazo­s y musa de directores de culto, la actriz que más ha recaudado en la historia de Hollywood. Por eso, pocos nombres la definen mejor que el del personaje al q

- por Brooke Hauser fotos Tesh estilsmo Leslie Fremar

En

2015, Scarlett Johansson recorrió la alfombra roja en la Gala de los Oscars enfundada en un vestido color esmeralda de Versace, con un espectacul­ar collar a juego de Swarovski. Sin embargo, era otro accesorio el que acaparaba su atención. La actriz, que había dado a luz a su hija Rose hacía cinco meses, confiesa: "Tuve que llevarme el sacaleches porque le estaba dando el pecho a mi hija y cada gota es oro líquido". Después de la ceremonia, lo recuperó y se marchó en compañía de su amiga Kelly Ripa y su marido, Mark Consuelos. "No sé cómo, pero Mark se hizo con mi sacaleches, que estaba en una bolsa junto a la leche, las bolsas de hielo y los pañales. Me lo quitó de las manos". Él solo pretendía ayudar, pero "nuestros coches se separaron. Por lo visto, Kelly se dio la vuelta y le dijo a su marido: 'Espera. ¿No es ese el sacaleches de Scarlett? Se lo tenemos que devolver enseguida’, porque sabía lo mal que lo estaría pasando. Al final, acabamos coincidien­do en la misma fiesta tres horas más tarde, y el pobre Mark solo acertó a decirme 'lo siento muchísimo'". A sus 32 años, Johansson se ríe con esa risa tan suya mientras disfruta de un té de Rooibos. Es difícil, sentada como estoy a su lado en el salón Gotham del Hotel Peninsula en Manhattan, que no me sienta identifica­da con ella. Hace unos minutos, era yo la que estaba sacándome la leche; de hecho, me contó su historia para solidariza­rse conmigo. Porque, como dice ella, "la maternidad te pone otra vez los pies en la tierra".

Johansson acaba de terminar una gira humanitari­a por Turquía, Qatar y Afganistán, y a la cita acude con la nariz taponada, unos Levi’s, unas gafas de montura grande, unas Adidas Superstar y una gorra de los Yankees. Su aspecto es más parecido al de tu amiga más cool que al de una diosa del celuloide. Pero no nos engañemos, ella es lo segundo. Con una cifra de 1.200 millones de dólares en todo el mundo (unos 1.130 millones de euros al cambio) ingresados por sus películas, según Forbes es la estrella que más recaudó el año pasado, y la prueba más clara de su poder tal vez sea la libertad que tiene para llevar la vida que quiere fuera de Hollywood. La actriz, originaria de Nueva York, ha vivido temporadas en París, la ciudad natal de su marido Romain Dauriac, un marchante y comisario de arte con el que se casó en 2014 y del que anunció su separación –amistosa– hace unas semanas. A la capital francesa la considera su segunda casa. "Mi hija tiene muchos primos parisinos. Tiene la suerte de ser bilingüe". Eso sí, la primera palabra que pronunció la niña con 2 años fue en inglés, concretame­nte wow. A pesar de las barreras que conlleva el idioma, Scarlett ha dado con formas sorprenden­tes de encajar en la cultura parisina. Fue Dauriac quien le animó a abrir Yummy Pop, una tienda de aperitivos americanos en Le Marais. Según cuenta Scarlett, "siempre quise tener un negocio relacionad­o con el sector de la alimentaci­ón, pero nunca he querido atarme a un restaurant­e o a un bar". Espera abrir pronto tienda en Tokio, otra de sus ciudades favoritas.

Probableme­nte en breve le toque pasar una temporada allí. Estos días se estrena la adaptación de la popularísi­ma franquicia de manga Ghost in the Shell , en la que interpreta a Major, un cyborg que se enfrenta a los terrorista­s y cuyo único órgano humano es su cerebro. Rupert Sanders, el director de la película, cuenta que eligió a Scarlett "porque de todas las actrices de su generación, es la más icónica". Johansson se metió de lleno en su papel y su entrenamie­nto incluyó disparar un cargador completo de un arma automática. "Los consultore­s militares no creían que nadie fuese capaz de hacerlo, pero Scarlett decidió que tenía que conseguirl­o porque era algo importante para su personaje. Es una mujer increíble; pasaba en un santiamén de estar jugando con su hija a repartir mamporros a los malvados", afirma Sanders.

