La cantante y actriz Vanessa Paradis se prepara para un nuevo reto profesional: presidir un festival de cine.
POR PRIMERA VEZ EN SU CARRERA, LA ACTRIZ Y CANTANTE VANESSA PARADIS PRESIDIRÁ UN FESTIVAL: EL DE CINE AMERICANO DE DEAUVILLE. LA OPORTUNIDAD PERFECTA PARA CONOCER A ESTA MUJER CUYAS PELÍCULAS, MÚSICA E IMÁGENES HAN MARCADO NUESTRAS VIDAS DURANTE TANTO TIEMPO. CONFIDENCIAS SOBRE SUS PASIONES DE AYER Y DE HOY.
Es un hermoso día de junio cuando nos encontramos con Vanessa, vibrante y ligera. Y, pese a que es nuestro primer contacto, es como si nos hubiéramos visto ayer. Su eterna mirada juvenil, su ágil silueta… todo resulta familiar. No en vano lleva acompañándonos toda la vida a través de sus canciones, sus películas y sus apariciones en revistas. Lleva el cabello recogido en un moño, vaqueros y una camiseta deconstruida bajo una chaqueta negra. Vanessa tiene la misma espontaneidad que en nuestros recuerdos, la misma voz aireada y límpida, con un timbre apenas velado, y unos ojos de niña que brillan cuando comienza a evocar su alegría por presidir un gran festival de cine. Será en Deauville, del 4 al 13 de septiembre, a la vuelta de las vacaciones. Después de que lo hiciera Catherine Deneuve el año pasado, Vanessa Paradis ha sido la elegida para presidir la 46º edición del festival de cine americano con el que la firma Chanel, para quien la artista ejerce de embajadora, mantiene una elegante lealtad desde 2004. Tras una primavera cinematográficamente desierta y la cancelación de Cannes, Deauville promete un poderoso reencuentro con el séptimo arte. "Durante el confinamiento nos dimos cuenta de lo mucho que necesitábamos la cultura para vivir", dice. "La cultura hace soñar. Cuando pones alegría y sueños en un cuerpo enfermo, pueden ayudarte a aferrarte a la vida", cree. Y, como a menudo el mañana se topa con el ayer, recordamos aquella increíble escena que, hace 25 años, Vanessa Paradis y Jeanne Moreau protagonizaron en Cannes. Aquel má
"CUANDO TENÍA 12 AÑOS, VI 37º2 LE MATIN, Y FUE COMO UNA BOFETADA. BEATRICE DALLE, PARA MÍ, ERA LA MUJER SUBLIME, LIBRE"
gico Tourbillon de la vie cantado al unísono por una entonces jovencísima estrella y la gran dama, presidenta del jurado en ese momento, que hicieron girar la sala y saltar las lágrimas. La segunda ya no está; la primera está a punto de presidir por primera vez un gran festival de cine.
¿Qué te inspira de este festival de Deauville? ¡Estoy orgullosa y muy impresionada! Sobre todo, me gusta que sea un festival de cine independiente. Ese cine es el que me atrae como actriz y como espectadora. Toca temas que no son fáciles ni consistentes, pero sí poderosos hasta el punto de que te sacan de tu realidad. Un cine que a menudo te engancha por sus ideas y su saber hacer. Después de haber participado a menudo en películas independientes, en sus rodajes pude observar una gran solidaridad así como una generosidad multiplicada para hacer frente a la falta de recursos. Ocurre algo muy humano y artístico.
Fuiste parte del jurado en Cannes en 2015. ¿Qué recuerdas de ese momento? ¿Y qué aprendiste que podría usarse para Deauville? Fue una experiencia muy emocionante, estábamos protegidos del resto del mundo, como niños aventureros que se creen agentes secretos. Cuando salí de allí, sentí que sabía más sobre mi trabajo, cómo jugar mejor a la comedia. Quería poder tener un rodaje en seguida para aplicar todo de lo que me había nutrido durante el festival. También aprendí que hay que prestar atención a la influencia del estado de ánimo del día y dejar que las películas vivan y maduren por sí mismas. Ves entre dos y tres cintas al día. Por supuesto, tienes que dejar que tu impulsividad hable. Pero, a veces, después de una noche de sueño, ya no ves las cosas de la misma manera. Espero poder discutir con los miembros del jurado y trataré de ser justa. ¡ Pero también estoy un poco nerviosa! ¿Cuáles son tus primeros recuerdos como espectadora? Dibujos animados, por supuesto. El libro de la selva por su música embriagadora, su maravillosa historia. A los 7 u 8 años me enamoré de los musicales, especialmente Cantando bajo la lluvia, probablemente la película que más amo en mi vida y que siempre tiene en mí un efecto tremendo. Me cautiva por completo: la música, las orquestaciones, el baile, el Technicolor me provoca escalofríos de pies a cabeza, como los grandes dramas. También hay un documental de tres partes que me encanta, That's Entertainment, que cuenta con lo mejor de los musicales. Pequeñas anécdotas, Fred Astaire bailando y Cyd Charisse haciendo taps, y también musicales menos conocidos pero llenos de destreza coreográfica. Más tarde, cuando era adolescente, estaba Bob Fosse, por supuesto, que me apasionaba. Y Funny Girl, que vi una y mil veces con Barbra Streisand.
