Marie Claire España

TAMARA Y LA LIBERTAD

TAMARA FALCó –NO HACE FALTA QUE DIGAMOS QUE ES LA HIJA DE ISABEL PREYSLER Y DEL MARQUéS DE GRIñóN– SE ESTRENA EN LA MADRID FASHION WEEK COMO DISEñADORA DE SU PROPIA FIRMA, TFP. AQUí NOS HABLA DE ESO, ES DECIR, DE LO HUMANO. PERO TAMBIéN, Y DE MANERA INEVI

- por Marc Giró fotos Javier Biosca realizació­n Jennifer Bauser

hemos acabado la sesión de fotos a las tantas porque Tamara Falcó, que ya de por sí tiende a la dispersión, nos ha invitado a desayunar, a almorzar y, por si fuera poco, a merendar. Y claro, se nos ha ido el santo al cielo. También ha colaborado a la demora general el hecho de que el personal se haya entretenid­o descubrien­do los rincones magníficos (el jardín mediterrán­eo, la habitación del rey Juan Carlos cuando venía de visita, las cuadras...) de Quinto Casa de Vacas –Dominio de Valdepusa–, una casona rural del siglo XVIII y finca de caza en Malpica del Tajo, provincia de Toledo, que el padre de nuestra anfitriona, el Marqués de Griñón, heredó a los dieciocho años de su abuelo y que con la ayuda de su hija mayor, Xandra, ha convertido en el epicentro de sus prestigios­as bodegas. "En esta casa", nos cuenta Tamara, "tengo alguno de los mejores recuerdos de mi infancia. He venido todos los fines de semana durante años, pero desde que se profesiona­lizó dejó de ser para mí un sitio de recreo y descanso familiar, porque claro, te levantas por la mañana y te cruzas de repente con un grupo de americanos o de japoneses que vienen a visitar las bodegas, y se hace raro. Con tanto ajetreo, cada vez se caza menos también, porque a las perdices no les gusta el ruido, necesitan tranquilid­ad". Vamos a centrarnos antes que nada en esta colección que nos presentas porque alguien podría pensar que es producto de un capricho, pero lo es de una pasión. Exactament­e. Yo estudié comunicaci­ón porque, francament­e, no sabía qué estudiar, pero la moda siempre había formado parte de mí. El caso es que hacia 2003, en el tercer año de carrera en EE. UU., todos mis compañeros de clase trabajaban en verano y a mí me daba muchísima vergüenza llegar y decir que no había hecho nada. Pero claro, nadie me quería contratar. Hasta que gracias a una carambola, conseguí unas prácticas en Inditex. Me pasaron por todas las tiendas, Massimo Dutti, Zara, Bershka y Pull&Bear. Me las tomé muy, pero que muy en serio y descubrí que el de la moda era mi mundo. Recuerdo que de pequeña acompañaba a mi madre a Dafnis ( la mítica tienda de María Rosa Salvador en Madrid) y me colaba en los talleres de las modistas. De hecho, quería que una de ellas fuera mi niñera porque era simpatiquí­sima. Allí empecé a agudizar el ojo. Cuando me hacían los vestidos de las muñecas me enfadaba muchísimo si creía que las cremallera­s estaban mal puestas...

Menuda eres tú.

También recuerdo que en una ocasión mi madre me encargó un conjunto de top y falda de volantes que me gustó tantísimo que me lo tuvieron que hacer en diferentes colores porque no me lo quitaba. Cuando miro atrás compruebo que, realmente, siempre he tenido una cierta obsesión por la moda.

Dejaste lo de la comunicaci­ón.

Mis padres me dijeron que tenía que acabar la carrera sí o sí. Total que ese año fue una catástrofe, no lo terminé y me fui a la Marangoni (la prestigios­a escuela de dise- ño milanesa), porque yo lo que quería era dedicarme a la moda. Allí conocí a Antonio Burillo y junto a otro socio, Juan Carlos Fernández, montamos la firma The 2nd Skin. Lo que pasa es que yo no sabía nada del mundo de la empresa y teníamos diferentes visiones de la jugada. Yo quería participar más en la parte creativa y me sentía relegada a la parte de comunicaci­ón, así que a los tres años abandoné el proyecto. Pero tuve suerte, me llamaron de Barbour para hacer una minicolecc­ión, me pagaban muy bien y eso coincidió con que la revista ¡Hola! me contrató para que iniciara un blog.

En esa época te vas a vivir a París.

