VIAJE HACIA EL MENOS
Hoy inicio un viaje. Un viaje que no sé cuán lejos me llevará ni adónde. Un viaje que me provoca algo de vértigo y una cierta dosis de ansiedad. Un viaje que pondrá a prueba mi fortaleza y mi fuerza de voluntad. No, en esta ocasión no va de ponerme a régimen, algo que los que me conocen saben que disfruto quizá algo sádicamente, y que, a modo de digresión, tampoco me vendría nada mal de cara al destape de la primavera. Esto seguramente lo afrontaré dentro de un mes. Ajustar bien los regímenes en el calendario es todo un arte: empezar antes de tiempo es casi peor que llegar tarde, ya que puede darse el caso de adelgazar y volver a engordar antes de llegar a la fecha fijada.
Teorías de adelgazamiento aparte y volviendo al tema: tampoco voy a dejarlo todo para recorrer el mundo a modo de gap year cuarentón. Ni mi familia numerosa, ni mi intensísimo trabajo, ni mi maltrecha economía me lo permitirían. Tailandia, Vietnam, Nueva Zelanda, Filipinas, Sudáfrica, Kenia, Costa Rica y Argentina tendrán que esperar un poco más para disfrutar de mi compañía.
Se trata de algo más esencial, algo que apela a la manera de ser, algo que va a tener un impacto enorme en mi estilo de vida.
Hoy decido abrazar el minimalismo. El menos es más. El downshifting. El "no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita". La culpa la tiene Netflix. Ese gran creador de realidades paralelas. Es tener un par de horas libres y verte arrastrada al futuro distópico de El cuento de la doncella, al último año del mandato de Obama o al minimalismo. Empapada de las tendencias de primavera/verano, que tan bien explica nuestro equipo de moda, y con las pupilas a rebosar de imágenes de los recientes desfiles de otoño/invierno 2018-2019, de Milán y París, he decidido hacer un parón y aprovechar el "todo vale" imperante, para apostar a no comprar nada nuevo en toda la temporada. Seis meses de cero novedades. De abril a septiembre. Puede que acabe vestida de mamarracha o de homeless. Puede que el viaje dure lo que un euro a la puerta de una tienda de chuches. Puede que mi ropa se desintegre y no me quede más remedio que sucumbir a la novedad, pero me divierte pensar que puedo ser capaz de asumir el reto.
A vosotras ni se os ocurra. Esta temporada que tenemos entre manos es maravillosa, fresca y llena de detalles que la hacen especial. No dejéis de disfrutarla.