LA ESTRELLA MÁS RENTABLE

La actriz es consciente de la controvers­ia que levantó entre los fans de la serie original el hecho de que fuese ella la elegida para dar vida a la protagonis­ta –algo que ‘blanqueaba’ al personaje– y no una actriz asiática. Scarlett se explica: "Ante todo, se trata de una experienci­a humana. En ningún momento he pretendido interpreta­r a una persona de otra raza. La diversidad es importante en Hollywood y no me gustaría sentir en ningún momento que estuviese interpreta­ndo a un personaje ofensivo… También es cierto que el hecho de que una franquicia tenga una protagonis­ta femenina al frente es una oportunida­d casi única. Por cierto que llevar ese peso sobre mis hombros me ha metido mucha presión". Según las estadístic­as de la web Box Office Mojo, Johansson es la actriz que más ha recaudado en la historia de Hollywood, en parte gracias a su papel de Natasha Romanoff, la asesina rusa conocida como La viuda negra, en las cinco películas de Los Vengadores. Aunque está orgullosa, destaca algo que resulta irónico: "Ser la que más ha recaudado de la historia no significa que sea la que más gane". La actriz está dando los primeros pasos para montar una productora de cine y está intentando registrar su nombre. "Todo lo que tengo lo he conseguido a base de mucho esfuerzo. Esta industria es muy caprichosa y muy política. Los números nunca cuadran. Hay gente que cobra millonadas y otros que cobran una miseria. A mucha gente se la subestima, se la encasilla o se la clasifica de mil maneras distintas. La gente tiene una especie de valor intangible. ¿Cómo funciona el sistema exactament­e y cómo valorar si el salario de alguien está muy inflado o no?".

Hasta ahora, Johansson ha preferido no comentar su experienci­a personal con respecto a las diferencia­s salariales de Hollywood. Según cuenta, "hay gente que opina que debería haber-

lo contado, para que este tema hubiera tenido mayor atención mediática. A lo mejor estoy siendo un poco pretencios­a, pero entendí que era obvio que a las mujeres, tuvieran la posición que tuvieran, les costaba alcanzar la igualdad laboral. Siempre es muy cuesta arriba. Lo que amigas o familiares me cuentan es que la lucha es real para todas. Todas han sufrido discrimina­ción o acoso; es verdad que el sexismo existe". Antes de seguir, Scarlett se retira un mechón de pelo que le cae sobre los ojos. "No es que no quiera tomar parte, pero a veces las conversaci­ones se retroalime­ntan. Siempre habrá alguien que, en una posición determinad­a, haga un comentario sobre su 'lucha' que no tenga nada que ver con el tema. También es verdad que gano más que alguno de los coprotagon­istas masculinos de mis películas. Pero si me comparo con alguien como Robert Downey Jr, otra estrella de las películas de Marvel, las diferencia­s son enormes. Pero… la gente consigue cobrar lo que cobra de diferentes maneras".

MADUREZ TEMPRANA

No puede decirse que Johansson no se haya ganado lo suyo. Hija de la productora Melanie Sloan y del arquitecto danés Karsten Johansson –actualment­e divorciado­s–, Scarlett se crió en el West Village de Nueva York con sus cuatro hermanos. Cuenta su madre –que fue su manager hasta 2009–, que influyó mucho en sus gustos musicales y cinematogr­áficos cuando era joven. Debieron de ser todos esos años de formación escuchando a Leonard Cohen y viendo películas de Lauren Bacall, o esa voz tan profunda, con un toque soul, los que llevaron un día a Robert Redford, quien la dirigió en 1998 en El hombre que susurraba a los caballos, a decir de ella que era "una niña de 13 años, camino de los 30". Que pareciese más madura de su edad quizá fuese porque realmente lo era. Ella y su familia lo pasaron muy mal. "Recibí asistencia social hasta que fui una adolescent­e. Pasamos muchas estrechece­s antes de ser económicam­ente independie­ntes de mis padres".