Es que allí vivía mi novio. No existe una ciudad más bella, yo siempre digo que lo es desde que llegas al aeropuerto, tú fíjate en ese detalle, todas las ciudades son espantosas al entrar desde el aeropuerto, menos París. Allí, de algún modo, entrené mi ojo, me llené de imágenes, en los mu- seos o simplement­e paseando por la calle. Volvamos a la colección.

Trabajando para el blog de ¡ Hola! me di cuenta de que me estaba convirtien­do en un personaje social y muy vaga. Nada de lo que hacía me motivaba, solo lo hacía por dinero. Todos tenemos sueños, pero hay veces que te olvidas de ellos y te acomodas y yo, por miedo, estaba dejando atrás esa parte creativa que quería desarrolla­r. Me dije: "Tienes que volver a empezar". Me armé de valor y les dije que no me renovaran.

¿A qué tenías miedo?

Me daba miedo dejar el blog de ¡ Hola! y perder estabilida­d y un sueldo fijo. Ahora que no lo tengo, valoro mucho más el dinero.

Es un miedo que tiene todo el sentido. Pero lo superé. Cuando decidí ponerme a diseñar, me di cuenta de que no sabía nada de nada, tenía que buscarme la vida con los proveedore­s, encontrar taller (ahora trabaja con el antiguo taller de David Delfín), organizar una empresa. Y estaba sola. Ahí apareciero­n otro tipo de miedos e insegurida­des, pero creo que hay que ser constante y no dejarse vencer. A veces parece que no va a salir y de repente ves una pequeña luz.

¿Ser quien eres crees que te ayuda o te perjudica en esta nueva empresa?

Creo que me ayuda en el aspecto de la comunicaci­ón. Para mí es más fácil dar a conocer lo que hago que a otro diseñador que esté, como yo, empezando. A fin de cuentas, tengo una serie de seguidores en Instagram, conozco gente en los medios, mi familia es conocida y les puedo poner mis diseños... Pero también creo que ese hecho crea una cierta suspicacia y las críticas son mucho más salvajes conmigo justamente por ser quien soy. Va de la

«LA GENTE PUEDE PENSAR QUE AHORA DISEÑO POR CAPRICHO,PRICHO O, PERO NO. AHORA SÉ QUIÉN QUIERO SER»

«ANTES TES DE MI CONVERSIÓN, CONVERSI CADA VEZ QUE CREíA ALCANZAR LA FELICIDAD, ESTA SE ESFUMABA»

mano. La gente puede pensar, como decías, que lo hago por capricho, que no pongo esfuerzo y que a mí me lo han dado todo hecho. Pero yo sigo adelante, con constancia. Es lo que debo hacer porque ya sé quién quiero ser.

¿La religión te ha ayudado en este proceso? Muchísimo. Ahora tengo unos valores de los que carecía. No es que sea una santa pero intento ejercitar la paciencia, la comprensió­n. Antes de mi conversión vivía en un cierto caos. Creía que debía encontrar la felicidad por encima de todo, pero cada vez que me parecía alcanzarla, se esfumaba. Era desesperan­te. Encontrar a Dios y encomendar­me a él y a la Virgen me ha ayudado muchísimo. ¿Rezas por alguien?

Todo el tiempo, y estoy segura de que hay gente que también reza por mí sin parar: mi abuela, mis amigas... Es verdad que hubo un momento en el que menos mal que pedí asesoramie­nto, porque a mí me encanta el rosario y lo rezaba entero por cada persona que me lo pedía, y había veces que se me juntaban 25 rosarios. No daba abasto. Suerte que se lo comenté a mi director espiritual que me dijo: "Mira Tamara, no se hace así, juntas todas tus intencione­s en uno y con eso ya vale".

A eso se le llama economizar. Veo en tu cuenta de Twitter que el problema de Cataluña te preocupa.

Opino que España, desde los Reyes Católicos, es una y que no puede ser fracturada, pero también creo que hace falta savia nueva, líderes que motiven a la gente. Hay formas de hacer política que están anticuadas y que no llegan a la gente. ¿Qué políticos te gustan?

Albert Rivera, Pablo Casado... Te voy a plantear unas situacione­s imaginaria­s para que me digas cómo las resolvería­s. La primera: llega alguien hambriento, por sorpresa, a tu casa y no tienes nada de comer para ofrecerle.

Llamo a casa de mi madre y que el chófer traiga algo.

Te vas a cenar con Pablo Iglesias, ¿de qué habláis?

No me iría a cenar con Pablo Iglesias. Pero es que la escena es esa...

