GRITOS Y SUSURROS
GALLEGA Y ANGLÓFONA, MAREM LADSON ES UNA DE LAS VOCES MÁS SEDUCTORAS DE LAS JÓVENES CANTAUTORAS.
Hace años, el indie español cantaba en inglés. Aquel fuego acabó por extinguirse casi totalmente, pero Marem Ladson tiene una razón genética para mantener viva la llama. Su padre es un jugador de baloncesto de Carolina del Sur, criado en Nueva York, que recaló en la Orense de los 90 cuando lo fichó el equipo local. Acabó casándose con una gallega. El eco del Miño y el amor por la tierra verde se cuelan en el arranque de su disco de debut homónimo, un tema casi gospel en el que Ladson canta que nació junto a un río. Cuando recuerda cómo empezó todo, bullying,
admite riéndose. Fue casi autodidacta con la guitarra, y a las músicas que han inspirado la suya – folk sensible, rock enérgico, algún toque electrónico– llegó por dos vías: a través de YouTube y Spotify, como toda su generación, y gracias al Torgal, un bar orensano con una exquisita programación de conciertos donde descubrió a artistas –Damien Jurado, Lisa Hannigan– que hoy admira. Ahora, mientras su carrera musical despega con un disco que los productores Brian Hunt y Juan Diego Gosálvez han ayudado a hacer redondo, y que suena muy maduro para sus 20 años, Ladson cursa en Madrid tercero de Relaciones Internacionales y tiene algunas cosas muy claras. Como la huelga de mujeres. "Mis músicos, los dueños de las salas, los directores de festivales... son tíos –se lamenta–. ¿Cómo no vas a ser feminista en el siglo XXI? Es luchar por la igualdad. No tiene sentido otra cosa".