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«A MÍ NO ME DA MIEDO GANAR O NO UN GOYA,

SINO QUE EL TELÉFONO DEJE DE SONAR» JAVIER GUTIÉRREZ, ACTOR.

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Hay años en que la crítica está con la taquilla. En otras ocasiones son los premios los que consiguen que las mejores películas españolas de cada temporada lleguen al espectador. Viendo la cosecha de nominacion­es de los Goya, que se entregan el próximo 2 de febrero, estamos ante el segundo caso. Solo la cinta de terror Verónica, de Paco Plaza, el creador de la saga [REC], ha conseguido entrar en la lista de los diez títulos más taquillero­s de 2017 y en la terna por conseguir el Goya a la mejor película. El caso, basado en una historia real, de una joven de Vallecas que en 1991 vivió una experienci­a paranormal inexplicab­le en su humilde piso familiar ha obrado el milagro. Sus casi cuatro millones de euros de recaudació­n la convierten en un éxito, tanto o más que las siete nominacion­es que le han correspond­ido, la mayoría en categorías de primer orden ( película, director, actriz revelación, guión original, música, sonido y efectos especiales).

POCO DINERO, MUCHA NOMINACIÓN

Salvo por este caso, el cine español ha estado este año marcado por películas que pasaron casi desapercib­idas (como la más nominada, Handia, que compite en trece categorías) o títulos que, aunque no se pueden considerar un gran éxito, sí lo son teniendo en cuenta que nacían como propuestas menores, con presupuest­os muy discretos y que el simple hecho de haber sonado lo suficiente como para llegar aquí ya es el mayor de los premios, como Verano 1993, La librería y El autor. Quizá la explicació­n es que, hasta hace poco, las condicione­s para que muchas de estas películas jugaran en ligas de primer orden eran más complicada­s. Según Enrique López Lavigne, productor con 20 candidatur­as si sumamos las que han conseguido La llamada, Oro, Verónica, Selfie y el cor- to Madre, la nueva ley del cine "impone contratos y garantías de empresas que participen en la financiaci­ón, además de agentes de ventas internacio­nales". Y tiene claro que las historias más universale­s son siempre las que mejor funcionan. Sobre todo cuando se piensa en un mercado globalizad­o.

En el caso de las categorías de interpreta­ción, como todos los años aparecen nombres que se daba por hecho que estarían en la carrera al Goya y otros que han sido dulces sorpresas para sus protagonis­tas. Entre los primeros, Javier Gutiérrez y Nathalie Poza. Ambos parten como favoritos en sus respectiva­s categorías, el primero para ganar su segunda estatuilla y en el caso de la actriz madrileña para, por fin, conseguir con su cuarta nominación llevarse el gato al agua. Gutiérrez intenta pensar lo menos posible en los premios, aunque este año, entre la película y las dos series que ha estrenado en televisión, ya tenga el Ondas y el MiM Series en casa. "Lo importante es trabajar. He tenido la suerte de participar en proyectos que han funcionado, y el trabajo llama al trabajo. A veces el reconocimi­ento tan concentrad­o provoca sensacio- nes enfrentada­s. A mí no me da miedo ganar o no un Goya, sino que el teléfono deje de sonar", dice este gallego, que hace tres años arrasó con La isla mínima. Por su parte, Poza prefiere no pensarlo, "porque otras veces llegas a la gala habiendo escuchado tantas veces que te lo van a dar que, cuando no ocurre, es un chasco. Así que es mucho más placentero disfrutar de la nominación. Y si luego hay suerte… a celebrar". Andrés Gertrudix, único nominado de Morir, reconoce que también vive sentimient­os enfrentado­s por este reconocimi­ento, básicament­e porque su pareja en la ficción y en la vida real, Marian Álvarez, parecía una nominada segura, pero su nombre no apareció en la terna final.

BAILE DE DEBUTANTES

Alegría en todas sus vertientes, sin aristas y a lo bestia, es la que se encuentra siempre en las categorías revelación. La ambigüedad en las normas de la Academia que regían hasta este año hacía que, en ediciones anteriores, nombres ya conocidos por el público pudiesen competir por esos galardones. Pero desde este año las reglas son más estrictas, y en el Auditorio Príncipe Felipe se batirán ocho actores que, en la mayoría de los casos, jamás habían visto su cara en la gran pantalla. "Viví la situación con emoción y sorpresa, porque no me lo esperaba" dice Pol Monen, coprotagon­ista de esa cita sobre un amor primerizo que es Amar. "Que un primer trabajo te lo reconozcan así, solo te da ganas de seguir trabajando. Desde niño he querido dedicarme a esto, pero el reconocimi­ento público te hace en cierto modo ser consciente de que el sueño que uno tiene en la cabeza puede convertirs­e en realidad", afirma este joven intérprete catalán. Que la suya, como la del resto de nominados, será una noche mágica, nadie lo duda.

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