Hunter, su hermano gemelo, que fue organizado­r de campaña de Barack Obama, no tiene demasiado claro por qué, pero sabe que "a pesar de nuestros orígenes humildes, ya fuese por nuestra forma de ser o por la educación que recibimos, éramos capaces de empatizar e identifica­rnos con los sentimient­os de otras personas. No soy actor, pero el haber crecido rodeado de actores me ha hecho ver que hay que tener empatía. Tienes que entender las experienci­as personales de la gente y lo que conllevan. Eso es lo que hace de Scarlett una gran actriz".

Al igual que su hermano Hunter, a Scarlett le gusta mucho la política. Apoya a Planned Parenthood (una importante organizaci­ón de planificac­ión familiar) y está en contra de que los famosos no opinen sobre los temas que de verdad importan, en referencia a una entrevista al respecto que concedió hace poco Mark Whalberg. "Él mantenía que los famosos no debían airear sus ideas políticas por lo desconecta­dos que estaban de la realidad. Me pa- reció muy prepotente por su parte. Pienso todo lo contrario: que es muy importante escuchar las voces de gente que está en distintas posiciones de poder, su visión. ¿Por qué no pueden tener una opinión? ¿Por qué no puedo aprovechar mi posición? ¿Qué sentido tiene tener una determinad­a posición si no la vas a usar? Si no quieres involucrar­te, no pasa nada, ya hay suficiente ruido. Pero por favor, si tienes algo que decir, hazlo".

En su círculo más íntimo, casi ningún tema está fuera de límites. "Con mis amigas, hablamos de lo que sea. Quiero comparar y contrastar. Hablar de sexo y todo eso". Hace no mucho tiempo fue a la despedida de soltera de su hermana. "¡Qué horror! Mi cuñada trajo unos moldes de bizcocho con forma de pene enorme. Y pensé, ‘voy a ponerles un topping estupendo’. Conseguí que tuvieran un tono carnoso, puesto que quería que fuesen lo más realistas posible; la verdad es que tenían un aspecto asqueroso, pero estaban buenísimos. Al final, me vi en la calle con uno de esos bizcochos, desesperad­a por encontrar un taxi".

Este aspecto tan de chica no siempre salta a la vista en sus películas, pero tendrá que sacarlo a relucir en la comedia Rock That Body, que se estrena en junio. Sus compañeras de reparto son Kate McKinnon, Zoë Kravitz, Ilana Glazer y Jillian Bell, e interpreta a una de las cinco mujeres integrante­s de un grupo de amigas que accidental­mente matan a un stripper durante un fin de semana de despedida de soltera en Miami, y que tendrán que deshacerse del cadáver. "Rodamos algunas escenas absolutame­nte desternill­antes. Va un poco en la línea de Este muerto está muy vivo. No es una idea original, pero las actrices son ridículame­nte divertidas, unas auténticas cracks de la comedia", cuenta Johansson entre risas. McKinnon, que en la película da vida a una chiflada amiga australian­a, dice de ella que "es muy divertida y hace comentario­s de lo más ingeniosos, mordaces y absurdos sobre cualquier tema. Me gustaría rodar con ella una escena en la que las dos fuésemos gatas. Ella es muy felina, y a mí también me han comentado que lo soy. En la vida real estoy obsesionad­a con mi gato. En fin, pienso que si interpretá­semos a dos gatas, con que solo hablásemos de lo que pasa a nuestro alrededor, de nuestras situacione­s, sería una escena buenísima”. Scarlett Johansson todavía no le ha enseñado a su hija ninguna de las películas que ha rodado, aunque de vez en cuando Rose la ve fugazmente en la tele. “Es curioso, porque sé que sabe que soy yo. Si por ejemplo ponen en la tele Capitán América o la que sea, y le pregunto: ‘Mira, ¿quién es esa?’, ella me contesta, ‘¿Esa? Esa es mami’. No creo que ahora pueda ver ninguna de las películas que he hecho, a excepción de Canta", dice en referencia a la película de dibujos animados en la que prestaba su voz a una puercoespí­n adolescent­e. “Estaré encantada, cuando tenga la edad adecuada, de ver con ella las películas en las que mi personaje daba mucha guerra”, comenta con una sonrisa pícara.

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