¿QUÉ HAY DE NUEVO?
Cada vez que nos encontramos en un período de entretemporadas, no podemos dejar de preguntarnos qué hay de nuevo. Y cuantos más años cumplimos, más experiencia adquirimos y más cosas vemos, la sensación imperante es que (casi) nada es novedad. Será que el ser humano funciona en ciclos como si llevara instalado un péndulo de Foucault (péndulo que debido al movimiento de rotación de la Tierra describe libremente un plano de oscilación de 11º por hora hacia la derecha, hasta llegar a cuadrar un círculo completo en 32,7 horas) y antes o después termina transitando una senda ya trillada. Y así nos vamos encontrando ideas que no pueden evitar provocar cierto déjà vu.
¿El feísmo imperante en el arte y la moda? Ya estuvo aquí. Y si no, revisad el cuadro La duquesa fea que Quentin Massys pintó en 1513 y hoy cuelga en la National Gallery de Londres o el brutalismo en la arquitectura. ¿Los emoticonos? 19 de septiembre de 1982. Scott Fahlman, ingeniero informático, está acreditado como la primera persona en enviar una carita sonriente por Internet. ¡36 años después! –el 11 de agosto de 2018–, los emoticonos alcanzan el máximo estrellato con el estreno de su propia película, Emoji. ¿La eliminación de la teoría de la evolución en los libros de texto turcos para 2019? Sucedió antes en Arabia Saudí y en los estados norteamericanos de Tennessee o Kansas. Amenazas culturales y geopolíticas aparte, sí, la moda que viene es apasionante; los esfuerzos de las marcas por sorprender, ímprobos; las prendas ágiles, divertidas, bien construidas; las referencias, mil: los veinte, los cuarenta, los sesenta, los setenta, el campo, el futuro (inocente o distópico), el estilo college, el black power... Pero más allá de todo eso, quizá lo más interesante aparece en los pequeños detalles, en cómo anuda una cazadora, en el bordado que se esconde en un forro o en la caída asimétrica de una falda; matices que convierten una prenda de ropa en algo esencial, que queremos poseer, que necesitamos poseer; una marca en una religión; un consumo en un estilo de vida. Detectar ese algo es lo que estudia el small data, el nuevo paradigma de la investigación de mercados. Escribe su principal defensor, Martin Lindström, en su libro Small Data, las pequeñas pistas que nos advierten de las grandes tendencias, que existen solo entre 500 y 1.000 tipos distintos de seres humanos en el mundo y que todos nos movemos por una única cosa: el deseo. Este mes, nuestro deseo se llama cambio. De aires, de vida, de armario. Y lo hemos estirado al máximo.