Nos alejaremos de la tecnología y nos acercaremos a la naturaleza
Se habla mucho de la sobresaturación y la economía de la atención. En EE. UU. la gente está conectada de media 36 horas al día, porque está con varias pantallas a la vez: ve la televisión mientras contesta whatsapps. Tenemos tantos estímulos que, ahora, lo más valioso es conseguir captar nuestra atención. Yo creo que la pandemia ha hecho mucho para que volvamos a disfrutar del momento. Pasamos por esa fase de sobresaturación y luego vimos que ya no lo queríamos más. También es verdad que se ha hablado mucho de vivir el presente como si eso implicara hacer una dieta de desintoxicación digital, pero la realidad es que nuestro presente es digital.
El distanciamiento social físico provocado por la cuarentena ha venido acompañado desde el principio por un acercamiento social digital mediado por las pantallas interactivas y en red que ya habitaban nuestra cotidianidad antes de la llegada del virus. Esto no quiere decir que no valoremos más otros espacios alternativos a la ciudad o relaciones sociales mediadas por pantallas, es una tendencia que ya estaba ahí entre grupos sociales de las grandes urbes de las sociedades más desarrolladas, en conjunción con ese cambio de valores del que venimos hablando, y con esta idea de los cuidados en la que la interacción cara a cara es clave. No hay que olvidar, sin embargo, que la tendencia global es hacia la configuración centrípeta de grandes metrópolis, más que la de una lógica centrífuga hacia el exterior de la metrópoli.