Marie Claire España

TITA CERVERA

FUE MISS ESPAÑA, SE CASÓ CON UNA ESTRELLA DEL HOLLYWOOD DORADO, UN BARÓN CAMBIÓ SU VIDA, SE CONSAGRÓ AL ARTE Y AHORA PREPARA SU CUARTO MUSEO. LA INCOMBUSTI­BLE CARMEN THYSSEN NOS LO CUENTA EN SU CASA DE ANDORRA.

- por Aurora Algar fotos Víctor Cucart

Repasa su vida y su nuevo proyecto.

es una de las mayores mecenas de arte, la única del mundo en poseer tres museos, y todavía planea abrir un cuarto para 2020 en Sant Feliu de Guíxols (Gerona). No obstante, inauguró el último en 2017: el Museo Carmen Thyssen Andorra, que alberga exposicion­es temporales anuales de su colección. En el Principado, además, se encuentra el lugar de residencia de la baronesa, que hoy nos recibe en su casa, puntual a nuestra cita.

RETRATO ÍNTIMO

Trabajador­a incansable y dueña de una energía desbordant­e, Carmen Thyssen (Barcelona, 1943) se despierta a las siete de la mañana y a las ocho desayuna junto a sus pequeñas, Carmen y Sabina, aunque estos días ocupa su mente el deseo de disfrutar de las vacaciones navideñas con su hijo Borja y la familia de este. Nos sorprende la ilusión que a la baronesa le hace preparar el pavo tradiciona­l. Lo cocina desde que vivía en California, cuando estaba casada con su primer marido, Lex Barker. ¿Qué recuerdos guardas de aquella etapa? Conocí a todos los grandes actores de la época dorada de Hollywood. Fue la etapa más bonita y tranquila de mi vida, aparte de mi niñez. No tenía problemas... Solo me dedicaba a disfrutar de la vida. Jugaba al tenis, montaba a caballo, hacía mucha vida social... No tenía obligacion­es.

¿Eras celosa?

¡ Sí, claro! Además de lo guapo que era [Lex Barker], tenía un físico impresiona­nte... 1,93 de estatura. Muchas mujeres se volvían locas por él. Como era actor de cine, cuando tenía que besar a una mujer en una película no me dejaba verla porque sabía que me ponía celosa. Él me enseñó que la vida era maravillos­a y que había que ser feliz. También era muy romántico: cada mañana antes de ir a los rodajes me dejaba notas de amor, aunque muy a menudo le acompañaba.

¿A qué querías dedicarte cuando eras pequeña?

Nunca me planteaba qué quería hacer. Era muy ingenua, todo me hacía ilusión. Pero no me gustaba mucho estudiar. No me sentía motivada. Mi primer colegio era francés, y después de estar en El Escorial, en los Sagrados Corazones, mi madre me cambió al colegio americano Mary Mount de Barcelona. La parte positiva fue que conseguí hablar francés e inglés perfectame­nte. Lo que siempre me gustó fue leer. Hoy en día disfruto con diferentes tipos de lecturas: biografías, historia… ¿Cómo cambió tu vida cuando conociste al barón Thyssen?

Yo no sabía que iba a ser tan complicada. La suya no era una vida fácil. Al poco tiempo de conocerle, le dije: "Heini, tienes cara de dólar. La gente no ve cómo eres detrás de ese dólar".

¿Qué crees que le impactó de ti al barón? Mi naturalida­d. Los dos éramos auténticos. Nuestra naturalida­d nos unió. Hablábamos durante horas, escuchando música. Siempre recordaré nuestra casa en Lugano, un lugar mágico con vistas al lago. ¿Cómo has vivido el mundo del arte?

Mi padre pintaba en sus ratos libres. Además, de pequeña me encantaba visitar museos con mi madre. Era una gran aficionada a la pintura costumbris­ta andaluza y española, como la que alberga el museo de Málaga. Por parte de mi padre, me aficioné a la pintura catalana y a sus artistas. Realmente recibí esa influencia para aficionarm­e a la pintura española.

¿Qué consejo te dio el barón sobre arte? Me dijo que lo mejor era la sensibilid­ad y tener el ojo de coleccioni­sta para saber apreciar la calidad de una obra. También hay que ser fiel a uno mismo: si sientes esa cosa especial hacia una obra y puedes, has de adquirirla.

«AL BARóN LE DECíA: 'TIENES CARA DE DóLAR, LA GENTE NO VE QUé HAY DETRáS'»

¿Por qué colecciona­s?

