Marie Claire España

LAS OTRAS GUERRERAS CONTRA ISIS.

VENDIDA COMO ESCLAVA SEXUAL A LOS BRUTALES GUERREROS DE ISIS A LA EDAD DE 19 AÑOS, NADIA MURAD LOGRó ESCAPAR. AHORA, HA UNIDO FUERZAS CON LA ABOGADA DE DERECHOS HUMANOS AMAL CLOONEY PARA LLEVAR A LOS HOMBRES RESPONSABL­ES ANTE LA JUSTICIA.

- por Alexandra Carlton

La historia de Nadia Murad y Amal Clooney.

Salman Hajju, el guerrero de ISIS que había comprado su cuerpo en un mercado de esclavos semanas antes, estaba distraído en la planta baja. Desde que esclavizó a Nadia Murad, Salman obligaba a la adolescent­e a vestir ropa ligera y llevar maquillaje para luego violarla y golpearla a diario. Ese día, él la había ordenado esperarle arriba hasta que llegara el momento de usarla de nuevo. Pero Nadia tenía otro plan. Sola y asustada, de pie frente a la ventana del segundo piso, vio un barril de aceite vacío en el suelo que intentaría usar como un trampolín hacia la libertad. Ocultándos­e bajo un niqab negro – una prenda islámica que ella y su gente, los yazidíes, no usan, pero que pensó que la protegería cuando se escapara– la joven de 19 años se descolgó por la ventana, pero el barril estaba demasiado lejos como para alcanzarlo. Mientras sus pies se estiraban desesperad­amente intentando hacer contacto con la seguridad, le llegó el sonido paralizant­e de un arma siendo amartillad­a. La voz de un hombre le gritaba que volviera adentro. "Me quedé helada, con mi cuerpo doblado sobre el alféizar de la ventana", escribió en su memorias, Yo seré la última. Volvió a la habitación y se acurrucó, enferma de miedo, esperando su destino.

SIN ESCAPATORI­A

"La puerta se abrió y Salman entró, llevando un látigo en su manos", recuerda Nadia. "Gritando, me tiré a la cama y me cubrí con un edredón grueso, escondiénd­ome como un niño. Sin mediar palabra comenzó a golpearme. Manejaba el látigo con tal fuerza, una y otra vez, tan rápido y con tanta ira que el grosor del edredón servía de poco". Su captor le gritó que saliera de debajo de la manta y se quitase la ropa. Ella se dio cuenta de que no tenía otra opción. Temblando, se colocó desnuda frente al monstruo que la

tenía bajo su completo control. "Nadia, te dije que si intentabas escapar te pasaría algo realmente malo", le dijo. Su voz sonaba ahora amenazante­mente tranquila. Abrió la puerta y se fue. Nadia esperó, llorando en silencio. Momentos después, seis hombres –incluidos los guardias destinados a vigilarla– entraron a la habitación. "Según les vi, entendí qué castigo sería", dice Nadia. Uno tras otro, los hombres la violaron. La historia de Nadia es solo una entre los miles de casos de brutalidad cometidos por ISIS contra la minoría yazidí desde que el grupo terrorista empezó su invasión del norte de Irak en 2014. Los supervivie­ntes hablan de niñas y mujeres prendiéndo­se fuego o desfigurán­dose la cara antes de afrontar la violación, la tortura y la esclavitud a manos de ISIS. A pesar de las atrocidade­s, ni uno solo de sus combatient­es se ha enfrentado a un juicio internacio­nal por crímenes de guerra contra los yazidíes y otros; una injusticia que Nadia está determinad­a a revertir. Su apasionada súplica a Naciones Unidas para dar voz a su gente ante un tribunal fue escuchada por una abogada de derechos humanos de tan alto perfil como Amal Clooney, y el par ha unido fuerzas para asumir la complicada tarea de ponerles ante la justicia internacio­nal. Ahora, con ISIS perdiendo su fortaleza en la región, la urgencia de una acción real solo ha aumentado. "No es suficiente que ISIS sea destruido militarmen­te", dice Nadia. "Para que el mundo pueda ver quiénes son, necesitan ser puestos a disposició­n de un tribunal internacio­nal bajo los cargos de genocidio y crímenes de lesa humanidad. Esta es la única forma en que el pueblo yazidí podrá seguir con sus vidas y tratar de reconstrui­r lo que perdimos".

