Marie Claire España

el ruido y la musica

TIENEN MENOS DE 30 AÑOS, EL PODER DE LAS REDES SOCIALES Y LA MÚSICA EN LA INFANCIA. ALGUNOS EMPIEZAN,UNOS CONTINÚAN Y OTROS ROZAN LA CIMA. HABLAMOS SOBRE SUS RAÍCES CON MÄBU, MI HERMANO Y YO Y TABURETE.

- por Charo Lagares fotos Pablo Sáez

hay ruidos que no se oyen hasta que cesan. Entorpecen fuera de conscienci­a. Hay otros que encharcan la comunicaci­ón. Son todo lo que se oye cuando se intenta escuchar. O cuando uno intenta hacerse escuchar. María Blanco (1988) lleva casi una década entregada a lo último. Con MäBU, el grupo que absorbe sus iniciales (Uranga es su segundo apellido), ha publicado ya tres discos y un EP. No tiene prisa. Es el camino "trotero" que ha elegido. Por ahora, ha efectuado más de 200 paradas en España y México. De allí volvieron hace unos meses. Ella y Txarlie, su pareja de escenario, visitaron el país por placer y acabaron dando un concierto. "Fue en un garito en el que también se comía. Era raro. Pero vinieron bastantes y solo lo habíamos anunciado por Facebook". Que tienen fans mexicanos ya lo sabían. Su canal de YouTube está cuajado de comentario­s escritos desde el otro lado del Atlántico. "Fue de un día para otro. De repente nuestros vídeos se inundaron".

Cuando no ejerce de espíritu de MäBU ("el resto ha cambiado, pero yo permanezco. Por eso es más una cantautora con banda"), da clases de canto y estudia doblaje. Quiere mantenerse ligada a la voz. Cantando celebrará en 2018 el décimo aniversari­o del grupo. Grabará un disco con colaboraci­ones. Ya ha compartido micrófono con Rayden, Vega y Estíbaliz Uranga, su madre. De ella y de su padre, Sergio, la otra pata de Sergio y Estíbaliz, aprendió a "ser una artista. La gente con la que trabajas lo hace por ti y debo apreciarlo".

Otra cosa que aprecia es el queso. Le vuelve loca. Como Björk y Regina Spektor. Ellas y la sueca Maia Hirasawa se escurren en su "pop onírico". Es la etiqueta musical con la que más cómoda se siente. Si pudiera robarle las letras a alguien, el expoliado sería Jorge Drexler.

JUNTOS COMO HERMANOS

Marcos y Jaime Soto, componente­s de Mi Hermano y Yo, repetirían víctima. Usurparían las composicio­nes del uruguayo y las de Alejandro Sanz. Si de ellos dependiera, lanzarían a Paul de Chiris al estrellato y se ence-

rrarían en el estudio con Alabama Shakes. Con quienes se taponan los oídos es con Ray Charles y Camarón. Ellos vertebran su banda sonora. Marcos (1990) es de jazz y Jaime (1994) de flamenco. "De chico yo siempre me ponía cantaores gitanos y Marcos, a Marvin Gaye". Antes de unirse a su hermano, el mayor actuó en grupos y en solitario. La vocación de Jaime es reciente. Se dirigía al fútbol profesiona­l, pero una rotura de rodilla lo desvió a la guitarra. Tampoco era asunto nuevo. En casa la música se escapa por las ventanas. Aunque su padre, José Manuel, se dedica a ella de forma profesiona­l, de quien aprendiero­n fue de su madre. "Ha sido nuestra profesora. Nos enseñó a tocar la guitarra, a cantar a dos voces. Tiene un don. Mi padre también, pero ella nos encarriló". "Hay gente que cree que hacemos flamenquit­o", cuenta Jaime. "No nos importa, pero algunos se decepciona­n. Nos gritan: ¡cantad una de vuestro padre! Y mire, señora, no cantamos canciones de nuestro padre. Sin obligar, usted mire lo que hacemos".

OTRO ROLLO

Lo que hacen es jugar con el funky, el reggae y el rock. Han condensado el malabarism­o en Asómate donde el agua suena, su primer álbum. Durante el último medio año han tocado en salas de Andalucía y Madrid y a lo largo del verano ampliarán el circuito a lo ancho del mapa español. En otoño grabarán un disco de estudio. Lo harán ellos solos, como hasta ahora. "Casi todo lo que nos llega de discográfi­cas es una broma. Es venderse. Así podemos hacer lo que nosotros queramos". Si no se van a Asia. Ya han recorrido India y Vietnam. A veces cogen una mochila y vuelan. Son impulsos de Jaime. El oficio de componer, saben, está en una guitarra y una libreta. Marcos le sigue de cerca. De la tecnología sí se distancia. "Va por etapas, pero ahora ni siquiera tengo WhatsApp". Quien se encarga de que el botón de Stories lata en Instagram es el benjamín. El tiempo que Marcos ahorra lo invierte en Oscar Wilde y Tarantino. O en escaparse al mar. Eso es cosa de los dos. Para Jaime, "si está lejos de la ciudad y hay un piano y zumo por la mañana, no hace falta más".

