CELIA GIJóN
AYUDANTE DE REDACCIóN
@iceliagg
El encanto de Altea lo conforman sus fachadas blancas llenas de flores, sus callecitas empedradas en cuesta, sus tiendas y puestos ambulantes con productos artesanales y, por supuesto, sus playas y calas. El lugar idóneo para tomar algo son los bares y restaurantes de la Plaza de la Iglesia, el enclave perfecto para quedarse embelesado con las cúpulas de azulejos de la Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo. Aunque, sin duda, mi momento favorito en la visita a este pueblo de Alicante es su rosado atardecer. Tampoco puedo dejar de elogiar las casas de Cinque Terre, esa porción de la costa italiana formada por pueblitos pintorescos. Cada uno tiene algo que lo hace inconfundible, pero, sin duda, me quedo con las preciosas casas de colores de Vernazza, ubicadas en un acantilado, y con las playas de Monterroso. ¿Para comer? Pasta, muchas focaccias y un buen aperitivo con una copa de vino o un Aperol Spritz.