Los ataques de ISIS contra los yazidíes comenzaron en agosto de 2014, cuando invadieron Kocho, una aldea en el norte de Iraq donde Nadia vivía con su familia. El grupo terrorista se reserva un odio especial para esta minoría no musulmana. La literatura de reclutamie­nto de ISIS presume de que los

hombres que se unen al califato tienen el derecho de tomar mujeres yazidíes como sabayas o esclavas sexuales. ISIS dio atención especial a las niñas prepúberes, diciendo que pueden ser violadas si se las considera "aptas para el coito", aunque si una chica se considera demasiado inmadura, "basta con disfrutar de ella sin relaciones sexuales".

En el fatídico día en el que ISIS atacó la aldea de Nadia, todos los hombres adultos –incluyendo seis de los nueve hermanos de Nadia– fueron reunidos y asesinados delante de sus esposas, madres, hermanas e hijos. Los muchachos fueron llevados lejos para lavarles el cerebro y convertirl­es a ISIS para ser utilizados como combatient­es, terrorista­s suicidas o escudos humanos. Las mujeres fueron separadas en ancianas, casadas y solteras. Las ancianas, incluida la madre de Nadia, fueron asesinadas. Las demás, incluyendo Nadia y sus dos hermanas, fueron llevadas a un mercado de esclavos para ser golpeadas, tocadas, violadas, humilladas y vendidas, condenadas a un vida miserable en la que muchas aún permanecen.

ESCAPANDO DE SU CAUTIVERIO

Salman vendió a Nadia a otro captor, de quien logró escapar. Fue reasentada en Alemania como parte del compromiso germano de ayudar a las víctimas de la esclavizac­ión de ISIS. Su viaje acababa de comenzar. En 2015, los líderes de Yazda, un grupo de activistas dedicados a buscar justicia para el pueblo yazidí, se enteraron de que Naciones Unidas quería invitar a algún supervivie­nte para hablar del tráfico de personas. Nadia aceptó pero estaba muerta de miedo. Aún así, en noviembre de 2015 se presentó frente a un foro de la ONU en Suiza para contar su historia. "Temblaba mientras leía mi discurso. Tan tranquila como pude, conté cómo Kocho fue tomado y las niñas fueron destinadas a sabayas. Cómo me habían violado y golpeado repetidas veces". Cuando terminó, la sala estalló en aplausos. Decidió entonces que iría a donde hiciera falta para llamar la atención sobre los crímenes de ISIS contra los yazidíes. "No tenía ni idea de que sería el comienzo de mi nueva vida", escribe. "Ahora sé que nací en el corazón de los crímenes que se cometieron contra mí." Lo que siguió fueron cientos de discursos y presentaci­ones a líderes mundiales, obligándol­es a ver la verdadera cara del sufrimient­o yazidí. En 2016, a Nadia le otorgaron los premios humanitari­os Vaclav Havel y fue nombrada Embajadora de buena voluntad de la ONU para la dignidad humana de los supervivie­ntes del tráfico de personas.

En septiembre de 2016, la abogada de derechos humanos Amal Clooney confirmó que trabajaría con Nadia para demandar a ISIS por sus atrocidade­s genocidas y sus crímenes de lesa humanidad. "Amal y George [Clooney] me recibieron en su casa y me abrieron sus corazones", relató Nadia a The New York Times. "Escucharon apasionada­mente mi historia y Amal me hizo el regalo de llevar mi caso. Me dio una renovada esperanza siendo ella mi voz. No me hablaba como un personaje conocido con el que la gente quiere hacerse una foto, sino como una hermana y guardiana. Amal tiene un poder enorme y eso me hace sentirme orgullosa de ser mujer."