Estoy obligada, ¿no? Me pido un vaso de agua y no hablo. De verdad que rezo por él y por todos los de Podemos.

¿Ah sí? ¿Por qué?

Por la forma en la que atacan a la Iglesia. Me indigna.

Vamos a por otra: te sientes atraída por una chica y sales del armario. ¿ A quién se lo cuentas?

Creo que primero iría a hablar con un sacerdote. Seguro que él me lo solucionar­ía, espero que tuviese la respuesta. ¿Entonces acudirías antes a un sacerdote que, por ejemplo, a tu madre?

Sí, porque mi madre es capaz de decir "¡qué bien hija, cómo me alegro!". Como cuando llegó a una comida con Boris y los demás y dijo: "Ay, no sabéis lo que me ha pasado. Mi hija está yendo a misa todos los días". Eso sí que le costó.

Hablemos de tu familia. Tanto tu padre como tu madre han tenido varias parejas. ¿Cómo lo has encajado?

De pequeña en lugar de pensar que era raro yo lo vivía como algo normal, pero más tarde, de adolescent­e, me di cuenta de que fue muy difícil para mí, sobre todo porque empecé a ver el dolor que eso había causado dentro de mi familia. Recuerdo con horror los momentos en los que me tenía que despedir de mis hermanos porque se marchaban a EE. UU. Claro que también recuerdo con tremenda emoción los momentos en los que llegaban. Siempre hemos estado todos muy unidos y nunca les he oído discutir. He te- nido muy buena relación con todos: recuerdo ir a los conciertos de tío Julio (Iglesias), que me llevaba en su avión, siempre incluida en el pack. Con Fátima ( de la Cierva, la tercera mujer de su padre) también tengo una relación estupenda, hace dos fines de semana me quedé con todos los de la Cierva en su casa. Y, por supuesto, con tío Miguel...

Hablas mucho de Miguel Boyer. ¿Le echas de menos?

Mucho, no hay día que no piense en él. Para mí fue muy fuerte, viví con él desde los tres años, me enseñó a nadar, era con quien viajaba, era como mi padre. Me acuerdo que Miguel siempre decía: "Es rarísimo porque cuando mueren tu padre o tu madre te sientes un poco huérfano". Se lo decía a mami: "Fíjate, soy un hombre mayor y me siento huérfano". Es una sensación que ahora entiendo muy bien, la sensación de pérdida.

¿Qué le pides a una pareja?

Que sea amable, sobre todo en las situacione­s difíciles, porque es muy fácil serlo cuando todo va bien. No creo que haya que levantar la voz jamás. Yo para eso soy supersensi­ble, no necesito que me insulten o me monten un pollo tremendo, me da mucho asco, rechazo. Hay gente que solo sabe hablar chillando. Eso es terrible. ¿Te ha pasado?

Sí, me ha pasado. Tuve un novio argentino que cuando se enfadaba era muy vehemente, pero encantador con mi familia y amigos. Hasta que un día mi hermana Chabeli vio cómo se enfadaba conmigo y me dijo que no le gustaba nada. Para uno mismo es difícil verlo. Yo le quería un montón y comprendo que puedo ser muy molesta, pero no teníamos... conexión. Creo que en pareja es fundamenta­l poder decir las cosas y tener sentido del humor. Siempre me han gustado los chicos inteligent­es, pero de forma rápida. No me gustan los listillos.

¿Qué es un listillo?

Los traperos. Me gusta el niño bien pero rápido.

Con chispa.

Exacto.

¿Y en tus proyectos entra tener pareja? ¿Estás atenta?

Estoy atenta.

Pero hay épocas que...

Que síiiii... estoy muy atenta (ríe).

Tamara Falcó es una amante de la naturaleza. "Me encanta pasear en Casa Vacas y estar en el campo. Desde pequeña tengo facilidad para hablar con todo el mundo... No callo, pero a veces en casa pido que no me pasen llamadas, estoy con mi camisón, en silencio, leyendo. Soy una persona que, contrariam­ente a lo que pueda parecer, también necesita estar sola". En estas imágenes, Tamara viste algunos de los modelos que ha diseñado para TFP, su propia colección, que presentará con un desfile seenow-buynow en la Madrid Fashion Week. El medallón es de Bárcena Joyas; la corona de flores y el ramo, de Floreale; pamela de paja, de Mabel Sanz, y cárdigan de punto, de Women'secret. Maquillaje y peluquería: Crisanto Blanco (Cool). Ayudante de estilista: Betty Calvo. Agradecimi­entos a Floreale y a todo el personal de Quinto Casa de Vacas.

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