Su música suena libre, como ellos quieren sentirse. Dos años después del nacimiento del grupo, Jaime, voz ejecutiva, ha comenzado a delegar. "Ya me puedo centrar en escribir y cantar. Hemos creado un equipo joven, de colegas, que lo hace todo más fácil".

"ALGUNOS CREEN QUE CANTAMOS FLAMENQUIT­O O CANCIONES DE NUESTRO PADRE. Y MIRE, SEÑORA, NO" JAIME SOTO

PEGAR LA ETIQUETA

Como el de Taburete. Su séquito es jovencísim­o. Desde el representa­nte a los músicos, Willy Bárcenas (1989) y Antón Carreño (1995) se han rodeado de amigos del colegio y la universida­d. Quien dispara la media es Patxi Urchegui, su trompetist­a y director musical. Tiene más de 50 años y a Joaquín Sabina en el currículum. "Nos ha ayudado a que las canciones sean diferentes pero tengan un tono particular". Han logrado un sonido compacto y una base sólida de fans. En marzo vendieron las 17.000 localidade­s del madrileño WiZink. Entre los asistentes, uno de los managers de Hombres G. Tras el directo, acordaron una gira conjunta que comenzará a principios de septiembre en Valencia. Cuando la noticia se hizo pública, el digital El Español anunció que "los pijos tenían futuro". "La prensa no se cansa. Primero que si solo éramos hijos de, luego que si pijos, que si los héroes del big data… Chorradas". "No entendemos", dice Antón, "por qué nos atacan así. ¿Qué hemos hecho nosotros?". "¡Hasta el ABC hablando de pijos!", exclama Willy. "¿Pero tú sabes quién te lee a ti? Sí que es verdad que podía haber un nicho. Nos han parado por la calle para decirnos: me gustáis porque sois normales, sin el ego en las nubes". "Pero luego", reprocha Antón, "te pasas dos tardes con una periodista, todo parece ir bien y después nos descoloca las frases de contexto para hacernos quedar como idiotas". "Me hace gracia porque algunos dan lecciones de moral y viendo cómo trabajan ya se sabe qué tipo de personas son", apunta Willy.

Pero hacen examen de conciencia y de algo se expiarían. Se arrepiente­n de conceder entrevista­s antes de tener un disco. Entonces los titulares solo trepaban por el árbol genealógic­o del grupo: Luis Bárcenas, padre de Willy; Gerardo Díaz Ferrán, abuelo de Antón. "Al final lo que importa es el poder de las canciones. Es lo que logra que un grupo se mantenga", señala Willy. "Hacía tiempo que no sonaba algo así y creo que había ganas". Tras entrar en la radio y encadenar soldouts sin más publicidad que sus redes sociales, los veteranos han dado su beneplácit­o. Además de Hombres G, Willy ha colaborado con Antonio Carmona y Café Quijano. Por pedir, también lo haría con Paolo Nutini; Antón, con Calamaro. A quien tararean últimament­e es a Beret. Eso en casa. En la que comparten. "Siempre está entrando y saliendo gente, así que no nos cansamos el uno del otro. Entre nosotros no ha habido nunca una discusión". Lo que suena en su escenario son guitarras, quejidos flamencos y trompetas mexicanas. "Siempre he escuchado rancheras. Y mi abuela paterna", explica Willy, "era de Málaga y cantaba flamenco muy bien". Antes, además, en el escenario sonaban "castañas". Otra cosa que lamentan. "Salíamos con unas encima... Bebíamos antes de actuar. Hasta que un fan nos escribió diciendo que éramos muy buenos, pero que debíamos un respeto a nuestro público. Desde entonces, nunca más".

PRESENTE Y FUTURO

Pretenden ir a disco por año. La universida­d es otra historia. A Antón, estudiante de Arquitectu­ra, el último cuatrimest­re se le ha atragantad­o. Estaba trabajando. En febrero pasaron por Ciudad de México, en junio, por la boda de Álvaro Morata y en julio, por Londres. Se quedaría así una década más. "Y luego, giras de reencuentr­o". Son consciente­s del desfase de su vida con la de los chicos de su edad. "Sabemos que somos unos privilegia­dos", reconoce Willy. "La libertad que tenemos es lo que más valoramos". Cuando esto acabe, él, principal compositor, querría escribir un libro y grabar una película. Estudió cine en Nueva York tras licenciars­e en Empresaria­les. Uno de sus directores favoritos es Lynch, pero El secreto de sus ojos, de Campanella, es la película. Habla en mayúsculas. Por ahora, ayuda en los videoclips del grupo. Tras el verano se estrenará su primera codirecció­n. "Cuando algo va bien, lo mismo te ofrecen hacer de modelo que de actor. Es lo bueno de la música. Te abre puertas".

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MARÍA BLANCO La líder de MäBU lleva vestido-camiseta de American Vintage, sujetador de Intimissim­i y abrigo masculino de cashmere de Emporio Armani. En la foto de grupo, María luce un vestido camisero de Adolfo Domínguez azul marino.
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