JUSTICIA EN CAMINO

Pero tuvo que pasar otro año antes de que Amal y Nadia lograran una victoria. A pesar de que nadie en la ONU ni en EE. UU. niega que ISIS sea responsabl­e de cometer crímenes de guerra, la habilidad para enjuiciar a guerreros de ISIS capturados queda obstaculiz­ada por una ciénaga de desorden local y leyes internacio­nales.

Ni Irak ni Siria se han adherido al estatuto que creó la Corte Internacio­nal Criminal, lo que implica que dichos combatient­es no pueden ser automática­mente juzgados en La Haya. Y las disputas entre los gobiernos de Irak, Siria y el Kurdistán han impedido el establecim­iento de un protocolo único para tratar a los prisionero­s de ISIS. La mayoría están siendo detenidos o condenados en tribunales locales, quedando el alcance de sus crímenes tan solo en conocimien­to de las autoridade­s locales. Sin embargo, en septiembre de 2017, la ONU aprobó una resolución unánime para establecer un equipo especial de investigac­ión que recoja pruebas de los crímenes de ISIS en Irak. No existe garantía de que veamos a los líderes iraquíes y de ISIS siendo juzgados en el escenario in- ternaciona­l, pero es un comienzo. "Queda mucho por hacer y la investigac­ión está lejos de ser sólida", escribió Amal en The Huffington Post, señalando que gran parte de las pruebas se han erosionado durante los años que llevan recogidas. "Pero para Nadia y las miles de víctimas de brutalidad de ISIS, es el momento de celebrar el hecho de que la justicia está ahora, por fin, a su alcance." Nadia, ahora con 25 años, también se alegra de la decisión de la ONU. "Lo que yo pasé en manos de ISIS me perseguirá el resto de mi vida. En cierto modo, ese trauma es mi vida ahora. Quiero mirar a los hombres que me violaron y ver cómo les ponen ante la justicia. Más que cualquier otra cosa, quiero ser la última niña en el mundo con una historia similar a la mía".

«TODAVÍA HAY MÁS DE UN MILLAR DE MUJERES Y NIñAS YAZIDÍES CAUTIVAS DE ISIS» NADIA MURAD

 ??  ?? Mujeres yazidíes protestand­o, frente al Parlamento Europeo en Bruselas, contra un ataque de ISIS en Irak (2014).
Mujeres yazidíes protestand­o, frente al Parlamento Europeo en Bruselas, contra un ataque de ISIS en Irak (2014).
 ??  ?? Nadia Murad, supervivie­nte yazidí, y la abogada de derechos humanos Amal Clooney.
Nadia Murad, supervivie­nte yazidí, y la abogada de derechos humanos Amal Clooney.
 ??  ?? De izda. a dcha., un joven yazidí protesta contra ISIS en Arbil, Irak, en 2014. Nadia habla con algunas mujeres en un campo de refugiados yazidí; debajo, rodeada de miembros del ejército iraquí, en Kocho, su pueblo natal, por primera vez desde que fuera capturada en 2014.
De izda. a dcha., un joven yazidí protesta contra ISIS en Arbil, Irak, en 2014. Nadia habla con algunas mujeres en un campo de refugiados yazidí; debajo, rodeada de miembros del ejército iraquí, en Kocho, su pueblo natal, por primera vez desde que fuera capturada en 2014.
 ??  ?? Yazidíes buscando restos de sus familiares en una fosa común en Sinjar, Irak. A la dcha., Nadia Murad y Amal Clooney, durante una sesión en la ONU.
Yazidíes buscando restos de sus familiares en una fosa común en Sinjar, Irak. A la dcha., Nadia Murad y Amal Clooney, durante una sesión en la ONU.

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