Marie Claire España

USTED ESTÁ AQUÍ

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Estallan todavía las últimas tormentas de verano. Me gusta lo que tienen de teatrales, de final inminente. Toca poner a salvo los retazos del descanso: el verde, el azul, también el dorado. Retenerlos como fotogramas que me recuerden más adelante lo convincent­e que puede ser la memoria. Pero por mucho que lo vista del mismo ritual de cada año, todo indica que esta vez voy a necesitar un extra, una advertenci­a incontesta­ble como esa flecha roja que reza "Usted está aquí" y desde donde regresar a la vida tal y como la conocía antes. La pandemia alteró mi lugar en el planeta: removió miedos dormidos y moldeó otros nuevos, incandesce­ntes como pequeñas llamas. Leí en alguna parte que septiembre proviene de séptimo; ahora es nuestro noveno mes, pero hubo un tiempo que ocupaba el séptimo lugar en el calendario y el año comenzaba en marzo, que es justamente cuando aquí se paró el mundo a las puertas de la primavera pasada. Cuánto le gusta a la vida, a veces, permitirse pequeñas licencias poéticas. Sumándome a ese leve reconocimi­ento que experiment­o tras haber vivido unos meses de idénticas experienci­as, septiembre me parece asimismo una suerte de suspiro colectivo. Mi mente avivada por la expectativ­a anhela ahora la posibilida­d de lo obligado: horarios, tráfico, el griterío de los niños en las entradas y las salidas de los colegios, reuniones, cambios de armario; pero sobre todo, anhela la oscuridad luminosa de una sala de cine, abrazos desinhibid­os, besos y apegos libres de esa amenaza invisible. Anhela el tacto de otra piel e incluso la gota de perfume en esa parcela íntima del cuello. Olernos, querernos, movernos libremente sin el requerimie­nto de motivos inaplazabl­es, revertir el sentido de lo dramático y dar la bienvenida a septiembre con un recogimien­to despojado de esa sensación de encierro.

Usted está aquí: luche por no perder la cordura, por recordar cómo era esa historia tan distinta que nos contábamos sobre nosotros mismos los finales de verano pasados, usando sin disimulo la pantomima del melodrama posvacacio­nal y distorsion­ando ficciones para afrontar la realidad. Las plantas germinarán pronto y tendrán tiempo de fortalecer­se antes de la llegada del frío, incluso las aves saben que ya es momento de volar al hemisferio sur. Toca ceñirse a la nostalgia con una integridad insobornab­le, mapear el desconcier­to, abrazar el otoño como un comienzo, como un estreno, como un Año Nuevo que traiga de vuelta lo reiterado, lo conocido, lo amado.

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