¿Nunca te han ofrecido hacer un musical? No, pero siempre he querido. Uno podría incluso preguntarse por qué, durante todos estos años, no he hecho nada para montar uno (ríe). Mi trabajo me llevó a otro lugar, y mi vida siempre ha sido muy plena, pero seguramente también había un poco de miedo. Tengo tanta admiración por este género que no quiero hacer nada menos bueno, menos fuerte. Aunque no es demasiado tarde... ¡incluso aunque fuera un poco más doloroso hoy que con 20 años!
¿Cuáles eran tus ídolos del cine cuando eras niña? Alrededor de los 8 o 9 años, descubrí a mis dos ídolos: Marilyn, que se me apareció por primera vez en una foto antes de que la descubriera en el cine, y luego como cantante. Me fascinaron sus imágenes. Y luego Romy Schneider, la Romy de César y Rosalie, que representaba para mí a la mujer absoluta.
Y en la adolescencia, ¿cuáles fueron las películas más impactantes? Cuando tenía 12 años vi 37º2 le matin y fue brutal. Beatrice Dalle, increíble. Para mí, ella era la mujer fuerte, fatal, sublime y libre. Todavía hoy siento un amor loco hacia ella: es verdadera, diferente, intransigente. Pero 12 años, cuando lo pienso, ¡todavía era un poco joven ver esta película! Tuvo un gran efecto en la mujer en la que me quería convertir. Al mismo tiempo, descubrí a Scorsese, a Blier y el cine de Almodóvar. También me gustaban las películas de terror, quería asustarme. Y luego también formé parte de esta generación nacida en los años 70, para la que Splendid
y Le père Noël est une ordure siguen siendo pelis de culto. Cuando era adolescente, me sabía los diálogos de memoria.
¿Hay alguna película que te haya hecho querer hacer este trabajo? Fue el teatro el que me hizo querer ser actriz. Cuando era niña solía bailar, así que hacía un espectáculo una vez al año. La escena es la liberación y la trascendencia. Uno puede ser la persona más introvertida del mundo y la escena te permite todo: ser tú misma o ser mucho más que tú, lo que soñarías ser por un segundo o para toda la vida.
¿Qué esperas de un cineasta: libertad o una dirección muy precisa? Yo espero que esa persona me diga lo que quiere. Me aferro totalmente a ella, es extraordinario jugar en el universo de otra persona. Abre mi propio mundo y me permite viajar. A veces trato de sugerir cosas que están lejos de mí, pero a menudo me hacen volver a lo que hago más espontáneamente.
Para preparar un papel, ¿tienes un método inmutable o te adaptas? No tengo un método, pero me gusta aprenderme mi texto de memoria, con mucha antelación, para que el personaje tenga tiempo de instalarse en mí, y luego poder divertirme. No ensayo tanto ni con demasiada antelación, excepto con las escenas que me asustan. Hacerme la borracha, por ejemplo, es difícil. Necesito coaching para eso. Filmé bajo la dirección de John Turturro y hacía el papel de una viuda judía jasídica. Me llevó a esta compleja comunidad, que tiene partes muy cerradas y que era un mundo que no conocía, así que fue muy útil. El vestuario también es muy importante para mí, y los zapatos: una vez puestos, ya tengo casi la mitad del camino recorrido para entrar en el papel.
¿En cuáles de tus películas has aprendido más sobre este oficio? Mi primera película, Noce blanche, me marcó mucho. Yo era novata, tenía que aprenderlo todo. Jean-Claude Brisseau me había elegido, pero era muy exigente, en absoluto dulce o benévolo. Era un personaje severo. Yo tenía 16 años, fue un período difícil de mi carrera, no me encontraba a gusto en mi piel. En la calle, la relación con los demás era complicada: después del éxito de Jo le taxi me había convertido en la cantante del Top 50 de la que todo el mundo quería burlarse... El rodaje me enseñó mucho sobre el trabajo, pero también sobre mí misma, sobre lo que podía manejar para sacar lo mejor de mí. También fue esta película la que cambió la percepción de la gente sobre mí, no mi progreso en la música. Con Noce blanche, empezaron a tomarme un poco más en serio.
En retrospectiva, ¿ves en tu filmografía una especie de biografía? Claro que sí. De la misma manera que alguien que se va a casa por la noche, después de la oficina, tiene su trabajo del día en su mente y cuerpo. Los rodajes son viajes, vida en comunidad... Nunca entendí a quienes dicen aburrirse en el set. ¡Yo me divierto mucho! Lo miro todo. Mi padre era artista, también era una persona muy manual. Para mí, los técnicos de cine son artesanos, me encanta verlos fabricar una plataforma, un travelín, un set.
¿Qué ha cambiado tu profesión de actriz en la forma en que cantas, y viceversa? Me costaría mucho decir lo que ha cambiado, pero ambas me han ayudado a avanzar en la otra área. Para ser mejor y vivir mejor tienes que aceptarte, aceptar todas las cosas que no te gustan de ti misma. A partir de ese momento, uno tiene acceso a tal libertad y placer...
"LA ESCENA TE PERMITE TODO: SER TÚ MISMA O SER MUCHO MÁS QUE TÚ"