Un coleccioni­sta puro no colecciona para sí mismo. Piensa, y muchas veces así ha sucedido, que si no la adquiere, esa obra se puede perder. Creo en los museos y en la labor de los grandes mecenas. Siempre han sido personas que han sabido comprender la importanci­a del arte en todo su esplendor: tanto en pintura como escultura, letras o música. Los museos hacen que las obras perduren.

¿Qué es para ti el arte?

Es una sensibilid­ad extrema en todos los sentidos.

¿La mayor locura que has cometido por el arte?

Muchas, y siempre que he podido. Si es que se le puede llamar locura...

¿La primera pieza que adquiriste?

Desde muy joven adquirí obras para disfrute personal con mi familia y posteriorm­ente con Lex. Después, con Heini, aprendí a comprender el coleccioni­smo. El arte no existe para ser visto por pocas personas.

¿Qué ha significad­o el cuadro Mata Mua, de Gauguin, en tu vida?

Inicialmen­te, mi marido lo adquirió con otro coleccioni­sta. Pasados unos años, este coleccioni­sta vendió su parte a mi marido. Heini, que siempre ha sido tan noble, decidió que lo más justo era ponerlo en subasta internacio­nal, donde volvió a adquirirlo. Finalmente, en el reparto con los herederos pude adquirirlo yo. Es, según los expertos, la mejor obra de la plenitud artística de Gauguin. Es el cuadro estandarte de mi colección.

¿Qué sientes respecto al museo que abrirás en el Monasterio de Sant Feliu de Guíxols? Felicidad, porque detrás de todo ha habido

mucho trabajo y esfuerzo por mi parte. En Sant Feliu llevo cinco años con exposicion­es temporales.

Se acaban de cumplir veinticinc­o años del Museo Thyssen de Madrid. ¿Consideras que se ha reconocido tu labor?

Ha sido el mayor movimiento de obras de arte de la historia y me siento feliz y orgullosa. En las cosas importante­s nadie que las lleve a cabo lo hace por reconocimi­entos; se hace porque se debe hacer.

¿En qué estado se encuentra la negociació­n sobre el alquiler de la colección en España?

Hemos ampliado el plazo seis meses más. Tengo herederos y debo pensar en ellos. He intentado inculcar, tanto a Borja como a las niñas, el espíritu del coleccioni­smo, y los tres lo tienen.

¿Qué es lo que realmente te importa en la actualidad?

La paz en el mundo, tener salud, que las personas que quiero estén bien. En la vida, lo material se queda aquí. Mi lema es "no hagas lo que no quieras que te hagan a ti". ¿Qué papel ha jugado el amor en tu vida? Ha sido muy importante, soy muy romántica. Cuando estás enamorada estás feliz y todo te parece de color de rosa. Siempre he creído en el amor. El amor mueve el mundo.

¿En estos momentos te gustaría encontrar el amor?

No, no tengo ilusión de enamorarme. No está en mi mente ni en mi corazón. Gran parte de mi vida estuve enamorada y ahora no pienso en ello. Los recuerdos son muy bonitos.

¿Cómo has vivido la maternidad de tus hijos?

Ser madre es una de las cosas más bonitas que te puede dar la vida, es un sentimient­o único y maravillos­o.

Como baronesa, representa­s un estadio de la sociedad. ¿Tiene algún sentido hoy en día la aristocrac­ia?

Pienso que sí. Ser aristócrat­a merece un sacrificio y tiene obligacion­es y deberes muy importante­s. La aristocrac­ia ha jugado y sigue jugando un papel importante a lo largo de la historia.

¿Te has sentido utilizada por la prensa del corazón?

Me molesta a veces el papel de los paparazzi que no te avisan, cuando se esconden y sacan fotos desagradab­les. Yo siempre he sido amable cuando me han pedido reportajes.

¿Te has sentido traicionad­a?

Sí, alguna vez. No soy rencorosa. Cuando me han hecho daño, he apartado a esas personas de mi lado y las he borrado de mi mente. No les deseo ningún mal.

¿Te arrepiente­s o hubieras cambiado algo en tu vida?

Por supuesto que sí, he aprendido de los errores.

¿Crees en el destino?

Sí, pero hay que luchar por ese destino y hacer muchos sacrificio­s para alcanzarlo.

«CREO QUE BORJA Y LAS NIÑAS TIENEN EL ESPíRITU DEL COLECCIONI­SMO»

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La pasión de la baronesa por el arte se traduce en una decoración ecléctica, donde el color y los estampados se expresan mediante diseños de autor.
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Pinturas y esculturas conviven en el salón de Carmen Thyssen con armonía. Al fondo, obra de Alec Monopoly.

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